A 6,570 días del levantamiento armado del EZLN (XV)

08/03/2012
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V. En la Selva Lacandona
En la ¡puta loma!.. Ahora… en picada/II
 
Las y los indígenas ezetaelenitas vivían otra cultura. Habían abandonado algunos fardos de la propia. Ahora convivían con la montaña y sus seres. Eran los que “caminaban de noche”. Convivían con los yajaval vitz,los dueños de los cerros. Con las y los pukujes, demonias y demonios como la Xpak’inte’, hermosa mujer indígena que seduce y arrastra a hombres borrachos y trasnochados a los cerros y barrancos, o como la Me’chamel, madre de la enfermedad. O el Poslob, que encarna las fuerzas del maly sus bayijelil, o el Balapa’tok que grita en las noches y su visión es terrible, o el Mukta’pixol que molesta a los borrachos, roba ganado, cosas de valor que oculta en cuevas, o el Judillo, que asustaen los caminos por la noche, o los kibaltic, naguales que en forma de mujeres, perros o borregos también asustan en la noche, o el Ik’al de fuerza descomunal que roba mujeres solteras y casadas.
 
En la posición de montaña se vivía la cultura militar de las guerrillas revolucionarias clásicas. Son espacios sui géneris. En el campamento zapatista era evidente la adecuación, apropiación, cuidado y respeto al medio ambiente. Era una cuestión de sobrevivencia, la cuota que tenían que pagar para garantizar el cobijo de la montaña. La arquitectura de los edificios, estaban diseñados, definidos y ubicados por sus funciones. Algunos eran completamente ajenos a la infraestructura de un poblado o comunidad indígena. Por ejemplo: la enfermería, la bodega, el taller de los armeros, depósito de municiones, la construcción de letrinas, el empedrado de veredas o, el fogón en alto. Había cuidado en la preparación de los alimentos, la dieta era abundante y a sus horas, etc. En la posición de montañas se dormía en catres bajo techo. Nadie duerme en el suelo. Ese conjunto de espacios y nuevas prácticas de interacción social/militar son sí mismas una revolución. Sin embargo, como parte de esa revolución, cabe destacar que en la ingeniería militar guerrillera se utilizaban métodos y sistemas constructivos utilizados por los indígenas en sus comunidades. Era un conjunto armónico de ingenio, diseño, ingeniería y de tecnologías propias y apropiadas.
 
Otra apropiación de los indios rebeldes fue el de las tecnologías para uso político y militar. Conjugaron el uso de la coa, el machete o la azadona al uso de la tecnología de la comunicación: Construyeron una red de radiocomunicación eficaz con equipos muy sencillos, produjeron y editaron videos, usaron la televisión para la educación y formación político y militares. Eran ediciones propias y apropiadas. En el campamento tuvimos la oportunidad de ver la edición en video de la Declaración de Guerra, cuyo audio fue utilizado para su difusión desde la XEOCH, la radio de Ocosingo. De la candela y el cantil pasaron al uso común de paneles de celdas fotovoltaicas o plantas que funcionaban con motor de gasolina y que generaban fuerza electromotriz, la cual, era almacenada en acumuladores. El poco, foco, afocador (lámpara de mano) dejó atrás a la raja de ocote para alumbrar el camino de los que “andan de noche”. Pasaron, también, del uso de las rudimentarias pajum’ k’ok, la mecha, la escopeta de chispa o del rifle calibre 22 a los fusiles semi y automáticos. Del andar hacia la milpa, pasaron al aprendizaje de los diferentes de movimientos militares tácticos y/o estratégicos de la guerra de guerrillas.
 
Abajo, estaban sus bases de apoyo. Las que hacían posible su existencia. Las que se en-cargaron de producir y abastecer a su ejército. De mantener al EZLN. La consciencia colectiva hizo posible el “salto adelante” en las experiencias de trabajo y organización de “colectivos para la producción” o de la “producción en colectivo” promovidos por las misiones o las ONGs. Esas miles de bases de apoyo – con el trabajo significativo de las mujeres en las zonas guerrilleras -, construyeron, materializaron, en el día a día, el milagro, en este caso, de la “multiplicación” de la tostada, el frijol, el arroz y el capel:
 
“Todo esto es posible por el EZLN, pero el EZLN es posible porque nace y vive en el seno del pueblo indígena”, subrayan los insurgentes.
 
Abajo las bases de apoyo dirán: “Cómo no los vamos a apoyar. Cómo no los vamos a alimentar si en la montaña están mis hermanos, mis hijos, mi sangre, mi carne.”
 
El arraigo del EZLN en los pueblos zapatistas era definitivo, de tal forma que las y los niños participaban de la educación y entrenamientos militares. Algo que escandalizó a los de afuera. La instrucción militar era con el consentimiento de los padres. Era, también, y sobre todo, una acción responsables y de sobrevivencia. Las y los niñas/os deberían tener los rudimentos militares básicos para resguardar su vida en un momento dado.
 
Después del almuerzo, los insurgentes nos llevaron a un lugar más arriba del complejo guerrillero. Era una explanada más o menos a cubierto. En ese lugar habían montado una cancha de basquet que camuflajeaban con abundantes ramas como para confundir a los avioncitos espías y evitar su ubicación desde el aire. Allí los rebeldes se pusieron su pasamontañas y despejaron el área para hacer una demostración de sus habilidades militares: formación, presentación de armas y prácticas de combate. Después retiraron los cargadores de sus fusiles para hacer simulaciones de tiro: de pie, con una rodilla al piso, sentados o pecho tierra. Le siguieron golpes con la culata de sus rifles y ataque con bayoneta. Desplazamiento y posición a cubierto en la montaña.
 
Más tarde, la subteniente Guadalupe nos concedió una segunda entrevista. Ella es una joven alta que ingresó en 1988 a las filas del EZLN. Habla muy bien el español pero no tiene la experiencia del roba cámaras del Sub. Angustió su respiración, fijó en algún punto su mirada y en postura de firmes aguantó la conversación:
 
-          ¿Qué tiene de diferencia el EZLN con el Ejército federal?
-          Son bien diferentes, en el ejército federal se trabaja por la paga y en el EZLN por consciencia. En el EZLN tenemos el orgullo del valor y la disposición a la lucha y a morir. Estamos preparados para una lucha larga. Los del ejército federal tienen miedo, tiran a lo loco y se mueven drogados. No saben lo que hacen.
-          ¿Ustedes no tienen miedo?
-          No puedo decir que no haya un poco de miedo.
-          ¿Cuál es el trabajo político al interior del EZLN?
-          Nosotros tenemos pláticas de cómo está el país. Nos explican los 11 puntos del EZLN. Pero también nos enseñaron a escribir, a leer y hablar el español. Estudiamos a la burguesía, el Capitalismo y tenemos nuestros apuntes para hablar en los pueblos. (En lo militar) Se castiga la indisciplina. Hacemos reconocimiento del terreno y practicamos la lucha cuerpo a cuerpo.
 
Las mujeres somos las que menos desertamos. Aguantamos más (que los hombres). Al principio era difícil andar con los compañeros. No es lo mismo que en la familia y en la casa porque (allá) no estamos acostumbradas a tratar con los hombres. (En el EZLN)Pronto empezamos a aprender de ellos y ahora ya nos tratamos con respeto. Yo creo que las mujeres tenemos más consciencia porque es costumbre que en los pueblos nos maltratan más, nos miran inferiores. Aquí en la montaña nos sentimos más seguras y conscientes de la lucha. Algunos compañeros no aguantan hacer la comida y ven duro el trabajo de las mujeres.
 
De la época de la “sobrevivencia” - a la que se refería Marcos en sus reclamos a los periodistas -, los insurgentes comentaron que en un principio había poca comida: “A veces se comía sólo pinol y agua. Fueron tiempos duros. La gente no sabía de nosotros. El trabajo se hacía con mucho cuidado y de noche. Los comisarios iban a platicar a los pueblos con sus familiares y amigos. Algunos empezaron a decir que los guerrilleros eran gente mala que se come a los niños. Los cuarteles estaban muy lejos de los poblados. A varias semanas de camino. El bastimento llegaba de la ciudad haciendo muy difícil su traslado al campamento. Teníamos que bajar del monte a recoger la comida y la cargábamos en la espalda. No podíamos pasar por los pueblos, era por la orillada, de noche y en medio del lodo. La comida entraba así en la selva y era para un mes. Cuando se terminaba la comida y no había caza no había comida. Racionamos el agua, el frijol, un poco de azúcar. Era duro… estaba cabrón… pesaba la carga de la mochila. Así empezó el EZLN.”
 
Interviene el capitán Javier: “Cuando yo llegué éramos como 30 ó 40. Fuimos creciendo y fueron llegando más gentes al cuartel. Los primeros tuvieron que trabajar duro en los pueblos para reclutar a la gente que hacía falta. Los milicianos son el enlace principal entre el EZLN y la población. El trabajo del miliciano consiste en cuidar a los pueblos, producir en la comunidad, traer la góndola (el bastimento) y hacer prácticas militares. Cuando algún miliciano pasaba a ser soldado (insurgente) comenzaba su vida militar en los campamentos con estancias de un mes trabajando en la construcción de trincheras por si ataca el enemigo. Un día salimos a trabajar, a sacar piedras y raíces… éramos como 20 pero no teníamos fuerzas. Estábamos muy dentro de la selva. Había poca comida y a los 3 días se acabó. Tuvimos que alimentarnos de yervas.
 
El trabajo (político) con los pueblos se hizo poco a poco, uno a uno, hasta tener pueblos enteros. El responsable se encargaba de hablar con la gente. Se acercaba a la gente más necesitada. A uno, a dos, para explicarles la lucha y lograr que les presentaran más gente. Guadalupe contó: “Un comisario llegó a mi comunidad y después de hablar con el responsable del pueblo platicaba con la gente más necesitada y después de ver la necesidad se buscaba una solución. A la gente no le dices directo, ni luego, luego, que tiene que ir a la montaña. Tienen que agarrar, antes, consciencia de lucha. A nadie se le obligó nunca a subir a la montaña.
 
Efraín es otro insurgente que nos comentó sobre su ingreso al EZLN: “Llegaron a la comunidad. (Del EZLN) Yo no lo sabía y empezamos a dar ayuda, así como dijo Rigo, que si iba a ser soldado. Como miliciano empezamos a entrenar en un lugar donde hay seguridad. Pero a los que toman trago no los invitan a unirse al EZLN. Lego me explicaron como viven en la montaña y me dijeron ‘a ver si aguantas’. No me trajeron luego, luego. Cuando llegué no sabía hacer nada. Me presentaron a mi mando y me enseñaron como es la vida en el cuartel. Tenía que reportar todos mis movimientos, hasta para ir al baño – ¡no les dije! -, participar en todos los trabajos. Hacer intendencia: la comida, dorar tostada, hacer el arroz. Yo no sabía y mi mando me enseñaba. También tenía que reportar los trabajos que salían mal. A los seis meses me preguntaron si quería seguir.”
 
Había terminado la jornada, la demostración de ejercicios militares y la charla con la y los insurgentes. La cancha de basquet fue cubierta nuevamente con el follaje y nos concentramos en la intendencia. Ahí nos informan que bajamos al día siguiente. A la subteniente Guadalupe le extrañó la medida: ¿Tan pronto?, reclamó. Ella tenía seis meses en la montaña. Según esto, a la toma de las cabeceras municipales no salieron todas las fuerzas del EZLN. Había dejado toda una retaguardia.
 
Por la noche un insurgente me pidió que me llevara una pieza de la planta de luz. Parecía una parte del escape que se había desoldado. ¿Cómo le hago? Pensé. Le expliqué al compañero que no sabía cuando podía regresar. Que me disculpara. Que no me podía comprometer y quedar mal. No insistió… ¡Van a ver la que se me armó!
 
Esa noche no podía dormir pensando en la entrada para el reportaje de mi vida: “Desde la punta de la loma”. ¡No! “Desde el lugar donde no ha llegado ni llegará jamás un periodista…” ¡No! “Desde las altas alturas zapatistas”. ¡No!... “Tan alto como Yoni… nadie”… Mmmmmmh… capaz… suena bien. Quedé dormido extrañando mis telenovelas: Prisionera de amor, Agujetas de color de rosa, Volver a empezar y mi favorita, la Marimar con la Thalía.
 
Por la mañana del día siguiente, casi de madrugada, decimos adiós al campamento zapatista. El hermano sol rompe la neblina. Nos desesperezamos (misión imposible) y una vez listos (algo más complicado), empezamos a bajar a pura fuerza… de gravedad. Parecíamos calabazas… cabras locas… piedras rodantes… nos dolían las rodillas… las piernas… se nos doblan… nos tiemblan… Ahora era: ¡Puta picada!
 
Después de bajar la montaña dando tumbos, encontramos la horizontal en una planada destinada a potreros. Por aquello de la seguridad, la columna recibió la orden de guardar una distancia de 10 metros entre cada uno de nosotras/os. (Según la versión de Alejandro, fue entonces que se escuchó el motor de un avión o helicóptero y dieron la orden de cubrirnos y él enroscado, dice, hizo tomas de la nave. Aiga sido como aiga sido - de ida o de regreso -, lo del avioncito jue).
 
Continuamos nuestro trayecto. El sol de marzo taba fuerte, pegaba de lleno. A la entrada del poblado había un grupo de insurgentes haciendo bulla. ¡Milagro! ¡Eureka! ¿Qué creen? ¡En el lugar había una regadera y bateas! Pedimos permiso para darnos un baño y lavar la ropa interior. Después de una semana, les juro que olíamos a algo así… Cómo a… ¡Cómo a perro callejero remojado!¡Uta! ¡Que buen regaderazo nos dimos! Después, mis calzonotes y playera colgaban en el tendedero. Eran de color blanco y por lo mismo, blanco de las bromas de las insurgentes: “¿Ya vieron la ropa de esos compañeros? Es que quieren la paz.” Seguramente hacían alusión de la medida de los de ARIC que colocaron banderas blancas en sus pueblos. Momentos después estábamos nuevamente en la escuela del lugar. Por ahí se arrimó Marcos yme preguntó: “¿Cómo les fue? Bien. La subida fue lo más cabrón. Le contesté. El Sub comentó que lo más cabrón eran las bajadas. Vamos, al Sub le costaba andar las picadas
 
Empezaron a llegar las lista de los periodistas y sus medios que, desde hacía cinco días hacían guardia en San Miguel. Marcos nos leyó la lista y preguntó si los conocíamos. Le dijimos que no. El Sub refunfuño: “Cómo yo si conozco a todas las organizaciones guerrilleras de este país y ustedes no conocen a los periodistas”. Los comunicadores estaban interesados en cubrir la “consulta” que se realizaba en los pueblos. Por su parte el EZLN impondría - a cada medio autorizado -, la cuota de 20 litros de gasolina para entrar al territorio. Cuidadoso Marcos nos consultaba qué cómo veíamos la medida. “Está bien”, respondí yo. Pa’ lo cabrones que son un buen de ellos, pensé. Días después el Sub estaría desmintiendo a algunos reporteros.
 
En la escuela estaba Gloria Muñoz. Había sido una de las primeras en entrar. Giomar, que había entrado desde el día 3 de marzo, intercedía para que le dieran paso a su amado JR. Marcos la molestaba: “¡Ah! Una pareja pa’toda la vida… Y vivieron felices para siempre.” Más tarde el Sub dio una conferencia en la pequeña e improvisada sala de prensa zapatista que se ubicaba en el patio de la escuela. Ahí Marcos preguntó cómo fue que habíamos decidido publicar los primeros comunicados. Confiado contesté: Pues como dijo Conchita, “Si no son del EZLN pues después que nos desmientan”. Luego dije el chiste que contaba Concha: “Salen debajo la sotana y dicen sorprendidos: ‘¡Ay!, llegó un comunicado’.” ¡¡¡No lo hubiera dicho!!! El Sub se dio la emputada de su vida y me dijo con voz pausada, en frases cortas, como tratando de no explotar, pero bien encabronado: “Como tú recoges todo… lo que encuentras… no importa si esta embarrado de… mierda.” Gloria me quedó viendo con una sonrisa de satisfacción y como diciendo: “¡La cagaste!”. Yo me dije: “¡Ándale pendejo! Por andar de chistosito”... Antes el Sub no me mandó directito a… Sancris.
 
Me caí de la nube que andaba
Como a veinte mil metros de altura
Por poquito y pierdo la vida
Esa fue mi mayor aventura…
 
Y sobreviví.
 
¡Ni se la van a creer!
 
VI. En la Selva Lacandona
 
8 de Marzo de 1994
Día Internacional de las Mujeres en un pueblo zapatista. 
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