El salto al vacío de los liberales
17/06/2010
- Opinión
La aterrizada estrepitosa del ex presidente Cesar Gaviria en el Santismo, este miércoles pasado, selló la suerte del Partido Liberal. El ex presidente y los congresistas liberales hambreados de poder a costa de lo que sea, fueron recibidos por Juan Manuel con una mordaza en la boca. Prohibido referirse a los graves asuntos que alimentaron la oposición del liberalismo en los últimos 8 años. Llegan de rodillas con la dignidad del Partido en una bandeja. Pero alrededor del incidente César Gaviria-Álvaro Uribe, en las recientes horas, se han desprendido una serie de especulaciones que no dejan de ser interesantes. Por ejemplo, a Uribe no le gustó la enganchada de Gaviria a la campaña Santos con el beneplácito del candidato. ¿Hasta dónde avanzará la fisura? ¿Será posible prever que dada la intemperancia de Uribe, éste procure quedarse con el Partido de la U –es su único dueño- como su coraza para frentear tantas amenazas que se le vendrán encima y Juan Manuel termine desplazado del Partido que le dio el aval, obligado a tener que apoderase del Partido Liberal? El tiempo lo dirá.
Después del oxigeno recibido por la relativa buena participación en las elecciones del 14 de marzo para elegir Congreso, con cerca de dos millones de votos, el liberalismo calló en coma en las elecciones presidenciales del 30 de mayo. La decisión de Rafael Pardo, esa misma noche, de decretar la libertad de voto para el 20 de junio es un reconocimiento del estado de gravedad que aqueja al enfermo. La mayoría de la bancada parlamentaria liberal –responsable de la derrota del candidato en la primera vuelta, porque abierta o soterradamente apoyó a Santos- decidió entregar el paciente al candidato de la U para que le aplique la extremaunción o le de respiración artificial para sostener con precaria vida la criatura, pero sometida a su designio. Cualquier opción implica que el Partido Liberal renuncia a su renovación y depuración. La vocación de poder, perdida hace mucho rato, sigue engavetada.
¿Pero, cuál es la enfermedad? Consecuencia de su falta de sintonía con la población, completará 16 años sin ser Gobierno Nacional. Cuatro derrotas seguidas no hacen parte de su historia. Dejó de ser el partido mayoritario para ser uno más. El proceso 8000 continua cobrando la falta de tino para asumir como partido su responsabilidad política. El liberalismo como corriente política sigue teniendo una buena aceptación, pero el sentido de pertenencia no se ancló en el Partido que dice ser su depositario, sino en otras colectividades. Por ello se dice que hay más liberalismo que partido. Votaron más liberales por candidatos de otros partidos, en mayo, que por Rafael Pardo el aspirante oficial. El analista Humberto Molina, en el último número virtual de Razón Pública relacionó la creciente informalidad prevaleciente en Colombia, con el desapego de los ciudadanos hacia los partidos políticos.
Se demostró el pasado 30 de mayo que el Partido Liberal dejó de ser una organización nacional que responda a una estructura jerarquizada adoptada en un Congreso Nacional. La anarquía impide acatar las orientaciones y pautas acordadas. Escogió su candidato presidencial por consulta popular, para luego dejarlo tirado a la vera del camino. El Partido se convirtió en una entidad con capacidad para entregar avales a candidatos, en un alto porcentaje, cuyo interés es más personal que colectivo. Los cacicazgos regionales se encuentran a sus anchas en un conglomerado que, como carece de voluntad para ejercer poder nacional, no es selectivo ideológica, programática y éticamente con sus voceros y representantes locales y regionales. El caso de César Pérez en Antioquia es muy diciente: luego que la justicia lo condena, el Partido lo expulsa, lo vuelve a recibir, apoya a Pardo en la consulta, la justicia lo vuelve a condenar, apoya a Santos el 30 de mayo, el Partido lo vuelve a sancionar…el caso de este dirigente no es el único. Esa largueza ética y disciplinaria, con comportamientos corruptos, clientelistas y politiqueros, más un discurso programático ajeno a las expectativas de los pobladores de los grandes centros urbanos, dieron al traste con la presencia del liberalismo en las ciudades.
Desde Antioquia, en cabeza de un joven ex gobernador exitoso como Aníbal Gaviria Correa, se promueve la urgencia de la renovación y modernización del Partido Liberal. La necesidad de adoptar una nueva agenda programática para el país y darle oportunidades a nuevos sectores sociales como los jóvenes y las mujeres, fueron las banderas de Aníbal Gaviria en la consulta popular. Fue el único precandidato que logró movilizar sectores poblacionales nuevos en la consulta. No aceptó la cabeza de lista para el Senado de la República ofrecida por el Jefe del Partido, pero cumplidor de su palabra acompañó hasta el final a Rafael Pardo, como formula. Aportó sensibilidad y compromiso para diseñar la interesante propuesta social del liberalismo en la contienda presidencial. Aníbal y Rafael, se convirtieron en una piedra en el zapato para los sectores retardatarios, mayoritarios, incrustados como bancada en el Congreso de la República. La correlación de fuerzas interna es favorable para quienes quieren promover un evento nacional del liberalismo para sellar la entrega del partido a los posibles ganadores de este 20 de junio. Lo que implicará una involución a favor de las clientelas, ausentes a cualquier convocatoria de renovación y depuración. ¿Con unas mayorías tan aplastantes en el parlamento reacias al cambio de verdad, se justificará la lucha desde el interior del liberalismo? Es la pregunta del millón. ¿Qué es más significativo: renovar el quehacer político de un partido o el quehacer general en el país? ¿Cómo?
Somos convencidos de la necesidad de los partidos políticos para la preservación de la democracia. Partidos sintonizados con la población y fuertes por su capacidad de convocar. Partidos para hacer política y gobernar con decencia y compromiso. La antipolitica, como el clientelismo, distancian a los pobladores de la actividad política y sus instrumentos, los partidos. La política y los partidos hay que dignificarlos YA, no pasado mañana. Está en juego la democracia y la posibilidad de acabar con la pobreza y la miseria. Está en juego el futuro de este país. PERO EL PANORAMA ES DESOLADOR.
¿Si un liberal angustiado pero con ganas de aportar compromiso social, capacidad de trabajo y voluntad para que lo público, la política y los partidos no sean sinónimo de corrupción y menosprecio colectivos, mira para todos los lados del escenario actual, qué encuentra como opciones? Muy poco, casi nada.
El Partido de la U no apetece por su origen caudillista, su orientación hacia la derecha extrema, su composición repulsiva por ser albergue de todo tipo de políticos decentes e indecentes, muchos medrosos del poder con sus dadivas y gabelas; partido paraguas. El Partido Conservador descartado por muchas cosas, una de ellas porque quedó en manos de Andrés Felipe Arias, sinónimo de sinvergüencería. Cambio Radical es un partido sin identidad, construido para forjar una candidatura presidencial desde el radicalismo de derecha. El Polo Democrático acumula tantas tensiones internas por culpa de la preeminencia de corrientes anquilosadas y dogmáticas, que es mejor no acercarse, a no ser para dar rienda al masoquismo. El Partido Verde: ¿Qué es? No se entiende el argumento de que no era posible hacer alianzas de cara a la segunda vuelta para evitar la “desconfiguración de los partidos” y ¿es que el verde está muy configurado ideológica, política y organizativamente? Su postura frente al quehacer político – rechazo a las alianzas políticas, acuerdos programáticos, unidad de acción, proselitismo organizado etc.- es por lo menos soberbia e infantil. El sólo discurso de la ética y la moralidad públicas no es suficiente para construir un proyecto político con horizonte. Aunque hoy es pertinente, diferenciador y por eso el voto nuestro por el candidato verde este domingo. Pero reitero, es insuficiente para generar identidad programática y de acción como organización. Falta ver hasta donde la dirigencia tan diversa, con tantos matices y tonalidades no siempre confluyentes, como la ejercida por los cuatro ex alcaldes y la bancada parlamentaria verde, permitirá la autocritica, el debate, el disenso y la participación democrática de abajo hacia arriba. Pero los vedes tienen su atractivo. Ojala el imán no sea simplemente por ser un partido nuevo.
El próximo round dentro del Partido Liberal se dará en las elecciones locales y regionales de octubre de 2011. Será la oportunidad, de pronto final, para calibrar la viabilidad de desparlamentarizar el liberalismo, reconstruirlo de abajo hacia arriba desde lo territorial, sin arriar las banderas programáticas de por Una Colombia Justa enarboladas en la campaña presidencial, comprometido en la lucha contra la corrupción y el clientelismo. Difícil la tarea, casi imposible.
- Jorge Mejía Martínez es Economista y analista político
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 211, Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org
https://www.alainet.org/es/active/39014
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