Bolivia evalúa qué viene después de Mesa

07/03/2005
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Sin poder doblegar por la fuerza a los sectores sociales radicalizados que intensifican su lucha contra las transnacionales del agua y del gas, el presidente Carlos Mesa formalizó al mediodía de este lunes su renuncia a la presidencia de la República. La carta de dimisión fue presentada a consideración del Congreso, que sesionaría en las próximas horas para definir si se acepta o no la renuncia, y definir, en su caso, la sucesión constitucional y un posible adelantamiento de elecciones para mediados del presente año. En las puertas de Palacio, el ministro de la Presidencia, José Antonio Galindo, confirmó la entrega de la carta, mientras recibía muestras de simpatía y apoyo de cientos de ciudadanos de clase media, que se han volcado al centro de la ciudad de La Paz para solicitar que Mesa no renuncie. En la víspera, luego de conocerse el mensaje presidencial, un par de miles de ciudadanos salieron en manifestación en apoyo del presidente renunciante. Este apoyo, sin embargo, no es multitudinario y no parece tener la suficiente dimensión y fuerza como para detener la lucha de los sectores sociales y populares, tal como desearían los allegados a Mesa. Por el contrario, en la ciudad de El Alto, miles de trabajadores y vecinos de los barrios más pobres marcharon por las calles, ratificando su decisión de lograr la inmediata expulsión de Aguas del Illimani, una transnacional que opera con capitales franceses y que lucra con el servicio en las poblaciones más pobres y deprimidas de La Paz y El Alto. Los vecinos aseguran que no quieren que Mesa renuncie, pero tampoco están dispuestos a olvidar su demanda, tal como exige el hombre de Palacio. Los alteños también reclaman por una ley que imponga más tributos a las petroleras, lo que también los enfrenta a Mesa, un ardiente defensor de las compañías transnacionales, como Repsol, Petrobrás, British Petroleum, Shell, Enron y otras que se han adueñado de las ingentes reservas de gas y petróleo de Bolivia, dejando poco o nada para el país más pobre de Sudamérica. En los caminos del altiplano y los valles del centro y del sur del país, los campesinos, cocaleros, trabajadores, colonizadores, estudiantes y población empobrecida también levantan la bandera del bloqueo y la movilización social por las mismas demandas de El Alto. Allí tampoco se han dejado amedrentar por la renuncia de Mesa, por lo que prosiguen con la protesta contra las transnacionales y el régimen neoliberal. "Lo de Mesa es un chantaje", aseguró el líder cocalero y jefe del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales, que advirtió que las fuerzas sociales que dirige no permitirán que el sucesor de Mesa sea el presidente del Congreso, Hormando Vaca Diez, otro neoliberal. "Mesa no dijo que su renuncia es irrevocable. Nadie está pidiendo la renuncia del Presidente. Es un chantaje, en su desesperación frente a su propia incapacidad para resolver los problemas del país", dijo, mientras parlamentarios de su partido debatían intensamente si debían aceptar o no la renuncia de Mesa. En las filas del MAS, que tiene gran influencia en los actuales dirigentes de la Federación de Juntas Vecinales de El Alto y en los otros sectores sociales movilizados, hay una tendencia para no aceptar la renuncia y pide, por el contrario, deponer las movilizaciones para evitar una conflictiva sucesión constitucional, que pondría en riesgo la realización de la Asamblea Constituyente, prevista para este año. Otro sector, sin embargo, cree que bajar los brazos ante Mesa significaría aceptar que las transnacionales sigan manteniendo el control sobre el gas y el petróleo y que la transnacional del agua continúe operando en La Paz y El Alto, aspectos que no serían aceptados por los sectores sociales movilizados. En este escenario, los dirigentes más radicalizados de obreros y campesinos, aglutinados en la Central Obrera Boliviana (COB) y la Confederación Sindical Única de Trabadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), bastante debilitados en la actual coyuntura, convocaron a sus bases a transformar esta profunda crisis política que vive el altiplano en una salida revolucionaria, para echar de una vez a las transnacionales y al neoliberalismo del poder. En el Congreso, en tanto, parlamentarios de las diversas fuerzas políticas, casi todos ellos de extracción neoliberal, intentaban alcanzar acuerdos que posibiliten poner fin a la profunda incertidumbre que se apoderó de Bolivia desde la noche de este domingo.
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