Las polaridades políticas del próximo decenio

08/06/2005
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  • Opinión
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La encrucijada en la que se encuentra Bolivia, no encuentra salida, entre otras razones, porque no existe un antecedente histórico para el conflicto que viven distintos sectores de su sociedad. A diferencia de 1952, ó 1979, ó el 1985, ó 2003, hoy el Gobierno y el Estado es un circunstancial observador de la confrontación entre una diversidad de grupos opuestos, complementarios, legítimos, ilegítimos; todos movilizados, fuertes, y con una presencia territorial bastante definida. Hoy el Gobierno y el Estado, tanto como la plaza Murillo de la ciudad de La Paz, no pasan de ser elementos simbólicos a los que los sujetos movilizados, de todos los sectores existentes, los estropean como demostración de fuerza y mensaje dirigido hacia el conjunto de los otros sectores del país. Está en juego un conjunto de consignas y alineaciones políticas y orgánicas, a través de las cuales se realizan verdaderos esfuerzos, muchos de ellos cercanos a la especulación, para encontrar las causas, los motivos, las razones, la orientación y la propuesta que conllevan, lo que se ha dado en llamar en Bolivia, las Agendas. Tal parece, como están las cosas, que ninguno de los movimientos logrará imponerse, en términos de nación, sobre los otros, por ninguna de las vías, elecciones (nuevo ejecutivo y legislativo), reféndum y asamblea constituyente, eso para hacer mención a las vías más apegadas a la democracia, verificable en las urnas o constitucional como nos gusta decir a los bolivianos; peor aún imponerse de manera no democrática o inconstitucional. Ya es posible asegurar que en el nuevo escenario, sea cual fuese la salida a la presente coyuntura, para al menos los próximos diez años, veremos una agudización de las confrontaciones regionales, entiéndase departamentales, e interregionales, entiéndase interdepartamentales. Ciertamente la situación anterior no fue una taza de leche, incluso podría decirse que generó las condiciones para la configuración de los próximos años, empero, lo que aquí postulamos es que entre los conflictos futuros el más intenso será el que se dé entre departamentos, y en la medida que los departamentos se proyecten como unidades descentralizadas o autónomas, se intensificará el conflicto intradepartamental. Si estos son los espacios del conflicto, las razones no dejan de ser importantes, asistiremos a una exacerbación de las diferencias étnicas y los subconjuntos de valoraciones que diferencian a las personas según sexo, religión, raza, tipo de formación. Podrían pasar a segundo plano los conflictos de clase, o mimetizarse entre las otras formas de identificar a los opositores políticos, en tanto estrategia de apropiación del poder, distribución de la riqueza y privilegios. Visto así el futuro ¿quien o quienes, que institución, organización o sujetos articularán la nación? hoy incluso esto está en disputa, la mayoría de los sectores se muestran como la esencia de la bolivianidad, criterio claramente discutible desde la historia, el discurso y hasta el método de intervención política. En el corto y mediano plazo no será fácil la reconstrucción de un sujeto nacional y de un ideario de nación. A partir de ahora los sujetos políticos, organizaciones sociales de toda naturaleza, deberían buscar la manera de ser pertinentes, eficientes y eficaces tanto en el ámbito regional como en el nacional. La ubicación de mayorías y minorías es variable desde el punto de vista de la nación o de la región, por lo que no existen determinismos nacionales o locales para promover respuestas unívocas a las polaridades del futuro. El grado de profundización de las diferencias regionales y étnicas, nos mostrará el grado de diferenciación inter e intradepartamental que tendremos que superar en el futuro. Reconocido el espacio y la naturaleza del contexto de los próximos años, sería recomendable, en el corto plazo, hacernos el menor daño posible, la profundidad de las heridas es la medida del tiempo que durará el restablecimiento. En el mediano y largo plazo será necesario reenfocar las políticas públicas, las acciones institucionales, de manera que los efectos de la coyuntura actual vayan disminuyendo sus efectos negativos en la convivencia de hombres y mujeres, que en contraposición a sociedades cerradas y temerosas se pueda todavía construir sociedades orgullosas, abiertas e interculturales. - Oscar Bazoberry Chali es Director General CIPCA CipcaNotas, Boletín Virtual No 107 , Año. 4, Junio del 2005.
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