Cartes y la derecha adelantan definiciones políticas
El Partido Colorado retorna al poder
02/07/2013
- Opinión
Transición: el presidente electo de Paraguay reivindicó la necesidad de que el país vuelva al Mercosur y a la Unasur; mostró acercamientos con Venezuela y ofreció grandes oportunidades de inversión a empresarios brasileños. Reafirmó su defensa de la propiedad privada –es decir, negó la posibilidad de una reforma agraria, se alineó con los sectores del negocio agropecuario y reivindicó su proyecto de maquila, producción a bajo costo con condiciones precarias de empleo. Fueron las primeras definiciones del Partido Colorado tras la victoria electoral. La izquierda quedó afectada por la derrota en las urnas. Dos de sus referentes analizan los resultados, la etapa que comienza y los pasos a seguir.
Tras haber ganado las elecciones con el 48,6% de los votos el 21 de abril el empresario Horacio Cartes asumirá la presidencia el 15 de agosto. En sus primeras actividades públicas, interrumpidas por una operación de hernia de disco, Cartes dejó en claro su pretensión de que Paraguay regrese a los espacios continentales de Mercosur y Unasur, de los cuales fue suspendido en junio del año pasado tras el golpe legislativo contra Lugo.
El candidato vencedor, del Partido Colorado, reafirmó que su gobierno priorizará las relaciones regionales e inclusive señaló que pediría al Congreso Nacional que apruebe el ingreso de Venezuela al Mercosur, un viejo dilema de la política nacional. También señaló que invitaría al presidente Nicolás Maduro al acto de asunción de mando, afirmación que desató fuertes reacciones en la derecha y la prensa burguesa, que pusieron en marcha una campaña para evitar la presencia del mandatario caribeño. El presidente bolivariano fue cuestionado y denunciado penalmente por los sectores golpistas luego de que, siendo canciller, encabezara la delegación de Unasur que viajó a Paraguay ante la destitución de Lugo.
La derecha paraguaya recupera el poder con Cartes, un dirigente que no proviene de la política tradicional del país. En una de sus primeras declaraciones reafirmó su acompañamiento a los empresarios del agronegocio al visitar la Expo Santa Rita, la principal muestra del sector. Allí, en esa ciudad del departamento de Itapuá, dio sus primeras definiciones públicas sobre algunas políticas de su futuro gobierno. Primero prometió ante los productores agropecuarios y terratenientes que durante su gestión se respetará la propiedad privada. Y defendió su proyecto de desarrollo bajo el régimen de maquila (fábricas de productos o empresas de servicios a bajo costo con un sistema laboral precario), al sostener que eso atraerá inversionistas y generará oportunidades a la población juvenil paraguaya que demanda empleo. “Seremos una herramienta útil para el pueblo que quiera trabajar”, señaló.
El presidente electo invitó a industriales brasileños a instalarse en el país y reconoció que “ellos pueden ser mucho más eficientes con nosotros”. Alentó a los paraguayos a “ser serios y ofrecer reglas claras” para los inversionistas. “Yo quiero trabajar con Brasil y no contra Brasil. Paraguay es un país bendecido, tiene energía, una necesidad mundial que compartimos con ellos y esa es una tranquilidad para trabajar. Hay muchas razones para que seamos felices juntos”, reafirmó.
Mientras espera asumir, Cartes designó un equipo para llevar adelante la transición con el gobierno actual de Federico Franco. Una de sus primeras demandas fue la suspensión de las licitaciones del Poder Ejecutivo, sospechadas de estar sobrevaluadas, rápidamente desestimada por el actual Presidente, que asumió tras el derrocamiento de Lugo. El dirigente del Partido Colorado también pidió acceder a los acuerdos con la multinacional canadiense Río Tinto Alcán, sospechada de haber instigado el derrocamiento del ex obispo. En este caso, logró que Franco suspendiera las negociaciones y se ofreciera a transferir las gestiones iniciadas al equipo de gobierno entrante.
Cartes puso énfasis en sus primeros 100 días de gobierno, en los que aseguró que “va a salir polvareda de este país”, gracias a la predisposición de mucha gente para generar cambios en diferentes ámbitos. También dijo estar convencido de que “se puede poner orden en Paraguay”. Y cuestionó los errores cometidos por el Partido Colorado, especialmente el haber “abandonado a la gente”. Dijo que su fuerza política –a la que se afilió para participar de las elecciones de abril– debe pedir disculpas y rectificar rumbos porque “nació para la gente humilde pero le ha dado la espalda por mucho tiempo”.
Razones del triunfo
Las organizaciones sociales interpretan que el derrocamiento de Lugo cambió de modo radical la agenda política. Los actores de la derecha, omnipresentes en la prensa patronal, se dedicaron a instalar sus prioridades: privatización de las empresas públicas, demandas del agronegocio, explotación de los recursos mineros, gasíferos y petrolíferos del país, entre otros puntos de la agenda neoliberal.
Ese fue quizás uno de los motivos centrales por los cuales se concretó la victoria electoral del Partido Colorado, que no causó sorpresa ya que Cartes siempre lideró las encuestas de opinión tras el derrocamiento de Lugo. Pero aún varias semanas después de las elecciones diversos espacios políticos y sociales intentaban otras respuestas ante esa misma pregunta: ¿cómo retornó la derecha a la presidencia después del triunfo progresista en 2008?
Una primera respuesta concluiría que la gestión de Lugo no llegó a satisfacer a las masas empobrecidas. No hubo reforma agraria; no hubo planes masivos de vivienda; se desarrollaron pocas políticas sociales inclusivas. Aunque sí hubo algunas decisiones de gobierno con alcances profundos, como la declaración de gratuidad en la salud, una medida importante que no llegó a concretarse en la totalidad en los servicios médicos públicos por la falta de profesionales capacitados y la ausencia de presupuestos razonables, cercenados por un Congreso que se mantuvo bajo el dominio de la derecha.
Tampoco puede desconocerse el miedo que sembraron los partidos tradicionales y la prensa patronal luego de la masacre de Curuguaty, donde fallecieron 17 personas entre campesinos y policías en un absurdo desalojo que no se investiga cabalmente y por el que permanecen presos una docena de los ocupantes campesinos. El golpe de Estado parlamentario fue un sacudón tremendo que desnudó la presencia de una masa crítica que apoyaba al Gobierno pero que no tenía la fuerza necesaria para tomar las calles y reclamar la permanencia del Presidente que había elegido en las urnas. A partir de allí, la prensa patronal se encargó de demonizar aún más a “la izquierda”, incluyendo bajo este rótulo también a sectores de centro y centroizquierda.
Ya en campaña electoral, el espacio progresista sufrió las disputas de ambiciones personalistas que llevaron a la fractura del Frente Guasu, del cual se escindió la corriente Avanza País, que llevó como candidato a Mario Ferreiro. Tras este desmembramiento fue imposible constituir una alternativa a la candidatura de Horacio Cartes, que tuvo desde siempre el respaldo del poder establecido y del Partido Colorado, además de enormes recursos económicos para la campaña. Ese espacio alternativo lo intentó ocupar el Partido Liberal, que traicionó a Lugo y apoyó el juicio político que lo destituyó. Su candidato, Efraín Alegre, padeció la desconfianza del electorado de centroizquierda por el golpe parlamentario, el cual no apoyó la idea de que Alegre era “menos malo” que Horacio Cartes.
El Frente Guasu apuesta ahora a la actividad parlamentaria. Lugo, que encabezó la lista legislativa de la agrupación, resultó electo senador y arrastró el 9,59% de votos, lo que permitió el ingreso de otros cuatro senadores. La izquierda conformará así la tercera bancada más importante, desde donde buscará encabezar una resistencia que se estima compleja. Otros dos senadores ingresaron por las listas del desprendimiento del Frente Guasu, el movimiento Avanza País, lo que anima la posibilidad de que puedan al menos terciar en el debate parlamentario.
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