Un veranillo incipiente
Mejoró la competitividad uruguaya
01/05/2003
- Opinión
El incipiente veranillo que está viviendo la economía
uruguaya, luego de cinco largos años de un inclemente
invierno con destructiva tormenta, es el resultado de
algunos equilibrios distintos que se han comenzado a
verificar en la economía. El hecho que ha impulsado ese
repunte, todavía inverificable para el grueso de la
empobrecida población, tiene relación con el evidente y
paulatino atraso cambiario que se está produciendo en los
países vecinos (Argentina y Brasil) y a otra comprobación
que amplifica el efecto: la moneda uruguaya está, luego de
mucho tiempo, depreciada frente al dólar norteamericano, lo
que abre impensadas facilidades a algunas exportaciones. Ha
cambiado en la región, drásticamente, el signo de la
competitividad.
Según algunos economistas el peso uruguayo, que antes de la
devaluación de junio del año pasado tenía un valor muy alto
frente al dólar, situación que había contribuido a un
destructivo proceso para productores y empresarios. Ese
desequilibrante atraso cambiario que se comenzó a verificar
en toda su intensidad a partir de la devaluación brasileña
de 1998, bloqueo exportaciones, encontró cierto equilibrio
luego de esa modificación cambiaria de junio del año
pasado, para invertir drásticamente su orientación en los
últimos meses, como contrapartida de la apreciación de las
monedas de los vecinos.
Para el economista Adrián Fernández, el punto de equilibrio
no se encuentra ni en la situación del retraso cambiario
anterior, ni en la actual, con una depreciación del peso
que - según su opinión - es excesiva. Ese sobre ajuste se
visualiza como el resultado de las muy altas expectativas
de devaluación que existieron luego de la modificación
cambiaria que llevó a la cotización de la divisa
norteamericana, como hoy se puede observar en las pizarras,
a 30 pesos. Para el economista el nivel de equilibrio
podría estar en los 24 pesos por dólar.
Este tema se está manejando a nivel técnico, sin que
todavía se adviertan intensos movimientos comerciales que
sean el efecto de esta situación, pese a lo que se hace
evidente que algunos incipientes flujos de mercancías están
mostrando tendencias favorables a nuestro país. Hay otro
elemento que está apareciendo como consecuencia de la caída
de las importaciones, que es un relativo florecimiento de
algunos sectores de la industria de alimentos que han
comenzado a ampliar la producción de renglones que
sustituyen a otros que antes provenían del exterior. Se
advierte en las góndolas de los supermercados la
desaparición de productos importados de punta, por ejemplo
las mostazas, rubro en el cual a producción nacional no
podía hacer pie. Sin embargo hoy han aparecido algunas
marcas nacionales que han comenzado a venderse, solamente
cuestionadas en su comercialización por productos
argentinos que, seguramente, están estoqueados desde hace
un tiempo o que, en razón de los estándares de producción,
pueden sortear todavía con alguna holgura el actual atraso
cambiario que vive el país vecino.
De mantenerse la actual relación cambiaria un mayor tiempo,
podrían comenzar a advertirse mayores tendencias de flujos
comerciales favorables a Uruguay que mejorarían el perfil
de empresas con capacidad suficiente como para aumentar su
producción sin tener que recurrir a las prácticamente
inexistentes líneas de crédito, hoy por hoy vedadas, que
son imprescindibles para financiar las exportaciones.
Sin embargo, pese a estas condiciones momentáneamente
favorables, el deterioro del aparato productivo uruguayo es
de tal magnitud que es difícil predecir de qué manera se
podrá verificar una reactivación que se transfiera, de
alguna manera, a la gente. Y, menos aún, saber si los
empresarios se arriesgarán a incrementar su producción
exportable, sabiendo que ese sector - sin duda el más
vulnerable a cambios en los mercados foráneos que se pueden
desencadenar en horas - mantiene equilibrios más que
inestables. El reaseguro de esas empresas, como se ha
sostenido reiteradamente, está en una venta fluida en el
mercado interno, pata insustituible para sostener cualquier
esfuerzo productivo. Y lamentablemente para los intereses
generales los números expresan lo que todos sabemos: que el
mercado interno sigue en retroceso, tanto en volumen como
en capacidad de compra de las familias, proceso que es
determinante para el actual estado de cosas.
Tener conciencia de esto es esencial. El país no saldrá
adelante jugándose solo a las exportaciones y lo que está
ocurriendo es demostrativo. El país ha ganado en
competitividad y, sin embargo, los flujos no se incrementan
de una manera dramática. Ocurrirá solo cuando las empresas
comiencen a recomponerse, produciendo para la exportación
con el reaseguro del mejoramiento del consumo de los
uruguayos, o sea del mercado interno. Pese a la pequeñez
del mercado que integramos, que puede ser despreciable para
las grandes multinacionales (el caso de la cervecería
Norteña es significativo), es evidente que para la mayoría
de las empresas nacionales su funcionamiento fluido es
fundamental para la mayoría de las empresas nacionales. Que
los uruguayos puedan consumir de acuerdo a sus necesidades
que hoy, obviamente, están subvaluadas, es fundamental para
la reactivación.
La pésima política económica del gobierno, que socializó el
desastre, haciendo pagar a la gente el costo de la crisis
del sistema financiero, redujo dramáticamente la masa de
dinero en circulación que es hoy menor a los flujos
necesarios para llevar a la economía, primero, a niveles
de estabilidad y luego – dentro de esas condiciones –
comenzar un proceso de crecimiento.
* Carlos Santiago. Secretario de redacción de Bitácora.
Uruguay
https://www.alainet.org/es/articulo/107446
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