Elecciones 2014 y cuatro visiones de país
01/12/2013
- Opinión
Ante la llegada de un nuevo periodo eleccionario, Mamani sostiene que Bolivia sigue en el meollo de sus disyuntivas históricas.
Antes de las elecciones de 2014 predominan cuatro visiones de país en Bolivia. ¿Cuáles son? Una de ellas es la paradójica, otra la maquiavélica; una tercera, la neoliberal y finalmente la cuarta, la radicalización de la lucha anticolonial.
La visión paradójica está representada por el partido gobernante. Su particularidad se refiere a que si bien hizo reformas, al mismo tiempo hizo contrarreformas de sus propias reformas. Se observa que ésta será su lógica de actuación para las elecciones de 2014. Y si las gana, su conducta se mantendrá con la posibilidad de radicalizarla. Hecho que al parecer está ya preparado y en otro caso le ha dado terreno para firmar alianzas con grupos con los que aparentemente tiene rivalidad. Su actuación es aparentar ser "revolucionario”, para luego deshacer ese hecho revolucionario con la sola finalidad de mantenerse en el gobierno. Algunos a esto lo llamarían pragmatismo. Pero la diferencia con el pragmatismo es que éste no tiene la finalidad de profundizar las transformaciones sociales, sino de posicionarse en sus contrarreformas.
En el fondo es para mantener los privilegios que el poder otorga. Así, lo paradójico, más que una sorpresa, es una tragedia en sí misma. No hay la menor intención de percatarse de ello porque lo que importa es mantenerse en el poder al costo que sea, incluso de su propia derrota y descrédito total. Aquí ya no tiene nada que argumentar en favor de la moral política ni mucho menos cuidar la fuerza social con la que aún cuenta. Su finalidad es mantenerse como los mismos grupos de poder. A esto lo llamamos el reacomodamiento en el poder de nuevos y viejos grupos. Su fin último es reproducirse como la nueva oligarquía, que es la conducta del sistema colonial y republicano. Ejemplos de ello hay muchos. Uno de ellos es la convivencia abierta con las transnacionales petroleras y mineras, además de los terratenientes y agroindustriales.
La maquiavélica, aunque todavía no tiene una práctica real, es una visión que está dándose en sentido de pactar de una vez entre lo indígena y lo criollo en tanto un problema de radical diferencia entre ambos. Éste tiene dos lugares de enunciación. Uno de ellos es desde cierta intelectualidad indígena o aymara. Aquí la apuesta es: si la derecha eventualmente vuelve al gobierno, los indígenas, mediante el pacto, tendrán garantía de sus logros. Y el otro lugar de esta posibilidad son los grupos de derecha criolla, que ven lo indígena como el hecho político inevitable. Ahí aparece, por eso es maquiavélico, una utilización mutua. Aunque los de la derecha criolla tienen las mayores posibilidades de ganar porque tienen mejores condiciones históricas y espacios de decisión. Aquí aparecen los demócratas de Santa Cruz y Frentes Amplios que buscan por todos los medios a los indígenas, tanto del oriente como de los Andes. Y ante ese hecho, los intelectuales indígenas pecan de cierta ingenuidad. Confían en que pueden lograr ese compromiso, pero es difícil mientras no se muestre una fuerza propia. En este sentido, lo maquiavélico es tratar de cruzar las fronteras étnicas y su separación sociológica real.
Y la visión neoliberal es aquella de retornar de modo abierto al sistema neoliberal porque quienes impulsan esa visión están convencidos de que en ella tienen las mejores condiciones de mantenerse en el poder. Ésta está dada porque siempre es mejor estar en el poder que estar gobernado por un indio y los otros. Su sentido es no subordinarse ante estos otros porque de todos modos es el "otro histórico” una amenaza. Uno de sus representantes dijo que el único que podría hacer frente a Evo es él (Sánchez Berzaín). Ahí debe quedar claro, sin embargo, que esta perspectiva no solamente es de quienes han sido derrotados en octubre de 2003, sino también de los que hoy aparecen como la nueva cara de la política. Aquí la intención es recuperar el poder gubernamental porque es la única manera de hacer viable el retorno de lo propio. Mientras no tengan ello, tienen que aguantar lo que existe, situación que los enoja porque es como sobrevivir en las faldas ajenas. La visión de radicalizar la descolonización es una visión que está dada en respuesta a las otras visiones en las que predomina el mantenimiento de la condición colonial y neocolonial del país. Allí se siente que lo indígena originario y popular es reducida a un radical "nada”. Es la nueva invisibilidad de sociedades como los ayllus y el sistema de organización de capitanías. El ser nuevamente la "nada” ha despertado todo un movimiento que se está replanteando un nuevo sentido de lucha y sus estrategias. Éste tiene dos componentes.
Uno, tratan de reconducir el proceso y, dos, se plantea ir más del allá de la propia Constitución porque se lo considera como un hecho todavía neocolonial. Los que quieren reconducir el proceso tienen la esperanza de volver al proceso constituyente y además consideran a la Constitución como el paradigma inevitable. Reconducir es recuperar las luchas pre-constituyentes con el fin de poner límite al despotismo gubernamental. Y los otros, en relación a éstos, no ven la Constitución como el hecho que trastoca el viejo orden republicano. La nueva Constitución es vista como la Constitución de la era republicana colonial; radicalizada en sus reformas y negociaciones en el Parlamento de octubre de 2008. Ante esa realidad, se plantea la reconstitución real del poder propio y de la política frente a la enajenación y robo del poder hasta hoy logrado. En esta visión se plantea ir más allá de la Constitución y del proceso constituyente porque se sostiene que se perdió totalmente el sentido de la descolonización y la radical transformación del poder y del sistema económico.
En este sentido se considera a las otras visiones como lo mismo de siempre. Despotismo, corrupción, tiranía política, acumulación del excedente para fines de grupos particulares, discriminación por factor "raza”, y un nuevo orden fundado en la mismidad del mestizaje que en el caso boliviano es un artificio de lo criollo. Por eso se plantea radicalizar lo "propio” frente al peligro de la "nada”. El hecho es no correr riesgo de volver a ser la "nada”, de la que los sindicatos campesinos, por ejemplo, no se dan cuenta. Es radicalizar la descolonización del poder, del sistema de privilegios por factor "raza” y de la economía, factores de orden colonial.
Así, Bolivia sigue en el meollo de sus disyuntivas históricas. Un hecho nada despreciable para la acción social y la reflexión política y académica.
En el fondo es para mantener los privilegios que el poder otorga. Así, lo paradójico, más que una sorpresa, es una tragedia en sí misma.
Domingo, 01 de diciembre de 2013
Pablo Mamani
Sociólogo
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