Venezuela

Desafíos-2012

Rigoberto Lanz

09/01/2012

Opinión

^-A ⁺A

“Los riesgos subsiguientes a la erosión del contrato social

son demasiado graves para permanecer cruzados de brazos”.

Boaventura De Sousa Santos:

La caída del angelus novus, p.290

Ya sabemos que entramos a un año electoral donde todo se tuerce para el lado de las conveniencias pragmáticas. La media del discurso político que circula en el espacio público (que ya es bastante deplorable) se vuelve especialmente banal. Que algo sea “electoral” lo que quiere decir sin más vueltas es que todo es mentira, que todo es falso, que no se lo crea en serio. Con esos augurios por delante hay que hacer un esfuerzo, empero, por dilucidar mínimamente lo mejor que podría esperarse. Veamos.

Del lado del gobierno. Recuperar una credibilidad en deterioro (hacer más y decir menos); mirar más allá de los fanáticos en un esfuerzo por establecer un mínimo de visión de Estado; desatanizar al adversario en un tono democrático donde las diferencias son constitutivas de cualquier modelo de convivencia; salir de la enfermedad del nominalismo apuntando a los contenidos y dejando de lado los bautismos discursivos; ocuparse seriamente de la modesta acción de gobernar a ver si se logra el milagro de tapar los huecos de las carreteras; intentar salir de la confusión entre “hegemonía cultural” (Gramsci) y obsesión propagandística; hacer un esfuerzo supremo por que la gente se exprese, que los ciudadanos decidan sus asuntos, que gestionen por cuenta propia lo que corresponde al mundo comunitario (“Todo el poder para el pueblo”); apostar en serio a la promoción de los liderazgos colectivos, a la crítica creadora, a la autonomía verdadera de los movimientos sociales; librar una lucha a fondo contra el sectarismo-dogmatismo-burocratismo y dar muestras palpables de la guerra contra el cáncer de la corrupción.

Del lado de los opositores. Hacer un esfuerzo real por distinguir los intereses de grupos y clases de los “intereses del país”; igual esfuerzo para no confundir los deseos con los hechos (sobre manera a la hora de medir fuerzas y valorar resultados); encontrar algún camino para jugar con reglas democáticas (a pesar de las derrotas y los desencantos); luchar porque acontezca el milagro de un nuevo liderazgo (distinto a esta patética clonación de dirigentes de cartón sacados de algún cursillo de gerencia por correspondencia); realizar un esfuerzo mayor por hacerse de alguna idea del mundo y del paìs (distinto a las lamentables letanías que hoy padecemos en cuñas y banderines desechables); un esfuerzo sobrehumano para superar la enfermedad de los “anti” que tiene desde hace rato a una parte del paìs en permanente terapia de shock.

De lado del país independiente. Es bueno saber que la nación es bastante más que la rabia histérica entre chavistas y anti-chavistas. Los fenómenos de polarización sumistran la falsa imágen de un país partido en dos. Pero la verdad es que hay una ancha Venezuela que no forma parte de esta ola. La lógica de guerra que se ha instalado en el espacio público desde hace mucho coloca permanentemente al borde todos los procesos de negociación de conflictos. Esta sobrecarga tensiona de un modo singular todos los espacios suministrando la falsa idea de dos grandes partidos en pugna. Pero hay otras lógicas subterráneas que funcionan de otra manera. Millones de compatriotas miran para otro lado porque no se sienten convocados por los discursos en disputa. No es solo indiferencia o “apoliticismo”. Se trata de gente que tiene todo el derecho a sacudirse el simplismo imperante, la ramplonería de los mitines y cuñas que dan pena ajena, la majadería de los “salvadores de la patria”, los doctores del sentido común, adoradores del “progreso” y tantas curselerías que pasan por “mi programa para Venezuela”.

El año que comienza puede derivar fácilmente en tiempo perdido para cualquier asunto serio relacionado con los múltiples entuertos que nos aquejan. Pero ello no es fatal. Todo depende de…bueno, de lo que hagan estas tres Venezuelas. ¿Dónde se encuentra usted?

Mientras tanto, no se deje arrastrar por el tumulto.

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