Artemio: ¿no se puede o no se quiere?
23/09/2005
- Opinión
Las sorpresivas declaraciones de PPK acerca de un eventual crecimiento de los rezagos senderistas en el Alto Huallaga ha abierto una polémica al interior del propio gobierno, asustado a la población y puestos contentos a Artemio y a los que ustedes ya se imaginan. Por lo general, prudente y responsable aunque sin perder su sentido del humor, PPK ha sabido calibrar las repercusiones de cada una de sus declaraciones. Pero en este caso no ha sido así. Se ha equivocado de oportunidad y de auditorio, independientemente de lo que le han dado a leer.
En momentos críticos de la negociación del TLC, al inicio de la campaña electoral, a una semana del mega juicio de la cúpula de Sendero Luminoso (SL), en pleno juicio al grupo Colina y el involucramiento de Fujimori-Montesinos, el informe Kroll, etc, …y sin que se haya producido alguna acción terrorista de impacto, la oportunidad escogida no ha sido la mejor. Hasta pareciera una invitación o reto a Artemio para que haga alguna de esas fechorías que resuenan en los medios. Pero también se ha equivocado de auditorio; de estar convencido de lo que dice, debió preocuparse de indagar, por ejemplo, ¿por qué “inteligencia” no se enteró cuando el programa Cuarto Poder consideraba en sus pautas una entrevista al c.Artemio, ni del traslado del equipo de prensa al Huallaga para la entrevista?
En realidad, lo de Artemio es bastante raro. Hasta ahora no se sabe por qué no se le captura ni se le combate. A diferencia de lo que sucedía durante los 80’, ahora ya se conoce su rostro, alias, mandos cercanos y lugares de tránsito. Bastaría leer la reedición del libro de Benedicto Jiménez para darse cuenta de la información con que se cuenta, muy superior a la que se tenía de Gonzalo y Feliciano antes de sus capturas. Pero tampoco se conoce de enfrentamientos entre su columna y los efectivos de nuestro Ejército asentados en la zona. Aunque esporádicas, las acciones armadas corren a cuenta de la iniciativa de Artemio que embosca y asesina a policías; su columna ingresa a pequeños poblados donde hace proselitismo, amedrenta a las autoridades, controla a los campesinos y ajusticia -sin reivindicar autoría- a los arrepentidos y soplones. Cobra cupos a los cocaleros “poceros” y vende su protección armada para garantizar el traslado de droga a los narcos o el eventual ajuste de cuentas entre la corrupción y el contrabando de gasolina o tala ilegal de madera. Desde hace muchos años Artemio y sus secuaces son parte del complejo paisaje socio delictivo que acompaña una economía de base ilegal.
Pero no cuenta con ningún proyecto de poder. Ni ideología o estrategia alguna; solo tiene presencia en pequeños pueblos rurales de la zona donde ha encontrado la manera de sobrevivir queriendo copiar el uniforme de nuestros comandos. Pero no hay que subestimar su capacidad perturbadora para la democracia, ya sea por acción directa o por quienes intentan manipular con otros fines su insanía. Tampoco hay que exagerar su importancia, hablar de “colombianización” o querer igualarlo con las FARC es un despropósito, útil para otros fines, por ejemplo, para quienes añoran otro Plan Colombia, pero, ahora, en nuestro país.
Paradoja de los tiempos, cuando SL inició su lucha armada la vida de los ayacuchanos cambió radicalmente, en cambio en Lima todo parecía en calma. Ahora, a pesar de las declaraciones de PPK, para la población del Alto Huallaga nada ha cambiado, todo sigue igual.
- Carlos Tapia G. es investigador de CEPRODEP.
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