Chaco Boreal ¿una o muchas regiones?

18/04/2011
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¿Es posible realizar acciones coordinadas en el Chaco Boreal que comparten Bolivia y Paraguay? ¿Hay potencial para que la acción conjugada de múltiples sujetos disminuya la pobreza y potencie la dignidad y derechos de la población chaqueña? Dada las diferencias actuales, modelos de desarrollo, economía, política, no existe evidencia sobre la necesidad y las características de las acciones transfronterizas. Sin embargo, es posible anticipar que en el mediano plazo existirán influencias notables, sobre todo en la acumulación de la propiedad de la tierra y su uso agroindustrial y en la conformación multicultural, que permiten proyectar tareas y propuestas tendientes a aminorar y revertir sus efectos negativos sobre la población indígena y campesina, pequeños propietarios y asalariados.
 
El Gran Chaco Americano es una macro eco región que ocupa diferentes extensiones en Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil. Cuenta con una superficie aproximada de un millón doscientos kilómetros cuadrados, que equivalen al 6% del espacio geográfico de América del Sur. Tiene una población aproximada de 7.5 millones de personas, entre pueblos indígenas, poblaciones criollas y mestizas asentadas en comunidades rurales, y colonos de origen extranjero, distribuida de forma heterogénea en cuatro países, 19 gobiernos regionales y 349 gobiernos subregionales.
 
Considerada la segunda región boscosa más extensa de América del Sur, después de la Amazonia, cuenta con una excepcional biodiversidad por ser un área de transición entre nueve eco regiones, lo que incluye una mayor cantidad de especies, y la convierte en un área prioritaria para la conservación. Sin embargo, la zona sufre un déficit hídrico importante durante gran parte del año, por lo cual la distribución heterogénea de la población en la región, y los conflictos por los recursos naturales, está relacionada fundamentalmente con la disponibilidad y acceso al agua.
 
La economía comercial de la región está basada principalmente en la producción agrícola y ganadera, que en su mayor parte es destinada a la exportación como materia prima, siendo los cultivos más importantes y característicos: algodón, maíz, girasol, sésamo, soja, sorgo y pastos. La producción ganadera es una de las fuentes de ingreso más importantes del Chaco, sobre todo la de bovinos y caprinos. La economía familiar campesina indígena participa en parte de la economía comercial, pero su principal sustento son cultivos nativos, recolección, caza y pesca, en algunas lugares la economía familiar campesina indígena se encuentra muy debilitada y en otras en proceso de recuperación y crecimiento. 
 
Chaco Boreal
 
El Chaco boliviano paraguayo corresponde al denominado Chaco Boreal, diferenciado del Central y del Austral, ubicados principalmente en Argentina. Sin embargo, ninguna delimitación es taxativa, menos aún en esta región, donde las zonas de transición con otras regiones geográficas son muy extensas, lo cual genera cierta conflictividad al momento de hacer una aproximación de carácter poblacional, recursos naturales, político administrativo, ambiental, entre otros aspectos.
 
El Chaco fue uno de los últimos territorios en ser apropiados por ambos países, lo que no se logró de manera estable durante la colonia, y en la república se hizo con la fuerza del ejército. La batalla de Kuruyuki de 1892 en Bolivia, acabó con la resistencia de los guerreros guaranís. Luego, durante la guerra que enfrentó a los vecinos de 1932 a 1935, las poblaciones indígenas perdieron prácticamente el control del territorio y se rompieron los circuitos de interconexión entre parcialidades. Sin embargo, la presencia del Estado, mucho tiempo sostenida por la fuerza militar, no significó garantía para la convivencia pacífica entre los pueblos indígenas, no nativos y otros que fueron llegando.
 
Posiblemente la escasez de espacios plenamente habitables explica los permanentes conflictos por la tierra, alianzas y dominio de unos grupos sobre otros, así como su emancipación. Quienes lograron el control de las fuentes de agua consiguieron una situación privilegiada, pero las hegemonías han sido transitorias, y poderes y alianzas se van reconfigurando de manera permanente. En estas disputas los pueblos indígenas han sido los perdedores netos. La propia guerra entre Bolivia y Paraguay se puede estudiar en una lógica de asentamientos.
 
En Bolivia, desde 1985, con los primeros pasos de organización regional del pueblo Guaraní, se puede constatar un crecimiento progresivo y exponencial del reconocimiento demográfico a la población indígena originaria, incluidos los pueblo Weenahayek y Tapiete, relacionado con el propio fortalecimiento de las identidades indígenas e importante movilización local, que encontró un contexto favorable en el conjunto del país. Destacan en este periodo el plan de alfabetización bilingüe, la demanda territorial y los diversos proyectos productivos encarados por las comunidades. Hoy, la situación de las comunidades guaraní es diversa, unas tienen territorios consolidados, otras van en camino; unas mejoraron sustancialmente sus indicadores sociales, otras menos, pero en general se puede decir que es una población empoderada.
 
En gran parte del Chaco boliviano, la población criolla y mestiza de segunda y tercera generación ha migrado a otras regiones, quedando algunas propiedades y referentes familiares que mantienen una noción de territorialidad a la distancia, reclamada simbólicamente cada cierto tiempo. En el mismo periodo, otros grupos sociales, de diversos orígenes étnicos y provenientes de otras regiones del país consolidaron una presencia importante en El Chaco. La población quechua y aymara se ha asentado principalmente en los centros urbanos y poblaciones mayores, dedicadas al comercio y transporte, con influencia creciente. La población menonita se ha incrementado; habiendo llegado inicialmente a regiones más húmedas del departamento de Santa Cruz, para luego pasar al Chaco; en el municipio de Charagua hay seis colonias, con una población aproximada de 10.000 personas.
 
En Paraguay, se encuentra viva y presente una fuerte presencia indígena, con 13 pueblos distintos, en un territorio relativamente poco habitado. Resulta difícil distinguir la diversidad étnica, sobre todo cuando existe una lengua de origen indígena que es comúnmente utilizada por la mayoría de la población paraguaya. Si bien la diversidad de pueblos es una riqueza en términos de conocimientos, culturas, idiomas e interpretaciones del mundo, es muy compleja a la hora de valorar la fortaleza organizativa y la fuerza que pueden demostrar en su unidad.
 
El segundo grupo humano que resalta es la población menonita, llegada originalmente al Chaco desde Rusia. Las distintas etapas del asentamiento fueron más lentas y el crecimiento endógeno fue una de sus características. Desde el primer asentamiento en 1929, hasta finales del siglo XX, el peso demográfico se ha vuelto incomparable con el peso económico. Hoy, gran parte de la economía del Chaco paraguayo, la investigación, los medios de comunicación, los archivos y memoria del Chaco Central funcionan alrededor de las tres principales colonias menonitas.
 
Al mismo tiempo, el empuje a la infraestructura y las nuevas dinámicas económicas han atraído un conjunto amplio de nuevos pobladores, quienes se llaman a sí mismos paraguayos, lo que en cierta medida denota la identidad que han ido adquiriendo los grupos más antiguos en el Chaco en relación a la población criolla del resto del país. Cada día es más notoria la presencia de población de origen brasilero, sobre todo en los márgenes del río Paraguay, influencia que ha sido ampliamente estudiada tanto por su presencia en los medios de comunicación, el uso del portugués y también la tecnología y los sistemas productivos.
 
Historias en paralelo
 
En Bolivia se suele decir que el país se conoció a sí mismo en la Guerra del Chaco, y que ahí se constituyó la nación. Esto es también válido para el Paraguay. En ambos casos, sin embargo, la población del Chaco constituye hoy una buena muestra de cada país, cada uno con sus particularidades.
 
Hace ya 25 años en Bolivia y 20 en Paraguay, los procesos de descentralización política marcaron un hito de inflexión en el que los actores locales no solamente han ido retomando el control de su territorio, sino también se ha dado lugar a procesos democráticos, por tanto a la disputa electoral como mecanismo de legitimación de los grupos, sus intereses y propuestas. La gestión de importantes recursos financieros, aunque con menores facultades legales que las deseables, ha dado lugar a cambios acelerados en diversos campos, entre los más importantes: generación de empleo público y de infraestructura de gobierno, inversión en infraestructura de educación y deportiva, sedes sociales, sistemas de provisión de agua, energía eléctrica, telefonía, internet, carreteras e incluso apoyo a iniciativas económicas de los pequeños productores como una estrategia para mejorar la economía del municipio.
 
El Chaco es una unidad transfronteriza, a la que las interrelaciones ecológicas otorgan un sentido universal, reconocido como una unidad distinta a otras existentes en el mundo. Sin embargo, no todos los aspectos del ecosistema hacen necesariamente interacción transfronteriza. Por eso, muchos proyectos de conservación se ubican preferentemente en sus espacios, considerados importantes para conservar y mantener los valores y las características de las subregiones chaqueñas.
 
La cuenca del río Pilcomayo es ejemplo de un factor natural que puede considerarse una clásica unidad transfronteriza, pues la interacción de la población en cualquier lugar de su área de influencia puede ocasionar grandes cambios al conjunto del sistema hídrico, biológico, social, económico. Pero no es evidente que cada aspecto del ecosistema chaqueño guarde esta relación, y que se la pueda diferenciar de las interrelaciones que sufren los ecosistemas desde la perspectiva de factores que ocurren en otros espacios y cuya incidencia va más allá de la unidad biogeográfica. Entre el Chaco paraguayo y boliviano, se encuentra una relación estrecha en los sistemas hídricos, incluida la alimentación de los sistemas subterráneos y el escurrimiento desde la cordillera hacia las llanuras. La fauna depende de la interacción de estos sistemas y el monte y el libre tránsito por los ríos, pese a que ya han sido trastocados, observado los impactos a mucha distancia del origen de la intervención humana o del fenómeno climatológico.
 
Tránsito de gente y productos
 
Es muy común confundir la relación Bolivia Paraguay con una relación fronteriza entre los Chacos, pero hay que alertar que mucha de la relación entre Bolivia y Paraguay tiene al Chaco simplemente como lugar de tránsito, con algunas excepciones. Esto se evidencia en las relaciones comerciales entre Bolivia y Paraguay, como puede verse en esta misma página web el documento Exploraciones No. 5: Relaciones comerciales entre Bolivia y Paraguay, encargado por el IPDRS al investigador Marco Antonio Romay Hochkofler. Sin embargo, también se advierte que a mediano plazo podrían existir condiciones para una mejor articulación comercial entre los países, exceptuando los productos industriales a los que se refiere el estudio, existe una gran posibilidad de mejorar el comercio de alimentos.
 
En la frontera no existen poblaciones numéricamente significativas, por lo que el contacto interpersonal es mínimo, exceptuando los funcionarios de frontera y algunos dueños de puestos ganaderos cuyas propiedades son limítrofes. En todo caso no existe, como en otros lugares una dinámica de frontera que aprovecha las dinámicas de las economías nacionales y prácticamente viven del comercio y los servicios transfronterizos. El transporte de pasajeros, en transporte público o privado, es limitado, pero en la literatura y la opinión pública común de la región, se habla sobre el comercio de contrabando y narcotráfico creciente, todo lo cual es difícil de verificar.
 
Los sectores de pequeños y medianos ganaderos también comparten ciertas afinidades, al menos en lo que respecta a su posición ante los sectores agroindustriales, pero también en su diferenciación con la población indígena. Es un sector muy diverso y complejo, pero que en alguna medida ha venido compartiendo distintos espacios de articulación y han establecido algunos puntos de coincidencia. En lo que respecta a la unidad transfronteriza podemos indicar que ahí hay algunas iniciativas aunque de bajo impacto, coincidente de alguna manera con el mismo bajo impacto que tienen esas organizaciones en sus propios países.
 
Aunque las estructuras de las iglesias no tengan una visión transfronteriza, la identidad indígena y la identidad religiosa se encuentran estrechamente relacionas. En ambos lados de la frontera, las estructuras de las iglesias destinadas a la evangelización se han articulado, y aunque no existen por el momento proyectos evangelizadores transfronterizos, los medios de comunicación y otros recursos que utilizan suelen ser escuchados y seguidos por algunas personas a los dos lados de la frontera.
 
Pautas transfronterizas
 
Lo que da aspecto transfronterizo importante son los diversos complejos institucionales, redes, alianzas y trabajo colaborativo que han establecido instituciones y profesionales, generalmente de los tres Chacos. Con proyectos e iniciativas diversas establecieron vínculos para realizar actividades compartidas por actores de los tres países. Hay iniciativas de organizaciones no gubernamentales y grupos de profesionales que encuentran afinidad en su interés por el Chaco, normalmente una mezcla de idearios de conservación articulada por una identidad chaqueña amplia, criolla, a los que se relacionan grupos de afinidad, que aunque no tienen un vínculo directo con la región lo han construido a partir de vivencias particulares y múltiples intereses. Las iniciativas incluyen reconocimiento de actores, intercambios de experiencias e información, plataformas de comunicación, vigilancia social, denuncia y promoción de la organización. Los eventos de los pueblos indígenas han sido relevantes, con diversas características, propósitos y coyunturas.
 
Para Bolivia y Paraguay, el Chaco sigue siendo territorio de frontera, por lo que una gran parte de las iniciativas que cuentan con más recursos tienen sus sedes en alguna de las capitales de tres departamentos de Bolivia o en Asunción en el caso de Paraguay. Aunque la importancia del Chaco para cada uno de los países se encuentra en su fase de expansión, no hay un eje articulador transfronterizo sólido entre Bolivia y el Paraguay.
 
En lo inmediato, y si no habrían cambios significativos, no es imprescindible ni para Bolivia y Paraguay establecer acciones transfronterizas. Dados los marcos jurídicos distintos, las formas organizativas, los modelos de desarrollo, cada lado de la frontera es una unidad autónoma y articulada a otros ejes de relaciones e influencias mucho más dinámicas.
 
Cada uno de los países tiene su propia problemática, sus organizaciones podrían abordarlas de manera diferenciada, y finalmente los desafíos a los que se enfrentan son distintos. Los actuales programas como los del Pilcomayo, finalmente pueden continuar sobreviviendo en los límites de lo diplomáticamente correcto, equilibrando la necesidad macro regional con las orientaciones y limitaciones de las instituciones nacionales.
 
Si desde el punto de vista ecológico el Chaco boliviano y paraguayo tiene características comunes y se encuentra interconectado, al punto que lo que ocurra en uno de los lados afectará indefectiblemente al otro lado, las consideraciones sobre los grupos humanos, su economía, la cultura, el deporte, la religión no muestran que en la actualidad existan interrelaciones cotidianas, habituales y masivas, las que existen están articuladas a sujetos específicos. Sin embargo, la integración de los dos Chacos, después de la traumática guerra de 1932 y sus secuelas, se encuentra en el inicio de un nuevo ciclo en el que las mutuas influencias se acelerarán en cualquier momento, producto de varias situaciones, principalmente el impulso de los mercados y los canales de comunicación que son parte de la geopolítica del Mercado Común del Sur (MERCOSUR).
 
Por todo lo anterior, se puede concluir que el Chaco como una unidad transfronteriza entre Bolivia y Paraguay es una tarea por realizar, una construcción de futuro que encierra múltiples salidas y perspectivas; hay resistencias desde el poder, la opinión pública y desde la propia historia. Sin embargo, se pueden encontrar bases sólidas en las poblaciones indígenas, en los intereses regionales, e iniciativas institucionales y profesionales que, debidamente expresados y articulados, pueden mostrar otras vías alternativas al proceso de integración regional.
 
- Oscar Bazoberry Chali esSociólogo, docente universitario CIDES-UMSA y Coordinador General del Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS).
 
* El presente artículo surgió de un proceso de investigación – acción realizado conjuntamente por el Instituto Para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS), Centro de Investigación del Campesinado (CIPCA-Bolivia) y Centro de Estudios Paraguayos Antonio Guasch (CEPAG-Paraguay) y Manos Unidas (España).
https://www.alainet.org/es/active/45975
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