El Día Mundial del Refugiado
21/06/2003
- Opinión
Al final de la Segunda Guerra Mundial Europa se vio
sacudida por una importante catástrofe humanitaria:
millones de personas vagaban sin rumbo por su territorio
buscando un lugar donde reiniciar una nueva vida. Ante
esta realidad, en 1950 la Asamblea General de la ONU creó
el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados (ACNUR).
El ACNUR actúa de conformidad con la Convención sobre el
Estatuto de los Refugiados, más conocida como la
Convención de Ginebra de 1951, y también respecto de su
Protocolo de 1967. Allí se define al refugiado como a la
persona que "tiene un fundado temor de ser perseguida a
causa de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a
un determinado grupo social u opinión política; y que al
encontrarse fuera del país de su nacionalidad no puede o
no quiere, debido a ese temor, acogerse a la protección
de su país". Desde entonces su principal misión ha sido
la de garantizar los derechos y el bienestar de los
refugiados. Fundamentalmente, que cada uno de ellos pueda
ejercer el derecho a solicitar asilo, encontrar un
refugio seguro en otro país y regresar voluntariamente a
su suelo de origen. Existen, sin embargo, otros dramas
que le son afines en el mundo contemporáneo. Es el caso
de quienes sufren desplazamientos internos y se han visto
forzados a huir de sus hogares por las mismas razones que
los refugiados. Pero que, a diferencia de éstos, no han
cruzado una frontera reconocida internacionalmente.
En el mundo hay casi más desplazados internos que
refugiados, por lo que el ACNUR ha debido actuar en
Afganistán, Angola, Bosnia-Herzegovina, Croacia, El
Salvador, Irak y Somalia, entre muchos otros. La mayor
población refugiada del mundo la constituyen los seis
millones de palestinos, a tal punto que uno de cada tres
refugiados del planeta pertenece a esa nacionalidad. La
ocupación de sus territorios, los ataques militares y los
atentados contra sus derechos fundamentales los obligaron
a huir hace años. Y ahora, la negación del derecho al
retorno y la expropiación de sus tierras "abandonadas"
por parte de Israel impiden una solución a corto plazo de
su difícil situación. En nuestro continente, la Asamblea
General de la OEA adoptó recientemente una amplia
resolución sobre la protección de solicitantes de asilo,
refugiados, repatriados, apátridas y los desplazados
internos. Insta a los países que no cuentan con
mecanismos para la protección de solicitantes de asilo y
refugiados a que los adopten y enfatiza la importancia de
combatir la xenofobia, la intolerancia y la
discriminación racial.
Según Hope Hanlan, directora para las Américas del ACNUR,
en Estados Unidos se encuentran un millón de solicitantes
de asilo y de refugiados. En el 2002, EE.UU. recibió el
14% del total de las 587.400 solicitudes de asilo
presentadas en 37 países industrializados y Canadá el
5,7%. En Latinoamérica y el Caribe, más de dos millones
de personas se han visto obligados a abandonar su hogar,
la mayoría de ellos ciudadanos colombianos desplazados
por causa del conflicto armado interno. Hacia el sur,
aunque son más reducidos los números de solicitantes de
asilo, su llegada es continua y desde geografías cada vez
más variadas. Actualmente existen en el mundo cerca de
cincuenta millones de refugiados. Alrededor de treinta
millones entran en la definición de la Convención de
Ginebra -se encuentran fuera de sus países- y los
restantes veinte millones corresponden a desplazados
internos. Es decir, quienes no han podido abandonar el
país en el que sufren persecución y han buscado refugio
en otra región del mismo.
Hasta el final de la Guerra Fría, las naciones
occidentales utilizaron las políticas de asilo y refugio
como un elemento estratégico frente al bloque soviético.
A los ciudadanos de los países del bloque del Este que
llegaban a Occidente el asilo les era concedido tras un
breve y sencillo trámite. Con la caída del Muro de Berlín
y del Estado soviético, se endurecieron sus políticas de
admisión y comenzaron a exigir la prueba de las causas de
persecución de manera individualizada. A partir de
entonces requieren no sólo la acreditación del elemento
objetivo de la persecución (existencia de un régimen
autoritario, de un conflicto bélico o de una situación
generalizada de violación de los derechos humanos).
También lo hacen respecto del elemento subjetivo que
lleva al solicitante a sentir el "temor fundado de ser
perseguido". Circunstancia de compleja y difícil
demostración, toda vez que la plena prueba de la
existencia de un "temor fundado" se aloja en el fuero
interno -psiquis y emociones- de quien efectúa la
petición de asilo. Este nuevo Día Mundial del Refugiado
sirve para recordarnos la deuda que la comunidad
internacional mantiene para con estas particulares
víctimas de los conflictos sociales, políticos y
económicos, en estos primeros años del siglo XXI.
https://www.alainet.org/es/articulo/107768
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