Apuntes sobre el odio en la Argentina

La ESMA

26/03/2004
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(Incluye varias consideraciones sobre la lavandera en el restaurante, el obrero de vacaciones, el pibe que estudia y una hipótesis acerca del desempleado de hoy que ofrecerá a su hijo un bife de chorizo. También contiene una cita de memoria de Marcuse para compensar el epicentro jauretcheano) En la ESMA, como en otros centros clandestinos de detención, se torturaba a mujeres embarazadas. A los demás prisioneros también, por supuesto. Pero vale remarcar ese dato para entender el porqué de la perdurabilidad de una sensación colectiva que combina sentimientos de difícil explicación en un trazo. ¿Cómo son las personas que torturan mujeres embarazadas? Me lo he preguntado a lo largo de todos estos años; desde que resultó posible, en tiempos de la dictadura, asomarse a los primeros datos certeros sobre lo que estaba ocurriendo. Nunca supuse que la más espectacular y sentida denuncia alcanzara a dar cuenta de semejante situación, o implicara la descripción cabal de lo acaecido en ese lugar, en aquél entonces.
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Es claro que puede escribirse poesía después de la ESMA; lo es también que la esperanza de una sociedad mejor renace pese a la ESMA. Y que muchas cosas que sucedieron allí ya habían sucedido antes. Pero la mente -que presume recordar esos datos-se nubla de sorpresa al conocerlos en tanto recientes, al descubrir que algo que resulta mucho más que un delito aberrante se cometió ayer nomás y que sus hacedores están dispuestos a reiterarlo si se dan las circunstancias laborales adecuadas. Esto es: somos peores después de la ESMA. Las relaciones entre los sectores populares empeoró después de la ESMA; y los vínculos familiares; y los lazos barriales; y nuestras formas expresivas; y - quizás-nuestros sentimientos. Somos peores después de la ESMA, pero no debido sólo a eso, sino a la cultura oligárquica que desembocó en la ESMA, al proceso que derivó en la desestructuración de tantos individuos y en la ruptura de elaboraciones populares trascendentes. Está bien, es así ¡y mucho más!, pero la ESMA fue el "detalle" que nos informó que la monstruosidad podía ser "normal", realizada por personas que parecían corrientes, y es la ESMA la que nos promueve la equiparación en un intento burdo de comprensión entre lo que allí se hacía y lo que hace una parte de nuestro querido pueblo cuando se violenta entre sí -con sus hijos, por caso-o esta rara humanidad cuando se despliega en ansia de destrucción. Nos lleva al borde, pues, de la incomprensión total, ya que si ahondamos en esa dirección hallamos sin más la exculpación de los genuinos y profundos responsables: quienes lo hicieron y quienes lo dispusieron. Terminamos recluyéndonos en el escepticismo que emana de la legendaria prédica grondoniana acerca de las responsabilidades compartidas y en las reflexiones propias de sabios sin sabiduría que indican que en las mismas circunstancias todos procedemos igual. Y que la formación. Y que quién es en última instancia el culpable (si es el sistema de explotación mundial, como dicen los "yo te voy a explicar cómo funciona esto", da lo mismo, pues el asunto se torna innominado). Y que patatín y que patatán.
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Marcuse indicaba que la libertad absoluta no era sino la libertad del jefe del campo de concentración: quiero a esta mujer, la tomo; quiero matar ese hombre, lo mato; quiero hacer sentir dolor, bueno: hago sentir dolor. La transgresión noventista argentina tiene mucho de eso, pero no por Marcuse, sino por ser posterior a la ESMA (Si, ya sé, entre otras cosas). Y si la sumisión es la contracara, el equilibrio entre el deseo propio y el del otro es un desafío humano de proporciones que merecería considerarse a la hora de realizar proyectos políticos de largo alcance. ¿Porqué se torturaban mujeres embarazadas en la ESMA? La maldad, lejos de ser apenas una parte del ser humano, está interrelacionada con el resto de su composición, que no es sino un desarrollo imbricado entre el medio y la propia voluntad. Pero el odio oligárquico argentino es singular: tiene evidentes puntos de contacto con el nazismo y sus variantes en distintas naciones, involucra aspectos muy reconocibles de las grandes tragedias de la humanidad, condensa rasgos comunes con sentimientos feroces -y actos derivados-de grupos e individuos en distintas circunstancias. Pero es singular.
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A ver: no parece haber país en el mundo en el cual el crecimiento económico social haya generado un repudio, un desprecio, un racismo, un veneno tan profundos como aquí. Ya sé que el cabo Gómez no pensaba en eso pero igual castigaba. Lo único que falta es que Roberto Alemann se manche las manos. Lo cierto es que el rencor de masas en la Argentina mueve montañas, consigue que un tipo sienta placer en torturar una embarazada, y se pregunta, como se preguntaba Camps, porqué no cuidaron a sus hijos antes en vez de venir a pedir ahora. (Ya conocemos el comentario de actualidad: "tienen un montón de hijos y después no saben cómo alimentarlos. Son unas descuidadas, por ser elegante en la definición". Quienes hablan así están contra el aborto. Y en una tercera dimensión que debería azorar y es considerada natural, combaten cualquier intento de normar opciones de salud reproductiva. Crean nuevas ESMAS, con paredes transparentes. Ha escrito Umberto Eco que los pobres pagan por sí mismos y por los que hablan sobre ellos.) Casi la mitad de la nación argentina está atravesada, criada por el odio. Es mediocre. Y puede reincidir. Que los peronistas, que los subversivos, que los piqueteros, que los villeros, que los cartoneros, que los inmigrantes, que los delincuentes. La pucha digo. Somos peores después de la ESMA. Todos. Pero ellos eran peores ANTES DE LA ESMA y por eso sus ensayos previos fueron elocuentes aunque lograron el barniz democrático de La Nación. El golpe de Estado de 1976 concretó el intento parcialmente obturado de su predecesor de 1955. Instaló, sin vacilar, a sangre, fuego y propaganda, el Decálogo del Zonzo como Política de Estado en todos los órdenes, elevó hacia el éxito a las figuras menores en todos los ámbitos, desactivó las zonas creativas de la comunidad, condenó al talento a la zona gris de los "fracasados". Lo consiguió. Si ninguna victoria es total, cabe sin embargo dimensionar su alcance. Lo palpamos día a día en la desindustrialización, pero también en los grupos de rock que condenan a los investigadores argentinos a través de Greenpeace. Lo consiguió. No absolutamente, claro, pero hay quien dice "yo pago con mi trabajo los 150 pesos que se llevan los desocupados por no hacer nada". Y otros añaden: "Este gobierno está lleno de zurdos. ¡Dónde iremos a parar!". Allí también se detecta la triste victoria de la dictadura.
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Este 24 de marzo de 2004 es un quiebre histórico. La persistencia de muchos permite ofrecer a todos la posibilidad de ser mejores. Ofrece la ocasión de aprender a vivir sin mirar por encima del hombro, de intentar habitar un sitio sin discriminar, de tratar de convivir con tensión y respeto, con dificultades y acuerdos, con entreveros y acercamientos. Nada fácil para la muy difundida cosmovisión de seres como Jorge Rafael Videla o José Alfredo Martínez de Hoz. O Alejandro Agustín Lanusse, para que quede bien claro. Y si tales nombres no significan mucho para las nuevas generaciones, vale indicar: el odio en la Argentina tiene un prestigio inusitado, pues forma parte de las buenas costumbres de los segmentos empinados que merecen recurrentemente la emulación simiesca de una parte de la sociedad. He ahí el problema, que desculó como pocos aquél libro de Arturo Jauretche, en el cual se indicaba que no hace falta ser "clase media" para ser medio pelo, pues cuando el ansia de diferenciación con el de abajo se expande, siempre hay alguien a quien humillar. De ahí la vigencia del desdén rencoroso transformado en "cobertura de actualidad" en las "Charlas de Quincho" de Ambito Financiero, comidilla de la medianía cerebral local y asentamiento ideológico - si ¡ideológico!-de los programas de Amplitud Modulada en la movida mañana porteña. El cabo Gómez, como el Nene Sánchez, interpretan bien el anhelo profundo de las zonas dominantes y "saben" que es de buen gusto ejercer la libertad total, lo cual lleva a sentirse superior al pelafustán. Escuchen a Ari Paluch, el moderno conservador transgresor escandalizado por todo, y después me cuentan. Después me cuentan si ese razonamiento no lleva a la represión. Pero una represión transgresora, para gente como uno, no como el cabo Gómez a quien, finalmente, se le suelta la mano. ¿Cómo son las personas que torturaron mujeres embarazadas en la ESMA? Es probable estudiar sus circunvoluciones, sus turbulentas historias familiares, su formación castrense, pero más atinado parece conocer la cultura en la cual se reflejan, a la cual pretenden asimilarse aunque íntimamente sepan que jamás pertenecerán.
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La voz del Presidente pide perdón en nombre del Estado. Situación confusa a primera vista. ¿Porqué se hace cargo? Al mismo tiempo: ¡hay un Estado que se hace cargo! Simultáneamente: sin soluciones al problema de fondo que originó aquél fantástico odio oligárquico, en pocos meses semejantes palabras pueden padecer un deterioro infernal. Y la ESMA puede quedar, como dice hoy la izquierda, cual un placebo. Pero nuestros corazones lo saben: ya nada será igual. Porque en la Argentina un presidente dijo que los asesinos son asesinos, y actuó en consecuencia. Y además, todo el Primer Cuerpo está en cana. Y Bendini descolgó, tan pancho, los cuadros de los dictadores.
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Hace apenas minutos, en términos históricos, que empezamos a volver a ser mejores. Los resultados de esta acción oficial recién se palparán con los años. Como suele suceder con las derivaciones de cambios profundos, esos resultados serán percibidos con cierta naturalidad, casi olvidando el gesto que les dio origen. Será tarea de los recordadores del pueblo informar que la persistencia de muchos permitió a uno ejercer el acto que modificó la vida de todos. Bien. Pero no se desarma así nomás semejante odio. Hace 50 años una lavandera ocupó una mesa en un restaurante. Eso es grave. Hace 40 años un obrero se fue de vacaciones a un lugar agradable. Ni olvido ni perdón. Hace 30 años, inclusive, el pibe del barrio podía acceder a la universidad. Las quieren todas. Todo ese resentimiento acumulado surge una y otra vez entre los guardaespaldas de Bartolo de los cuales habló Homero Manzi. Y lo repetirá a su manera Daniel Hadad quien hasta viene de otro lado pero "llegó" --¡llegué papá, dijo Neustadt al ser invitado a dar una conferencia en la Facultad de Derecho-merced a la prestigiosa actividad de traficar cosas para cuyos portadores solicita la pena de muerte.¿Cómo son los que torturaban mujeres embarazadas en la ESMA? Bueno, bastante parecidos a gente que conocemos muy bien.
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La Argentina nunca termina de nacer porque cuando empieza a engendrar con potencia y salud alguien se ocupa del asunto. Para que la contradicción vida - muerte pueda desplegarse dialécticamente es preciso que el primer tramo se despliegue; de otro modo, la primacía del segundo "polo" -más duradero-se afianza. Mordisquito lo explicó a su modo. Y después agarró y se murió. Justo cuando había dejado de fumar. Este 24 de marzo, Kirchner acertó. Convirtió uno de esos goles que vale la pena recordar. Pero la tarea que queda por delante es ciclópea. Nuestra bronca, que sigue siendo un digno e ingenuo reclamo de Verdad y Justicia, de Justicia Social, de Independencia Económica, de Soberanía Política, tendrá que vérselas con un borroso y oscuro sentimiento que anida en enormes masas de la población, que renacerá con energía inusitada cuando un desempleado de hoy pueda, mañana, acariciar orgulloso los cabellos de su hijo y diga: --Hoy de comer, hay bife de chorizo. ¿Te gusta? Bueno, contame ¿Qué querés ser cuando seas grande? ¿Pensaste en seguir alguna carrera? Ahí sí, Ellos intentarán poner orden frente a tanta desmesura. ¿Qué es eso de permitir que crezca un argentinito talentoso? Válgame Dios. ¡Una ESMA aquí! Y Nosotros, ¿qué haremos?
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