La insoportable levedad…

02/07/2011
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“…es un gran alivio sentir que eres libre,
que no tienes una misión.
Milan Kundera: La insoportable levedad del ser, p. 319
 
Dios me hizo mortal para agraviarmesusurraba un gran poeta para dejar constancia del enigma de la muerte (por allí titulé un poemario alguna vez con esta seña: He decidido vivir eternamente) Jugando de algún modo con esa pesada fatalidad de la existencia que es el morir. Revelando con ello la impotencia de la razón para hacerse cargo de esta ley de la vida que es la muerte.
 
Tan banal e inexorable y sin embargo tan dramáticamente vivida en casi todas las culturas. Es allí donde se afincan la mayoría de las religiones: dar algún sentido al sinsentido de la muerte, proveernos de consuelos allí donde la fría razón se tira al abandono.
 
La gravedad de una enfermedad está en función directa con su cercanía de la muerte. Por ello las enfermedades están rodeadas también de esos mismos misterios e incomprensiones. Más aún cuando se trata de leyendas vivientes cargadas de tanta emocionalidad colectiva como es el caso del Presidente Chávez. La gente no admite así nada más que una figura emblemática de estas dimensiones pueda estar lidiando con mundanidades tan pedestres como una enfermedad, una depresión amorosa o un dolor cualquiera.
 
Y es justamente en este punto donde el recordatorio de la mortalidad adquiere el rasgo fulminante de un shock colectivo: millones de compatriotas toman conciencia de repente de que su Presidente se enferma, que es un ser humano, que no es infalible, que es mortal. En el terreno de la psicología de masas este tránsito suele ser muy traumático. Por ello veremos en estos días escenificaciones de histeria colectiva que no deben sorprendernos (al lado de expresiones de solidaridad de la gente que revelan el hondo arraigo del liderazgo del Presidente Chávez) Lo más importante en esta coyuntura es justamente desdramatizar la situación para poder discernir cualquier cosa. Desvelar los misterios, naturalizar la información, colocar las cosas en un ámbito de sensatez en el que se pueda conversar sin extravíos.
 
La operación de sacar ventajas politiqueras de esta situación, tal como lo han intentado algunos sectores de oposición, es un juego deplorable que revela las miserias del espíritu, la ausencia de una mínima distancia estética frente a momentos límites, revela también el hondo vacío de catadura ética de un discurso político demasiado básico. El cálculo, la maniobra y el afán de disputa a todo trance, son rasgos pedestres de un modo de hacer política que se vuelve patético en escenarios extraordinarios como este.
 
Los desatinos de los agentes gubernamentales en el manejo de esta situación también contribuyen a enrarecer un debate singular que debe estar colocado en otro plano, precedido de la mayor seriedad y altura, animado por motivaciones ajenas a la lógica de sacar partido. No se trata de una agenda de rutina. Los operadores y voceros no tienen experiencia en estos manejos. De allí las líneas erráticas que se han sucedido en estos días.
 
Nada es más importante que los esfuerzos consagrados a superar la situación personal del Presidente. En el país no ocurre nada excepcional que amerite acciones de emergencia o cosas parecidas. No luce razonable embarcarse en la definición de escenarios de futuro y en la especulación de pronósticos que sólo acentúan la incertidumbre y la zozobra. Mantener el temple de un discurso institucional es lo más recomendable. Evitar las interpretaciones demasiado creativas, sobre manera cuando vienen de las vocerías oficiales que no están allí para administrar terapias psicológicas de masas sino para garantizar la normalidad del funcionamiento del Estado.
 
Cuando de enfermedad se trata, sabemos de la enorme fuerza que juega la voluntad. Es allí donde se conjugan misteriosamente las energías que pueden sanar. Bienvenidos todos lo saberes (no sólo la ciencia) Vaya mi contribución por el torrente del respeto y el afecto…sí se puede amigo.
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