El peligro del páramo neoliberal
El neoliberalismo tardío
28/07/2003
- Opinión
Lo que está ocurriendo en Uruguay no es más que el
repetitivo proceso que se está dando a nivel mundial
pero hoy, particularmente, en nuestro continente. El
Banco Mundial (BM), luego de reconocer el fracaso casi
general de las privatizaciones de los servicios
públicos, tal como señaló el diario The Wall Street
Journal, ahora se encamina a aconsejar un incremento de
la eficiencia de las que quedan en manos de los estados,
sosteniendo que en términos generales los procesos de
privatización terminaron en malos negocios, tanto para
las empresas intervinientes como para los países.
El lenguaje empleado sugiere el fin de los monopolios
públicos, o "naturales" como gusta llamarlos por estos
lugares, con el fin de posibilitar la libre competencia
y el teórico, por ese camino, descenso de los precios.
Con las privatizaciones, quedó claro, en ninguno de los
casos se bajaron los precios de los productos finales.
El BM, otrora apóstol de la privatización, "atraviesa
una crisis de fe" y actualmente duda en aconsejar a los
países en desarrollo vender las empresas estatales a
inversionistas privados, en teoría, más eficientes.
Especialmente porque esa enajenación, además de crear un
cataclismo en el trabajo, al reducirse de inmediato el
nivel de la mano de obra empleada, no asegura más que
distorsiones.
Las supuestas economías generalmente se integran a las
ganancias de los nuevos propietarios quienes, en un afán
de lucro propio de las reglas del sistema, hacen pagar
los productos a precios cada vez más onerosos. Con un
esquema básico integrado por dos elementos, la reducción
de la mano de obra y el aumento de los precios, buscan
sostener los onerosos, cuando no disparatados sueldos de
la cúpula de burócratas intervinientes, además de
intentar girar dividendos medianamente aceptables a sus
casas matrices.
De no funcionar el mecanismo, en casos cercanos se ha
ejemplificado, se busca el rápido vaciamiento de los
bienes adquiridos en un proceso salvaje que trae
aparejadas un cúmulo de consecuencias brutalmente
negativas para el país interviniente.
Entonces, es evidente, que la antigua idea de las
privatizaciones impuesta por el Consenso de Washington
ya no parece tan obvia, especialmente cuando se refiere
a las empresas públicas, en especial vinculadas a la
energía y a la gestión de aguas, que es el último
elemento que se sumó a la lista de las apetencias de
unos y las claudicantes ofertas de otros.
Inversionistas que en algún momento parecían ansiosos
por arriesgar su capital en plantas energéticas, hoy se
están echando atrás, señala The Wall Street Journal.
En Uruguay eso también está ocurriendo en el tema de la
asociación con privados por parte de ANCAP, que será
otra decepción para el pensamiento neoliberal atrasado
que todavía impera en el gobierno de este país.
Ese fenómeno ya ha ocurrido también en torno a la
concesión a privados del Aeropuerto Nacional de
Carrasco. Pese a las condiciones ruinosas con que se
llegó al remate, no hubo ninguna empresa medianamente
seria que se atreviera a ofertar. Es que los coletazos
del modelo, el empobrecimiento que determina la
consiguiente caída de la capacidad de compra de los
uruguayos, hace que ese negocio, como tantos otros,
también se vea cuestionado.
Ahora el gobierno, bajando a niveles ínfimos las
condiciones para la concesión, espera que empresas de
nivel más bajo (aventureros e inversores munidos de
capitales "golondrina"), se hagan cargo de la terminal
aérea.
Lo que está ocurriendo en Maldonado con Uragua es
también aleccionante. La experiencia en ese departamento
turístico es altamente valiosa para los analistas de
estos procesos. El negocio allí no funciona y la empresa
adquirente está a punto de retirarse, pues no puede
sostenerse en actividad a pérdida, al demostrarse que
sus niveles de ineficiencia son incomparables con los
que puede lucir OSE que, pese a la "politiquería barata"
de su directorio, tiene costos claramente más adecuados.
Ni hablemos de las inversiones en obras que estaba
obligada a concretar Uragua de acuerdo a lo establecido
en el contrato. En Maldonado se pagan las tarifas por
agua y saneamiento más altas del país, pero no son
suficientes para una empresa que tiene una ecuación
distinta, la que estaba estampada en el Uruguay de la
"plata dulce", el previo a la devaluación brasileña de
1998.
Es que los uruguayos, por contingencias del modelo y las
"irresponsabilidades" del gobierno, han perdido poder
adquisitivo y con ello, el "mercado" interno otrora
medianamente atractivo, no puede satisfacer las
ambiciones de lucro de muchas empresas privadas.
También es ejemplificante el fracaso rotundo de la
llamada "mega concesión", un engendro también de claro
signo neoliberal tardío, que cortó con puestos de peaje
el tránsito del país, dividiéndolo en zonas
infranqueables para diversos sectores de población, sin
que además la ecuación dibujada cerrara por ninguno de
los costados.
Algunas empresas, que creyeron que hacían su agosto en
julio, con lo que recaudarían en esos peajes apenas
pueden pagar el costo de los mismos. Ni hablar de las
obras, de la incorporación de mano de obra (se habló de
la creación de 4.000 puestos de trabajo en pocos meses),
de la multiplicación de la actividad en las carreteras
para convertirlas, como aseguró con mente calenturienta
el ministro de Transporte y Obras Públicas Lucio
Cáceres, en las mejores del continente.
Los consumidores, decepcionados, asocian la
privatización con altas tarifas para ellos y mayores
beneficios para compañías extranjeras y funcionarios
corruptos, que es otra de las consecuencias del modelo
que se aplica. Veamos, si no, los casos recientes
resultantes de la creación de nuevas empresas públicas,
en las que se manifiestan las mismas "desviaciones"
aberrantes, que se expresan en la creación de minúsculos
grupos de burócratas que se encaraman en la cumbre de
las mismas, con salarios que no tienen relación con la
realidad del país en donde se produjo la privatización.
El argumento es la "eficiencia", pero el resultado es la
"corrupción". Sobre ello hay ejemplos a nivel
continental, los "escándalos" producidos no son el
reflejo de las desmedidas ambiciones personales de
algunos personajes, sino otra de las malformaciones del
modelo.
Por otra parte el incremento de las tarifas en las
empresas privatizadas está provocado una ola violentas
manifestaciones en Bolivia, Perú, y otros países
latinoamericanos. En Uruguay la aplicación de un
mecanismo establecido en la Constitución, de expresión
claramente democrática, como lo es el referéndum, está
evitando confrontaciones de otro tipo.
En el caso de Bolivia se recuerda que en el año 2000, se
desencadenó un conflicto con una decena de muertos, 11
días de estado de sitio y violentos disturbios después
que triplicaron los precios del agua en Cochabamba,
cuando el líquido fue privatizado en favor de empresas
extranjeras, como la Tunari, subsidiaria de
International Water Limited, de Londres.
Hoy en Bolivia se pasó de la protesta a un estado de
inestabilidad signado por una dura represión. También
allí, al igual que en Uruguay, se están aplicando
mecanismos neoliberales de concepción tardía.
Una reciente encuesta realizada en 17 naciones de
Latinoamérica muestra que 63 por ciento de los
consultados opina que la privatización de compañías
estatales no ha sido benéfica, indica Dealogic, firma
británica de información de mercado.
"El Banco Mundial, apóstol de la privatización, está en
medio de una crisis de fe. Lo que en los años 90 parecía
una idea aplicable ya no parece tan obvia, especialmente
cuando se refiere a energía y agua", señala la
publicación.
Como resultado de una amplia decepción en América
Latina, Africa y Asia, se están renegociando varios
contratos de venta, y se ha cancelado un puñado de
proyectos centrados en carreteras de peaje, gestión
energética y de aguas, apuntan expertos.
Estos últimos datos, tomados de un trabajo publicado por
la agencia ARGENPRESS, son reconocibles por los pueblos
de muchos países del continente, inclusive en Uruguay.
Los mismos parecen describir la situación interna de
varios países, especialmente, en los cuales todavía
persisten los pujos privatizadores propios del
neoliberalismo tardío de presidentes como Jorge Batlle
que, en su huída hacia adelante, todavía parecen no
entender que no es posible seguir con la aplicación de
un modelo que feneció.
¿Si no es que busca legarle a su predecesor un país que
sea una tierra arrasada, difícilmente recuperable?
Un verdadero páramo neoliberal.
https://www.alainet.org/es/active/4182
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