Muerto el perro, terminada la rabia

28/09/2009
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Los golpistas, su cúpula paranoide, han demostrado con creces su frialdad en continuar con sus planes de eliminar físicamente al Presidente de la República, Manuel Zelaya Rosales.
 
Son hombres elementales en su raciocinio, cuando de eliminar a su contendiente se trata. Sus más conspicuos pensadores recurren a la vieja tesis de que el cuerpo social funciona exactamente como un cuerpo vivo. Si este se enferma hay que eliminar el virus y se termina la enfermedad.
 
Lo mismo ocurre en el cuerpo social, si este se contamina de elementos subversivos o díscolos, hay que eliminar a los subversivos para que desaparezca la enfermedad; es decir, el “virus revolucionario”, por tanto el funcionamiento social vuelve a la normalidad.
 
 Esto es sencillamente lo que planteó recientemente un tal Rabiver en un artículo sobre la rabia canina, tesis que ahora toma la cúpula golpista para eliminar a sus adversarios. A estos perros rabiosos o se les somete a cuarentena; es decir, represión o se les elimina definitivamente, porque muerto el perro, eliminada la rabia.
 
En el caso hondureño, el perro que peligrosamente más contamina al resto de “perros sarnosos” o los miles de militantes de la resistencia, es el Presidente de la Republica, Manuel Zelaya Rosales, por tanto hay que eliminarlo para que cese la rabia que no es más que la lucha del pueblo hondureño por la restauración de la constitucionalidad.
 
Con estos argumentos, entonces, con una saña que ha sorprendido a la humanidad, han procedido a eliminar al Presidente Zelaya y a sus acompañantes por envenenamiento, utilizando armas químicas, bacteriológicas y tecnológicas, aún no usadas en guerras convencionales, según informaron a la prensa, los especialistas en estos diabólicos menesteres.
 
Hoy observamos al presidente y sus acompañantes, morir lentamente por envenenamiento, sin que fuerza poderosa alguna de este planeta pueda detener la demencia represiva de los golpistas. Ellos no respetan los llamados de la ONU, OEA, UE, ALBA, ONASUR, etc, respaldados, quizás, por un poder que está por encima de estos organismos. Aquí el único poder omnímodo del planeta es el Complejo Militar Industrial de los Estados Unidos ¿Será que se atienen a este poder, el que está por encima del presidente Barack Obama? ¿O son simplemente lumpemburgueses irracionales que no miden las consecuencias de sus actos?
 
 La saña con que tratan a Zelaya y a la resistencia, obedece a que las medidas adoptadas por él, para favorecer a los pobres, disminuyeron las ganancias del poder oligárquico, y esto no se lo perdonarán jamás, por lo que prefieren verlo muerto antes de que contribuya a profundizar los cambios sociales que necesitan los hondureños.
 
 De cometerse este magnicidio y si no se revierte el golpe, entonces el pueblo hondureño debe preparase para una lucha prolongada, utilizando todos los medios posibles y vías para derrotar la demencia golpista.
 
Allí está el ejemplo de Guatemala, cuando en 1954 le asestaron el golpe de Estado al Presidente Jacobo Arbenz Guzmán, la lucha por restaurar la constitucionalidad duró más de   40 años –y al parecer aún continua-, con un saldo 300 mil muertos más la destrucción de incontables recursos económicos y naturales.
 
¿Esto es lo que quiere la demencial cúpula golpista? ¿No existen escenarios para la civilización? ¿Cómo ha subsistido en ustedes la idea de barbarie? ¿Quieren perder la tranquilidad que les permite la absoluta abundancia adquirida mediante la plusvalía?
 
 Contesten -en la comodidad de sus poltronas- estas preguntas antes de matar a Zelaya y a los militantes de la resistencia. De todas formas la rabia, es decir, la revolución, nadie la parará así maten equivocadamente al perro.
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