Declaración de guerra civil indígena
25/09/2003
- Opinión
Memoria de las luchas indígenas y el estado
Abril y septiembre de 2000 y junio-julio de 2001 es parte de un
campanazo o un llamado de los indígenas para una declaración
pública de una "guerra civil" ocurrida el domingo 21 de
septiembre en Warisata, altiplano norte de La Paz. Achakachi
junto con Huarina, Warisata y comunidades del altiplano norte y
los valles de Sorata han sido los actores de las impresionantes
movilizaciones realizados en la región durante el año 2000-2001,
junto con los indígenas de la región del Chapare, Cochabamba.
Son los primeros levantamientos indígenas del siglo XXI en
Bolivia, mismos que se han convertido en uno de los detonantes
para el cuestionamiento del modelo de libre mercado. En los
bloqueos del camino en el altiplano norte de La Paz en el año
2000 se había pronunciado, sobre la base de un profuso sentido
de identidad indígena, auque de forma tímida, una "guerra civil"
como parte de una demostración de fuerza y "autonomía" de las
comunidades indígenas aymaras y qhiswas de la región frente a
las fuerzas del estado. Se han tejido y reforzado ideas,
decisiones, actos y sentimientos compartidos como parte de los
sentidos de pertenencia identitaria indígena contrapuestas al de
las identidades criollas-mestizas predominante en los espacios
del poder político y económico en Bolivia. ¿Cómo podríamos, sin
embargo, entender con cierta precisión los hechos recientemente
ocurridos en Warisata y Sorata? ¿Cómo se explica la declaración
de "guerra civil" indígena en términos históricos?. ¿Qué
significa la declaración de "guerra civil" dentro del campo
simbólico y político? Una primera y necesaria aproximación
para entender el mismo es la historia.
La historia de los levantamientos indígenas en la colonia y la
república y las condiciones actuales de beligerancia estatal y
social provocado por el modelo de libre mercado se constituyen
en algunos de los referentes para entender los hechos ocurridos
en Warisata y Sorata. Los indígenas tienen una larga historia
de declaraciones de guerra a los estado en la colonia y la
republica. No es novedad, en este sentido, la "guerra civil"
declarada en Warisata. Es el caso de Tupaj Katari y Zarate
Willka. Los Katari de La Paz (del Valle de Siles, 1990) y
Chayanta (Nicholas, 1998) en 1780-81 habían declarado una guerra
indígena y de guerrillas a los españoles. Pablo Zarate Willka
(Condarco, 1983) y los Willkas en la república (1899) también
habían declarado una guerra al estado republicano. Los
pronunciamientos o proclamas de Q'araqullo (Caracollo) y Peñas
por Zarate Willka y Juan Lero son parte de este hecho. Era un
levantamiento indígena gigantesca en toda la región central y
sur del altiplano y los valles de Bolivia. En cada uno de ellos
se han construido, además, "cuarteles indígenas" y "gobiernos
locales-regionales" y símbolos del poder indígena. Y el estado,
en estas relaciones, es portador de una larga historia de
masacres indígenas que ha ahogado en sangre toda pretensión
indígena de autogobierno o ante las simples demandas locales de
mayor justicia. En cierto modo la historia del estado en
Bolivia es la historia de las masacres indígenas. Hay,
entonces, una construcción de dos lógicas contrapuestas
irreconciliables que en tiempo en tiempo se recrudecen, aunque
en determinadas etapas históricas se convierten en endebles
pactos entre ayllus-estado, que al menor quiebre histórico
explota. Este es una línea roja que atraviesa la historia
política y social de Bolivia constituida como "fronteras
étnicas" (A. Guerrero, 1998) entre indígenas o indios y los
grupos de poder blanco-mestizo dominantes en Bolivia.
En la ultima parte de esta historia de las relaciones estado-
indígenas en cuanto referentes del conflicto y pacto desigual,
es importante manifestar que los indígenas de Sorata, Ilabaya,
Achakachi, Warisata son actores históricos de la guerra del
Chaco con Paraguay en 1932-35. Los indígenas aymaras y qhiswas
al participar en esta guerra internacional se convierten en
referentes directos de la memoria histórica, producto del cual
exigen al estado el derecho de ciudadanía negado, sin embargo,
sistemáticamente. Además, se guardan memorias de lucha y las
mismas armas de fuego. Estas se manifiestan en sentimiento de
orgullo social por ser parte de la defensa del petróleo y del
territorio del Chaco. En ese sentido hay un sentimiento de
legitimidad histórica para convertirse en parte de los destinos
de este país. Los abuelos a través de la memoria oral han
trasmitido a sus hijos y nietos su participación en esta guerra
que hoy de algún modo se manifiesta como rebeldía india.
Asimismo los aymaras del altiplano norte participan en la
revolución de 1952. Este es otro referente para entender la
declaración de "guerra civil" en Warisata. Hay una memoria
corta que tiene alcance político-militar bastante fuerte en la
región. Achakachi ya tenía en 1953 un cuartel "campesina"
llamado el regimiento Gualberto Villarroel similar al cuartel de
Patamanta de la provincia Los Andes (Albo, 1979). Estos
regimientos campesinos desfilan en el primer aniversario del 9
de abril en la ciudad de La Paz. Otro hecho importante a tomar
en cuenta es que antes de 1952 los hacendados propiciaban
conflictos intercomunidades entre haciendas y comunidades. En
ese sentido hay una memoria de lucha indígena en la región. Al
que se suma la propia experiencia de los jóvenes indígenas que
van (vamos) al cuartel más que los otros sectores de la sociedad
nacional. En el cuartel se aprende a tener tácticas y
estrategias de guerra que en cierto modo es aplicado en los
enfrentamientos con las fuerzas del estado.
Entonces los cuarteles "campesinas" de Achakachi y Patamanta de
1952, son parte de esta historia. El MNR se catapulta con estos
cuarteles como el partido "revolucionario" y clienteliza las
masas "campesinas", mismo que se refuerza posteriormente con el
pacto militar-campesino en los años 60s y 70s.
En este sentido hay una conjunción de dos hechos en este
proceso: por una parte hay una experiencia y memoria de los
levantamientos indígenas en la región, como el de Tupaj Katari,
Zarate Willka y la participación en la guerra del Chaco y los
conflictos intercomunidades provocados por los hacendados. Y
dos, hay la participación indígena en la revolución de 1952
donde el propio MNR es quien arma a las milicias "campesinas"
para convertirlo al servicio del gobierno. Entonces se mezclan
dos hechos históricos de importancia, una, la memoria larga y
otra una memoria corta (Rivera, 1982). Algunos funcionarios del
estado como el propio Ministro de gobierno Yerko Kukoc parecen
desconocer este hecho, es decir, sobre el equipamiento con armas
a los "campesinos" en 1952 por el propio MNR. La siguiente
afirmación del ministro deja traslucir ese hecho: "Es preciso un
profundo análisis sobre la gente de Warisata y Sorata, que tiene
una capacidad de rechazar en forma armada al orden público".
(La razón, 22/09/03). En este sentido ¿se podría acusar y
juzgar por los actos recientes a los indígenas de Warista sin
juzgar también a los intelectuales históricos de armar a los
"campesinos" como es el propio MNR?
De esta manera hay una línea difusa que en determinado tiempo
histórico se convierte en una línea abierta de frontera étnica
porque ésta explota y debela las condiciones de dominación
étnica en Bolivia. Es como una memoria larga que atraviesa la
historia misma de la república y la historia de la vida social
de los indígenas que de tiempo en tiempo explota y pone en jaque
al estado neocolonial de Bolivia. Auque en determinados tiempos
y espacios de la sociedad desaparece éste para simular pactos
entre estado y los indígenas. Es una línea divisoria que separa
entre una sociedad indígena dominada y otra sociedad minoritaria
dominante. Es la extensión cotidiana de las condiciones
económicas y políticas de un colonialismo interno. Los hechos
recientes hechos acaecidos en Warisata y Sorata no son ajenos a
esta historia de dominación étnica, por una parte y a las luchas
indígenas locales y regionales mantenidas durante la historia de
la república y la colonia, por otro.
De manera precisa ¿cuál es el contexto coyuntural que envuelve a
los hechos ocurridos en Warisata?. ¿Hay un ambiente de
conflicto general en Bolivia para terminar con la declaración de
"guerra civil" en Warisata?. Veamos las movilizaciones sociales
que anteceden a los hechos del sábado 20 de septiembre de 2003.
Warisata y las movilizaciones sociales en Bolivia
Los antecedentes inmediatos a los hechos de Warisata son las
multitudinarias movilizaciones sociales en rechazo a la venta
del gas a Estados Unidos y México por puertos chilenos.
Asimismo hay un paro realizado por los alteños en la ciudad de
El Alto con total éxito. Además, existe una huelga de hambre de
parte de los dirigentes "campesinos" o indígenas de las 20
provincias de La Paz, en la ciudad de El Alto. Por su parte
hace dos semanas las viudas de los beneméritos de la guerra del
Chaco han realizado una huelga de hambre que no fue atendida.
En este sentido hay un ambiente de beligerancia entre gobierno y
las organizaciones y los sectores indígenas o "campesinas".
El día domingo 7 de septiembre se anuncia la llegada de los
marchistas o caminantes del altiplano hacia la ciudad de La Paz
en contra la venta de gas por puertos chilenos y la atención a
los convenios firmados entre "campesinos" y el gobierno. Unos,
desde Huarina y el otros desde Q'araqullo (Caracollo). Los
mismos al arribar a la ciudad de El Alto se alojan en distintas
partes, los unos en previos de la Universidad de El Alto y los
otros en el auditorio de la radio San Gabriel. Durante la
semana los marchistas no protagonizan actividades de mayor
importancia. El día domingo 13 de septiembre se habla en
algunos medios de prensa del fracaso de los bloqueos anunciados
en el altiplano de La Paz (La Prensa, 14/09/03). El martes 16
se anuncia bloqueos de los caminos de los yungas de Caranavi y
nuevamente se habla del fracaso de los bloqueos en el altiplano
de La Paz. El día lunes 15 y martes 16 se desarrolla un paro
indefinido convocado por la Federación de los Juntas Vecinales
de la Ciudad de El Alto (FEJUVE), mismo que termina con la
anulación de los formularios maya y paya. Estos formularios han
sido denunciados como parte del incremento en el pago de los
impuestos a los inmuebles. Este paro ha sido acatado en su
totalidad. El viernes 19 de septiembre se realizan
multitudinarias marchas en las ciudades de El Alto, La Paz,
Cochabamba, Oruro, Potosí (con para cívico) en contra del
proyecto de la venta de gas por puertos chilenos. El gobierno
del MNR de Gonzalo Sánchez de Lozada tiene al parecer decido
exportar el gas por puertos chilenos, hecho que es rechazado en
amplios sectores sociales. En la plaza de San Francisco de La
Paz durante esta jornada se desarrollan manifestaciones y quema
de los muñecos o efigies de Sánchez de Lozada con gritos como:
"¡ahora sí, guerra civil!". Además, se produce violentas
gasificaciones policiales a los manifestantes. Estas
multitudinarias manifestaciones crean un ambiente de
beligerancia estatal y social porque por una parte el gobierno
minimiza estas multitudinarias manifestaciones y por otra se
acrecenta sentimientos antiMNRistas en la población, y en las
organizaciones políticas de la oposición y particularmente en
los indígenas de la gran región andina.
Durante la segunda semana de septiembre, aproximadamente el día
viernes 12, se habla de pequeños bloqueos "campesinos" en
Sorata. Al parecer no tiene mucha importancia. Sin embargo, el
día viernes 19 se crea un ambiente de conflicto porque viaja (en
helicóptero) el propio ministro de Defensa Carlos Sánchez
Berzaín a la región. Los ánimos se caldean por la discusión que
mantuvieron el ministro y los dirigentes "campesinos" o
indígenas. El mismo se minimiza desde el gobierno. Ante la
pregunta realizado por periodistas al ministro de informaciones,
Mauricio Antezana sobre que Sánchez Berzaín habría realizado los
primeros disparo de armas de fuego en Sorata, Antezana responde
de que no hay que hacer caso "a las conjeturas o especulaciones"
(canal 9 ATB, sábado 20/09/03). Habría que preguntarse si no es
importante poner atención sobre estos hechos ocurridos ¿por qué
Sánchez Berzain sale apresurado de la localidad de Sorata?. El
gobierno se muestra ante la opinión como la principal víctima e
insiste una y otra vez que se trataba de una operación de
"liberación humanitaria" de los rehenes que se encontraban
retenidas en Sorata, entre ellos 40 turistas y comerciantes.
Situación que fue desmentido por algunos turistas extranjeros
cuando afirman en La Paz: "estábamos tranquilos". Lo que hubo
fue una exageración de parte del gobierno para justificar la
violencia de Warisata. En esta relación es importante
considerar de que el comunario Primitivo Curaca murió en la
mañana de sábado 20 en las cercanías a la localidad de Sorata,
antes de Warisata. Este fue uno de los primeros actos de
violencia policial y militar en la región.
A las cuatro de la tarde aproximadamente del sábado 20 de
septiembre se produce en Warisata otros de los enfrenamientos
trágicos con el saldo inicial de cinco muertos. Los muertos de
parte de los indígenas son: Eugenia Condori, Juan Cosme, Ismael
Quispe Quispe y Mariela Nancy Rojas Ramos (de 8 años) y un
soldado. Muere al día siguiente otro soldado. Los soldados
muertos son: Carlos Rivas y Sergio Vargas (La Razón, 22/09/03).
Al referirse a este hecho el gobierno habla insistentemente de
una embostada de los indígenas al convoy militar-policial que
salía de Sorata, versión que es difundida ampliamente en los
medios de comunicación. Sin embargo, esta versión rápidamente
es rechazado por los dirigentes y los comunarios del lugar. La
versión indígena señala incluso de que los militares y policías
al entrar de La Paz con destino ha Sorata han realizado actos de
provocación en la localidad de Achakachi y Warisata. Y, además,
en la madrugada del sábado 20 se habían allanados los domicilios
de los dirigentes y detenido a uno de ellos. En esto hay que
recordar que en la mañana del sábado 20 hubo los primeros
enfrentamientos en Sorata. Ante esta actitud abusiva de los
militares-policias se ha creado un ambiente de indignación y
beligerancia indígena en Warisata. Además, se pudo observar en
las inmediaciones de la localidad de Warisata, en las imágenes
televisoras y en las fotografías de prensa escrita, sobre cómo
los soldados están atrincherados, unos, en posición de afronte y
otros haciendo disparos con armas de guerra fusil FAL. No hay
duda de que ese día los militares y los policías han utilizado
balas de guerra y provocado la violencia.
Se informa desde Sorata, por su parte, después de los primeros
enfrentamientos y la muerte de Primitico Curaca y abandonado
Sorata el convoy militar y policial, el sábado 20, los indígenas
han entrado y arrasado con las oficinas de la Alcaldía,
Subprefectura, hotel Copacabana y Prodem, esto como en la
histórica toma de esta localidad en el levantamiento indígena de
1781 por Gregoria Apaza y Andrés Tupaj Amaru (Maria del valle de
Siles, 1990). Uno de los medios de prensa escrita hace notar
sobre este hecho: "Sorata ha quedado...Tras la quema de la
Subprefectura, el juzgado agrario, la notaria, el cuartel
policial, y la Alcaldía, todo rastro del Estado boliviano ha
quedado reducido a cenizas" (La Razón, 22/09/03). Recuerda
además que en septiembre de 2000 en Achakachi "los indígenas
quedaron prácticamente al mando de la zona, sin que los
militares de Ayacucho (Cuartel ubicado en la localidad de
Achakachi) se animen a salir de sus cuarteles" (La Razón,
22/09/03). Sorata y Warista y las comunidades de la región de
esta manera se encuentran convulsionados y tienen tomado el
camino que comunica Achakachi y Sorata. Allí solo flamea la
wiphala multicuadriculada (bandera indígena de múltiples
colores) y ha desaparecido la bandera de Bolivia. En esta misma
región o en cercanías ha Atawallpani en el año 1959 fue muerto
el exministro de asuntos campesinos del MNR, Álvarez Plata
(Albo, 1979). La región tiene entonces una historia de lucha
política y social.
El domingo 21 ante los acontecimientos ocurridos el día sábado
20 se lleva en Warisata una gran asamblea de las comunidades de
la región. Hay una indignación generalizada que penetra en las
entrañas más profundas de la vida social indígena. La muerte
como un extremo de la vida se hace presente en la casa de los
comunarios/as indígenas y se empieza a tejer profundos sentidos
de rebeldía india. Se velan los muertos, entre ellos una niña
de 8 años. Al calor y dolor por la pérdida de sus seres
queridos, los indígenas de Warisata declaran una "guerra civil"
al gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada empuñando sus viejos
fusiles máuser heredados por los abuelos con su participación en
la guerra del Chaco y en la revolución de 1952. El periódico La
Razón titula en sus paginas interiores: "Campesinos de Warisata
muestran su armamento". Se ha podido observar de cómo las
mujeres, los jóvenes y los hombres, incluso los ancianos y
ancianas, al igual que los zapatistas de la selva Lacandona de
México cubiertas los rostros con pasamontañas negras, declaran
en voz alta y hablan públicamente de una "guerra civil" indígena
contra el gobierno. Uno de los entrevistados por periodistas de
ATB dice:
"es una guerra civil declarada, declarada. Ellos (los
indígenas) han declarado la guerra y empieza. Tarde o temprano,
pues, he, venceremos, ¿no?, porque somos miles nosotros...tiene
que armarse el pueblo, tiene que de una u otra forma, tiene que
armarse el pueblo..." (canal 9 ATB, 21/09)03).
La noticia recorre las extensas pampas del altiplano y los
valles porque desde distintos sectores se escucha voces de apoyo
y solidaridad indígena. Warisata, además, es un lugar histórico
porque es aquí en la década de 1930 donde se funda uno de los
primeras escuela indígenas denominando, escuela del ayllu.
Actualmente es una Normal donde se forman muchos jóvenes
indígenas como profesores rurales. Ellos trabajan en las
comunidades y son actores locales que tiene su propia
importancia para las comunidades porque hablan aymara o qhiswa y
muchos se sienten identificados con la lucha de las comunidades
de la región.
Ante la gravedad de los hechos ocurridos en Warisata, el mismo
día domingo 21 de septiembre, se realiza una reunión o asamblea
de los dirigentes de las provincias de La Paz que mantienen
huelga de hambre (desde hace 12 días) en los ambientes de la
radio San Gabriel en la ciudad de El Alto. En dicha reunión los
dirigentes declaran duelo de 90 días a nivel nacional y un
"estado de sitio" indígena en todos los territorios de las 20
provincias de La Paz. El documento ha sido leído y comunicado a
la prensa por Felipe Quispe, el Mallku. Quispe manifiesta: "no
se garantiza la vida de los soldados" en los territorios
declarados como parte del "estado de sitio". A su vez se decide
que algunos dirigentes que mantienen huelga de hambre se dirijan
a sus comunidades y provincias para radicalizar e incrementar
los bloques de los caminos y el de los productos o alimentos
hacia la ciudad de La Paz.
Esta declaración tiene una trascendencia histórica. La
declaración de un "estado de sitio" por parte de los indígenas
en sus territorios, trae como señal simbólica y real de la
existencia de un "gobierno indígena" que trata de reproducir la
histórica conformación de un gobierno en Peñas (Oruro) de 1899.
Además, es un hecho inédito en la historia de los movimientos
indígenas en Bolivia porque se expresa de forma simbólica un
mensaje de poder y fuerza indígena o "campesina", pese a las
actuales condiciones de división y fragmentación regional del
movimiento indígena.
Como una muestra de esta determinación, el lunes 22, amanece los
caminos con mayores grados de beligerancia y se recrudece los
bloqueos del camino La Paz-Oruro, La Paz-Achakachi-Copacabana y
Sorata, La Paz-Rio Abajo pese al acuerdo firmado entre
dirigentes de los yungas del Caranavi y el gobierno. Los
caminos de Rio Abajo se encuentran bloqueados y se anuncian de
que no saldrán productos agrícolas a los mercados de la ciudad
de La Paz (el día 19 de septiembre el gobierno gasifica
innecesariamente una marcha pacífica que venia al centro de La
Paz para sumarse a la manifestación contra la venta de gas por
puertos chilenos). Como correlato de estos hechos en los
mercados de La Paz y El Alto hay un paulatino escasez de
productos agrícolas. Ante esta situación no hay visos de
solución ni de parte de gobierno y ni de los indígenas. Hay una
lógica por el contrario de recrudecimiento del conflicto.
En la noche del día lunes 22, Evo Morales anuncia una reunión de
los cocaleros del Chapare para tomar posibles medidas de acción
en solidaridad con los indígenas de Warisata y el altiplano de
La Paz, que finalmente no se lleva. Así la coalición de
gobierno del MNR, MIR, UCS, NFR pasa por momentos críticos
porque se pide la renuncia del presidente Sánchez de Lozada.
Muchos otros se suma a este pedido. El presidente ante este
pedido responde con una dureza o terquedad aún mayor cuando
sostiene: "no se permitirá en Bolivia ningún bloqueo más". El
gobierno emite permanentes comentarios sobre el deseo de
encontrar soluciones mediante el diálogo pero se nota que ésta
es una simple argucia para justificar mayores grados de
represión.
Hay una gradual escalada de confrontación entre el gobierno y
los diferentes sectores sociales y particularmente indígenas en
Bolivia. Dentro de este contexto ¿qué significa específicamente
el "estado de sitio" indígena declara en la ciudad de El Alto y
la "guerra civil" indígena en Warisata? ¿Cómo se podría
interpretar ambas declaraciones dentro del campo simbólico y
político?.
Análisis del "estado de sitio" y declaración "guerra civil"
indígena
En la región norte de La Paz y en algunos de los valles
adyacentes hay un sentimiento de "autonomía" (*) o de
"autogobierno indígena". Se puede notar o constatar una fuerza
interna en las comunidades porque se mantienen los rituales
sagrados al nevado Illampu, apu mayor de la región junto a Jipi
o Paxchiri. Las autoridades comunales, los secretarios
generales o generalas en aymara, son los referentes directos del
poder y administración territorial y jurídica de las
comunidades. Prevalecen decisiones ampliamente consensuadas al
interior de las mismas como parte de la legitimidad de los actos
de sus autoridades locales y regionales. Hay una administración
de justicia indígena al interior de las comunidades o en su caso
a nivel mayor como son las federaciones provinciales. Asimismo
se puede notar una identidad aymara y qhiswa muy fuerte
relacionados con el territorio histórico y mítico del lago
Titikaka y su entorno. En resumen, hay un tramado de sentidos
de pertenencia colectiva e identitaria sobre un extenso
territorio, sobre su historia y la memoria de las luchas
indígenas.
La declaración de "guerra civil" indígena en Warisata solamente
es entendible dentro de este contexto particular e histórico al
que hemos hecho referencia mas arriba. Sin embargo, ¿qué se
quiere expresar con la declaración de una "guerra civil" tomando
en cuenta de que una guerra civil es una confrontación armada de
dos o más frentes a nivel interno?. ¿Acaso se está expresando
detrás de esta declaración una revolución india o indígena? ¿O
es un uso estratégico de los símbolos del poder político e
indígena para crear un ambiente propicio y lograr así el respeto
por parte del Estado?. Lo inmediatamente constatable o textual,
sin embargo, es la exposición de las armas, wiphalas y
pasamontañas en posición de afronte como señal de protagonizar
una guerra. La connotación o la subjetividad de lo que ello
significa todavía habría que buscar en lo que éste pueda tener
su efecto en otras regiones indígenas y la actuación sistemática
de los comunarios en esa línea. Lo que sí es constatable a
partir de ello es la expresión de un mal estar general frentes a
una situación histórica de discriminación y dominación étnica en
Bolivia. En Bolivia, por ejemplo, según A. Bello y M. Rangel
el 81,2% de la población es indígena (A. Bello y M. Rangel,
2000). Por su parte según el Censo de Población y Vivienda
(2001), la población autoidentificada como indígenas es el
61,21% (INE, 2001a). La mapa de pobreza muestra, además, de que
estas poblaciones son los más pobres. La población pobre en
Bolivia es el 58,6% de los cuales, el área rural contiene el
90,8% (INE, 2001b). Aunque según el Instituto Nacional de
Estadística la pobreza a nivel nacional ha bajado de 70.9 (censo
de 1992) a 58.6% (censo de 2001). Los aymaras del altiplano y
valle del norte de La Paz son parte de esta realidad
socioeconómica. La demostración de una "fuerza armada",
entonces, es un referente de un malestar social producida en
cierto modo por el modelo de libre mercado y por la dominación
étnica en Bolivia. En las ciudades y en ciertas parte del área
rural se pueden observar grados de discriminación económica,
social y política de los indígenas. Hay un problema estructural
irresuelta en la relación estado y los indígenas en Bolivia.
En la declaración de "guerra civil" se conjuncionan entonces dos
hechos importantes: por una parte hay una demostración de fuerza
indígena, auque su efectividad en términos militares tendría
poca capacidad, si no es por el número de sus miembros. Por
otra parte, es una demostración estratégica y simbólica del
poder y capacidad de interpelación directa al estado. Se envía
un mensaje político específico de que si no se respeta el
derecho a la vida de los indígenas se podría en el tiempo
multiplicarse demostraciones de este tipo para crear un ambiente
general de guerra civil. Se pone en juego varios sistemas de
mensaje simbólicos o subjetivos como una efectiva forma de
llamar la atención a los distintos sectores y regiones indígenas
y al propio gobierno para establecer respeto y mejorar las
condiciones de vida indígena. Se produce un bullicio o el rugir
de la multitud (Steinberg, 1999) como una efectiva forma,
además, de crear cuerpo y sentidos de pertenencia territorial e
histórica sobre lo propio. En esta relación, si el gobierno y
el estado persisten en la torpe idea llevar a la justicia a los
levantados de Warisata, lo que se podría provocar es una mayor
reacción de parte de las comunidades para que en el futuro no
solamente se envíen mensajes simbólicos y estratégicos sino
estallar una guerra civil sin precedentes.
Esto es muy evidente, además, por el mensaje enviado hacia el
estado desde la ciudad de El Alto cuando los dirigentes
"campesinos" o indígenas declaran un "estado de sitio" en todo
los territorios indígenas de La Paz. Esto es importante para el
análisis político y social porque con ello se muestra la
capacidad reapropativa indígena de los instrumentos estatales.
El declarar "estado de sitio" en términos formales corresponde
solamente al estado. Esta realidad y lógica argumentativa y
política del poder del estado aquí se da vuelta porque son los
indígenas ahora quienes declaran un "estado de sitio" dentro de
sus territorios. En ese sentido el monopolio de la fuerza
física como legítima se convierte ilegitima para los indígenas.
Lo que ocurre es que se quita, por lo menos simbólicamente, al
estado la legitimidad de ese uso del monopolio de la fuerza
física. Entonces se crea un mensaje político de alto sentido de
pertenencia territorial y de "autonomía" social de los indígenas
o "campesinos" dentro de sus territorios. Esta lógica
reapropiativa indígena de los instrumentos del estado tiene su
propia historia. Hay que recordar que Tupaj Katari en la guerra
indígena de 1781 cuando enviaba documentos a diferentes ayllus y
regiones firmaba como el Virrey Katari. El Virrey era el
representante directo del rey de España en las tierras
colonizadas. En esas condiciones el Virrey tenía un poder
militar y político importante en la jurisdicción de sus
audiencias. Lo que hizo Julian Apaza o Tupaj Katari con el
nombre de Virrey es crear un grado de poder real al
levantamiento indígena. Al mismo tiempo se había hecho uso de
los instrumentos de la iglesia católica para legitimar los actos
de guerra cuando se realizan misas en las improvisadas capillas
del cuartel de los Altos de las Batalles, actual ciudad de El
Alto. Con cada uno de estas acciones no se pretendía mantener
el estado colonial español, sino era reconstituir un nuevo
gobierno indígena o indio. Entonces la declaración de "estado
de sitio" en las actuales condiciones se convierte como
referente de esta capacidad reapropiativa de los instrumentos
del poder dominantes para convertirla en instrumentos del poder
indígena.
Conclusiones
La declaración de "guerra civil" y el "estado de sitio" en los
territorios indígenas de La Paz son dos hechos de importancia
simbólica y político para entender las condiciones estructurales
de la dominación étnica en Bolivia y en el último tiempo del
impacto socioeconómico negativo del modelo de libre mercado en
las comunidades, ayllus y centros urbanos predominantemente
habitados por poblaciones indígenas, particularmente andina.
Estas condiciones estructurales están creando sentimientos y
posicionamientos de autoidentificación indígena bastante fuerte
en Bolivia. En el Censo de Población y Vivienda de 2001, el
61,21% de la población se ha autoidentificado como indígenas sin
contar los menores de 15 años para abajo. Bolivia tiene una
importante población joven y ésta población en gran parte es
población joven indígena al que también se le llama "campesina".
En esta relación los hablantes qhiswas y aymaras son los
pueblos más numerosos en comparación con los pueblos y lenguas
indígenas de la amazonía y del Chaco.
Dentro de este contexto, en Warisata (lit. wari=camelido
andino, sata=sembradio) se ha empezado ha hacer uso de los
símbolos del poder político y militar como ha sido la exposición
de los viejos fusiles máuser, pasamontañas, wiphalas, qurawas
como señal de fuerza y decisiones fuertemente vinculados con la
memoria de las luchas indígenas. Lo que nos permite afirmar de
que si no se cambia las actuales condiciones de dominación
étnica y pobreza estructural en Bolivia o Qullasuyu para los
indígenas podría éste desembocar en acciones de mayor contenido
político y militar. La región del lago Titikaka y el altiplano
y los valles de norte de La Paz tiene una larga historia de
luchas indígenas, como muchas otras regiones indígenas, desde la
colonia y la república. Aquellos hechos quedan como memorias
míticas e históricas. Estos se manifiestan como una identidad
territorial, honor y prestigio social. Así en una de las
conversaciones mantenidas con uno de los jóvenes de Achakachi
nos ha manifestado de que, "aquí la gente no se deja meter fácil
el dedo a la boca". Esto no quiere decir que la gente por
naturaleza es belicosa, sino hay condiciones históricas y
sociales que determinan una manera de ser de una sociedad.
Así es interesante observar de cómo Warisata esta despertando
grados de solidaridad incluso fuera de la misma región como es
la ciudad de La Paz y El Alto. En efecto el día martes 23 de
septiembre las mujeres comerciantes de los mercados de La Paz
han cerrados los mercados de productos agrícolas en apoyo a los
indígenas de Warisata que han sufrido un nuevo masacre de parte
del estado. Asimismo en la ciudad de El Alto se anuncia de que
las organizaciones enviaran vituallas para los protagonizan de
los bloqueos de los caminos, mismo que se han incrementado en
diferentes partes del altiplano y valles hasta el jueves 25 de
septiembre. Los caminos de El Alto y particularmente Huarina-
Achakachi se encuentran tomados por una multitudinaria fuerza
indígena o "campesina". Qalackaka y Rojorojoni nuevamente se ha
convertido en unos de los "cuarteles indígenas" al igual que en
el año 2000 y 2001.
Así hay un profuso sentido de identidad indígena en la región
norte de La Paz envuelta por una parte bajo la palabra campesina
o sindicato y por otro bajo la forma de estructura de ayllus y
mallkus como se puede observar este último en Charazani y su
entorno. En este sentido las comunidades tienen sus propias
estructuras autónomas de administración de su territorio y
justicia indígena. Estas autoridades para tener una gestión
acorde con lo que la comunidad las encarga se encomiendan a los
apus o montañas sagradas de la región como es el nevado de
Illampu y Paxchiri. Esto se constata en la afirmación del
secretario ejecutivo de la provincia Omasuyus, cuando afirma:
"primero siempre se hace una wilancha para realizar toda
actividad, eso siempre es primero" (conversación mantenida con
Rufino Pusarico, septiembre, 2003). Hay de esta manera una
autoafirmación propia sobre el sentido de la vida social,
económica e histórica. Además, es muy notorio que las
comunidades y las pequeñas ciudades aymaras como Achakachi,
Sorata, Warisata están estructurados sobre formas de
ordenamiento territorial y social andina, es decir, en Alasaya y
Masaya. Es el caso de la ciudad de Achakachi. Al sector sur se
la llama Masaya y al norte Alasaya. Auque tiene una posición
inversa al ordenamiento espacial-territorial de los ayllus de
las otras regiones. Masaya es la parte seca, urqu o masculino y
Alasaya es la parte baja junto a las orillas de lago Titikaka
que representa lo femenino. El espacio-territorio de esta
manera está ordenado como marido y mujer, es decir, como una
familia y un hogar en la que se cobijan los aymaras que la
habitan desde tiempos inmemoriales sobre estas tierras. Hay una
relación de vida sagrada y humana que tiene sentidos de
pertenencia e identidad territorial y memorias de lucha
indígena. Warisata no es ajena entonces a este conjunto de
manifestaciones y autoafirmaciones propias pese su amplia
relación con el estado y sus instituciones y el mercado.
(*) Esto se nota en las conversaciones que hemos mantenido en la
región con los comunarios y autoridades comunales y algunos
dirigentes provinciales, agosto, septiembre, 2003.
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domingo 21 de septiembre de 2003.
* Pablo Mamani es aymara de formación Sociólogo y postulante a
magíster por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales,
FLACSO, sede-Ecuador.
https://www.alainet.org/es/active/4653
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