Chimalapas

Claves para entender la bronca

24/07/2003
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  • Opinión
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Dice un comunero: "Más de 30 años y nada, el gobierno no nos atiende; ¿qué le vamos a dejar a nuestros hijos? ¿Puros problemas? Ya mi papá está viejito y triste, a él le tocó el inicio del conflicto con Chiapas y todavía no se acaba. A ver hasta dónde llegamos". En el Istmo de Tehuantepec, entre Matías Romero y Santa María Chimalapa está la colonia Cuauhtémoc, con la que los comuneros chimas disputan 13 mil hectáreas desde tiempos inmemoriales. Los comuneros de Santa María defienden su territorio y los colonos de la Cuauhtémoc responden violentamente. Captura de rehenes, amenazas, paros carreteros, amenaza policiaca, intercambio de rehenes, promesas de gobierno y problema postergado indefinidamente, son los recuerdos de los movimientos de 1998 y 2001. Ahora se hacen presentes en las asambleas de marzo de este año, cuando se decide trazar la brecha que define el territorio ancestral zoque. El Comité Nacional en Defensa de los Chimalapas presentó desde hace un año al gobierno federal un proyecto para expropiar las tierras en conflicto y entregárselas a los chimas, con la idea de reconvertir los actuales terrenos ganaderos en reserva ecológica comunal. Mientras el beneficio de la duda prevalece, los comuneros están listos para iniciar el brecheo, otra vez. Más hacia la montaña, donde el Uxpanapa se confunde con el Espinazo del Diablo, en la frontera entre Oaxaca, Chiapas y Veracruz, los estados de mayor biodiversidad del país (en ese orden), está pendiente resolver los conflictos agrarios en un espacio clave para los corredores biológicos del Plan Puebla Panamá. El 28 de octubre del 2002 hubo un enfrentamiento a machetazos y pedradas en la comunidad Pilar Espinosa de León II, en lo que el secretario de la Comisión de Límites de Oaxaca, José Isaac Jiménez Velasco, calificó en su momento como "parte de una acción preconcebida por las autoridades de Chiapas para movilizar nuevamente a la Policía Federal Preventiva y a patrullas del Ejército, con el propósito de atemorizar a los campesinos oaxaqueños, como ya ha sucedido en otras ocasiones" (La Jornada, 31/XI/2002). El otro municipio de los Chimalapas, de 134 mil hectáreas, es más pequeño que las zonas de conflicto de los dos municipios chimas, cuyo tamaño oscila entre 120 mil y 170 mil hectáreas de un total de 594 mil. Tantos problemas ya provocaron que se incendiaran 210 mil hectáreas en 1998. En la zona oriente, en la frontera de Santa María y San Miguel con Chiapas, los comuneros zoques, aliados con tzotziles, tzeltales, zapotecos y mestizos que han llegado a vivir a la selva en busca de tierras, disputan el rancho de La Hondonada, otro conflicto recurrente desde hace más de diez años. Tito Luna, el propietario, tiene acaparadas 800 hectáreas. En octubre del 2000, a pocos días del cambio presidencial de Ernesto Zedillo a Vicente Fox, los comuneros chimas desalojaron al propietario y sus obreros agrícolas acusándolos de invadir tierras de Oaxaca con apoyo del gobierno municipal de Cintalapa, Chiapas. Para evitar un conflicto agrario que manchara de sangre el cambio de poderes, los comuneros acordaron una "tregua" con el gobierno federal y los estatales de Oaxaca y Chiapas. Se retiraron del terreno y a los pocos días llegó el Ejército con la PFP, para garantizar que Tito Luna se reinstalara en las tierras en conflicto. La "tregua" parece llegar a su fin, pues los comuneros han acordado trazar la brecha que define los límites, otra vez. Mientras en el poniente y oriente los comuneros se debaten sobre cómo hacer cumplir los derechos territoriales sin sufrir violencia, al sur hay otros conflictos con el municipio de Zanatepec, donde dicen que el gobernador de Oaxaca se pasea para tomarse sus cervezas con el presidente Rafael Casique y su esposa. Hasta hay un edificio público con el nombre de la esposa del gobernador, en recuerdo cuando visitaba el pueblo acompañando a José Murat. Las comunidades La Cristalina y Sol y Luna han detenido desde 1991 a los ganaderos de Zanatepec que invaden las tierras chimas y que han llegado hasta las filas del Cerro Atravesado. Esta cordillera es tan importante que separa las placas continentales del Golfo de México y el Océano Pacífico que chocan en el Istmo de Tehuantepec. Las dos comunidades del sur de San Miguel disputan más de 13 mil hectáreas de selva baja con ocho ganaderos de Zanatepec. En los límites de estos pueblos, hay un par de cerrros que abren una cañada conocida como El Boquete, en riesgo por haber sido concesionado a Miguel Hernández González, terrateniente de Zanatepec que vive en Matías Romero y se ostenta como dueño de tierras y aguas de los Chimalapas. Con todo su poder y tráfico de influencias, este señor abrió un camino hacia su rancho, el cual piensa convertir en centro turístico, aprovechando la oferta de proyectos del Plan Puebla Panamá, cuya carretera central pasaría al norte de Zanatepec, paralelo a la Panamericana y cruzando los bosques secos que permiten el vuelo de la mayor diversidad de aves de México. El proyecto carretero es rodear la Selva Zoque en un Circuito Transístmico que comunique Oaxaca, Veracruz, Chiapas y Tabasco. Al mismo tiempo, se propone convertir todas estas tierras en un sistema de reservas de la biosfera en las cuales está prohibido tocar, caminar, comer, cazar, pescar, cortar y vivir. Para eso circula el Ejército federal y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, prohibiendo a los campesinos cualquier corte de madera, así sea para leña. Para eso la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales ha postergado infinidad de veces el ansiado proyecto de aprovechamiento forestal de los comuneros chimas. "No podemos cortar madera sin permiso, nos encarcelan. Solicitamos el permiso y se nos niega, ¿qué es lo que quieren? ¿qué nos vayamos de aquí? Aquí nacimos y aquí moriremos", señala un comunero de La Cristalina recién salido de la cárcel por llevar madera a una escuela primaria que la había solicitado. "Quizá el proyecto de aprovechamiento no pueda aprobarse pues implica destrucción, aunque prometamos reforestar", explica un comunero de Benito Juárez. Por eso, el año pasado respondieron a una convocatoria del Instituto Nacional Indigenista sobre proyectos de medio ambiente. La propuesta era manejar un criadero de venado, un estanque en el nacimiento del río Ostuta y reforestar la orilla de las lagunas gemelas de Sol y Luna. El proyecto fue aprobado por el INI, pero no se le asignaron recursos, pues el instituto "está desapareciendo", explica Benito Clara, responsable de agroecología de la delegación estatal: "A mí no me reclames, cabrón, reclámale a los diputados que aprueban el presupuesto". Unos a otros se pasan la pelotita, el caso es que para los comuneros de los Chimalapas no hay recursos, pese a los millonarios fondos del Banco Mundial destinados a conservación de las selvas latinoamericanas, estos fondos están controlados por las instituciones de gobierno, en virtual desaparición. Con la policía y el Ejército patrullando la zona, los gobiernos programando inversiones en megaproyectos carreteros y ecológicos, además de los corredores urbano- industriales que pretenden captar a la población indígena para despoblar las zonas de mayor biodiversidad del país, y de esta manera abrir camino a las agroindustrias y los centros de bioprospección, en los Chimalapas la estrategia de resistencia sigue siendo la lucha agraria. Como se sabe, el conflicto con la colonia Cuauhtémoc se ha agravado. Los linderos con Chiapas son patrullados por el Ejército constantemente, en el norte estalla la violencia y al sur los ganaderos se vuelven empresarios para aprovechar los circuitos turísticos que están convirtiendo el Cañón del Sumidero y la Selva Maya en un Disneylandia que empieza donde las vacas se confunden con la montaña y los corredores biológicos con los cinturones de miseria. Ojarasca 75, julio 2003
http://www.jornada.unam.mx/2003/jul03/030721/oja75- chimalapas.html
https://www.alainet.org/es/active/4194
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