Victoria en la lucha social por el agua
26/11/2004
- Opinión
A través de los mecanismos de democracia directa, organizaciones
sociales nucleadas en la Comisión Nacional en Defensa del Agua y
de la Vida, respaldadas por el 64,6% de la ciudadanía, lograron
incluir en la constitución de Uruguay la consideración del agua
como un derecho humano fundamental, sentando las bases para que la
gestión de los recursos hídricos sea pública y esté basada en
criterios de participación social y sustentabilidad. Además de
modificar sustancialmente la situación en Uruguay, este hecho
marca un importante precedente internacional, por tratarse de una
de las primeras experiencias de incluir un derecho ambiental en la
constitución de un país a través de la democracia directa.
El pasado 31 de octubre, junto a las elecciones nacionales, el
pueblo uruguayo respaldó una iniciativa de la Comisión Nacional en
Defensa del Agua y de la Vida (CNDAV) que modificó la
constitución. La reforma obtuvo el respaldo de un 64,6% de los
votos emitidos en esa oportunidad.
Esta modificación estableció que "El agua es un recurso natural
esencial para la vida. El acceso al agua potable y el acceso al
saneamiento, constituyen derechos humanos fundamentales".
La Reforma Constitucional del Artículo 47 de la Constitución (en
la sección "Derechos, deberes y garantías") establece además que
los criterios de gestión de los recursos hídricos (que deberá ser
pública) deberán estar basados en la participación ciudadana y la
sustentabilidad.
El mecanismo de democracia directa fue puesto en marcha por la
Comisión Nacional en Defensa del Agua y de la Vida (CNDAV). Esta
comisión se conformó en el año 2002 como respuesta a la firma de
la Carta de Intención entre el gobierno uruguayo y el Fondo
Monetario Internacional en la que se comprometía la extensión de
la privatización de los servicios de agua potable y saneamiento a
todo el país.
Esta privatización comenzó en el departamento de Maldonado, con la
presencia de la multinacional francesa Suez Lyonnese Des Aux en
primer lugar, y luego continuó con la española Aguas de Bilbao.
Al igual que en la mayoría de los casos de privatización de agua
registrados en el último año a lo largo del planeta, estas
privatizaciones tuvieron consecuencias negativas.
Desde el punto de vista social, se excluyó a amplios sectores del
acceso al agua potable por no poder cubrir el costo de la conexión
al servicio. Servicio que por otra parte se degradó
considerablemente en su calidad, con respecto al que prestaba la
empresa estatal. Tanto, que los organismos de contralor
recomendaron que el agua no se consumiera directamente ya que no
presentaba condiciones de potabilidad.
Desde el punto de vista económico, el "negocio" fue pésimo para el
Estado uruguayo. No sólo las empresas no cumplieron con los
cronogramas de obras previstos en los contratos, sino que no
hicieron efectivo el pago de los cánones previstos, acudiendo a
una serie de reconsideraciones contractuales con el Estado, que
asumió las pérdidas ocasionadas en cada caso.
Desde el punto de vista ambiental, la empresa Aguas de la Costa
(subsidiaria de Suez) fue responsable de la desecación de la
Laguna Blanca, la que utilizaba como fuente para la
potabilización. Precisamente por esta causa, los vecinos del
departamento de Maldonado han iniciado un juicio por daño
ambiental a la empresa.
Resistiendo a la privatización
Las reacciones a la privatización del agua fueron diferentes de
acuerdo a las particularidades de cada uno de los lugares donde se
ha aplicado la privatización en Uruguay.
Mientras los reclamos de la zona balnearia estuvieron centrados en
la calidad del agua y el precio de los servicios ("Agua Si, robo,
No" es el lema de la Liga de Fomento de Manantiales, una de las
organizaciones de vecinos de la zona) en las zonas carenciadas de
Maldonado la acción de las organizaciones barriales ha centrado su
lucha en la defensa de las "canillas populares" (postes
surtidores).
Estas canillas fueron instaladas en diferentes zonas del país por
la administración pública, para asegurar el abastecimiento de agua
potable a las poblaciones que no tienen acceso al servicio. El
costo de esta prestación así como su instalación corre por cuenta
de la OSE (Obras Sanitarias del Estado, la empresa estatal
encargada de la gestión del agua potable y el saneamiento).
En las dos zonas concesionadas de Maldonado, las empresas privadas
tomaron como una de sus primeras acciones la eliminación de estas
canillas populares, como estrategia de presión para lograr
ampliar el número de conexiones a la red.
En el caso de la zona de Manantiales, a pesar de que la empresa
logró retirar las canillas populares, los sectores de menos
recursos continuaron fuera de la red de agua potable, debido al
alto costo de conexión exigido por la concesionaria.
Las soluciones de los habitantes de la zona han respondido a las
diferencias socioeconómicas: mientras algunos han excavado sus
propios pozos semisurgentes (con cierto grado de inseguridad, ya
que existe un vacío legal en cuanto al autoabastecimiento de agua
en zonas en donde se haya concesionado a terceros el
abastecimiento de agua) otros han optado por desarrollar sistema
de recolección de aguas pluviales como único medio de
abastecimiento.
Esta última estrategia ha sido la adoptada por un grupo de
familias que ocupan terrenos ubicados a pocos metros de la zona
turístico-residencial.
Estas opciones han sido válidas por las características naturales
del entorno, que permite este tipo de estrategias (ya que los
predios cuentan con espacio suficiente para realización de pozos o
para instalar estos drenajes pluviales).
Las reacciones en la ciudad de Maldonado fueron diferentes. Si
bien la concesionaria privada comenzó con la eliminación de las
canillas populares en muchas de las zonas carenciadas, en algunas
de ellas se le presentaron fuertes resistencias.
Una de ellas fue la del Barrio San Antonio III. Allí en el momento
de pasaje del servicio privado al público, la empresa anunció la
eliminación de la canilla, y tuvo suspendido su funcionamiento
por un día. Pero la comisión barrial de San Antonio, con cerca de
diez años de trabajo comunitario, logró que las autoridades
locales intercedieran ante el concesionario por el mantenimiento
de la canilla que abastece al barrio, aún cuando el costo del
servicio corre por cuenta de la propia municipalidad.
Hacia una visión social del agua
El trabajo de la CNDAV partió de una visión del agua opuesta a la
visión que promueven las multinacionales. Enfrentada a la visión
mercantilista del agua, la Reforma Constitucional promueve la
consideración del agua como un bien común y su acceso como un
derecho humano.
El sistema electoral uruguayo prevé que una reforma constitucional
de iniciativa ciudadana deba contar con el apoyo del 10% del
electorado para ser elevada luego a la consideración de toda la
ciudadanía, en conjunto con las elecciones nacionales
(legislativas y presidenciales).
En Uruguay, los plebiscitos han sido el mecanismo tradicional de
los movimientos populares para resistir primero al autoritarismo
de la dictadura militar y luego a las "reformas" privatizadoras de
los gobiernos neoliberales.
En octubre de 2003, un año después de conformada, la CNDAV
presentó ante el Parlamento las 283 mil firmas necesarias para la
realización del plebiscito de reforma constitucional, poniendo en
marcha el mecanismo de plebiscito que se realizó un año después
junto a las elecciones nacionales.
El agua contra todo
La victoria del plebiscito del agua el pasado 31 de octubre fue
una verdadera victoria social. La CNDAV constituye un amplio
abanico de organizaciones sociales y políticas enfrentadas a la
concepción mercantilista del agua.
Entre sus fundadores se cuentan organizaciones como la Comisión de
Defensa del Agua y Saneamiento de Costa de Oro y Pando, FFOSE (el
sindicato de trabajadores de OSE, Obras Sanitarias del Estado,
empresa estatal encargada de los servicios de agua y saneamiento),
REDES-AT (Red de Ecología Social, Amigos de la Tierra, Uruguay) y
el Programa Uruguay Sustentable. Luego de conformada se amplió,
incluyendo a la coalición de izquierda (el Frente Amplio, ganador
de las elecciones realizadas el mismo 31 de octubre) y a uno de
los sectores mayoritarios del Partido Nacional.
Sin embargo, a pesar de este respaldo político, el tema del
plebiscito por el agua fue secundario en la agenda política y
mediática. A esto se agregó que tanto las empresas privatizadoras,
como las empresas de agua de otros sectores (por ejemplo, las
embotelladoras) así como sectores empresariales conservadores
(latifundistas, forestales, arroceros) realizaron un fuerte lobby
político y mediático contra la reforma.
En los meses previos a la campaña, el Fondo Monetario
Internacional (FMI) polemizó públicamente con la CNDAV, negando
que "impusiera" condiciones al gobierno uruguayo y rechazando la
responsabilidad atribuida por la CNDAV al contenido de la Carta
Intención de 2002.
Los intereses de las multinacionales de agua instaladas en el país
están afectados además por la disposición especial (Z'')
establecida en el texto de la reforma según la cual "La reparación
que correspondiere, por la entrada en vigencia de ésta reforma, no
generará indemnización por lucro cesante, reembolsándose
únicamente las inversiones no amortizadas".
Esto elimina la posibilidad de que las empresas recurran al
mecanismo de apelación a Tribunales Arbitrales internacionales
(generalmente en la órbita de la OMC, Organización Mundial del
Comercio), demandando a los países por el "lucro cesante"
afectado.
El trabajo que permitió el triunfo de la propuesta de Reforma
Constitucional estuvo basado en un trabajo social de base, que
logro transmitir el espíritu y el contenido del articulado.
El auspicioso resultado del plebiscito abre las puertas para la
elaboración de una política de aguas que parta de una visión de
este recurso como bien común, y lo gestione públicamente, en base
a criterios de participación social y sustentabilidad.
Al mismo tiempo, la reforma implica un antecedente internacional –
hasta ahora inédito– en la defensa del agua a través de una norma
constitucional, asegurando además la consideración de los
recursos hídricos como un derecho humano fundamental, su gestión
pública y participativa, desde la perspectiva de la
sustentabilidad.
* Carlos Santos. REDES-Amigos de la Tierra Uruguay
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