Comercio, desarrollo y economía
El ALCA fundamentalista no va pero el peligro continúa
12/03/2004
- Opinión
El Tratado de Libre Comercio para las
Américas (ALCA) tal cual fuera definido por la administración
del ex presidente estadounidense William Clinton y llevado
adelante por su sucesor republicano George W. Bush se
encuentra atrapado entre las arenas de un verdadero pantano.
Sin embargo, la estrategia hegemónica de Washington y de las
corporaciones de matriz norteamericana lejos está de
complicarse definitivamente.
Las tierras pantanosas fueron puestas allí por los países del
MERCOSUR, especialmente por sus socios mayores, Brasil y
Argentina. El cuadro no quedaría completo si quedase fuera la
decisiva influencia de Venezuela, país que no sólo decidió
solicitar su incorporación efectiva al Mercado Común
Sudamericano sino que también propuso un modelo estructural
alternativo al ALCA. El presidente Hugo Chávez definió al ALBA
(Asociación de Libre Comercio Bolivariana) como una
herramienta a construir sólo entre países latinoamericanos,
para negociar como bloque con los más ricos y poderosos.
Las negociaciones preparatorias de la reunión ministerial del
ALCA que debía realizarse en Puebla la semana próxima
culminaron en Buenos Aires el miércoles pasado con una clara
señal de que el tratado en su formato original fue una quimera
para Estados Unidos, que sus propios negociadores acabaron
por aceptar como inviable.
La reunión prevista para Puebla pasó a fines del mes próximo –
con preparatorias en esta misma capital el 31 de marzo y el 1
de abril- y, palabras más palabras menos, el MERCOSUR logró
que se prestase atención a sus posiciones. Sin acuerdos y
concesiones estadounidenses en materia agrícola no hay ALCA
fundamentalista que valga.
¿Fue esto un golpe o una sorpresa para Estados Unidos?
Contestar por la afirmativa sería una ingenuidad. La
tecnología contemporánea es capaz de secar los pantanos mas
cerrados y convertir sus áreas en placidos territorios.
Nadie mejor para diagnosticar el pensamiento y la estrategia
de los poderosos que las propias voces de esos poderosos. En
abril del año 2001 Brasil y Argentina no vivían los procesos
políticos que viven en la actualidad ni por consiguiente
habían dado el salto cualitativo que en materia de
integración dieron los presidentes Luiz Inacio Lula Da Silva y
Néstor Kirchner respectivamente.
Sin embargo, la revista británica "The Economist", en un
artículo titulado "All in family" (Todo en familia), desnudaba
el verdadero pensamiento de Estados Unidos: si en el ALCA las
negociaciones van bien, entonces insistimos con el ALCA; si se
estancan pues recurramos a la Organización Mundial de Comercio
(OMC); si hace falta no nos olvidemos de buscar una sumatoria
de acuerdos bilaterales. La estrategia es una sola, el "libre
comercio" en toda América.
Estrategia que, de tener éxito y dada la profunda asimetría y
la dependencia que caracterizan a las relaciones entre el
centro del sistema hegemónico y los países de América Latina,
terminaría aniquilando a las economías del Sur.
Fue un acierto entonces la decisión compartida por los países
del MERCOSUR de abrir gestiones Sur-Sur, como las que llevaron
al presidente Lula a la India, como las que se refieren a
posibles acuerdos con Sudáfrica y con un bloque de países
árabes, y sobre todo con China. Fue un acierto también tratar
de potenciar al llamado Grupo de los 15 (G-15) conforme se
hizo en la reunión de Caracas, realizada hace unas semanas
atrás.
También será un acierto si el MERCOSUR mantiene su firmeza en
las negociaciones con la Unión Europea (UE), entidad comercial
tan o más proteccionista que Estados Unidos, tal cual quedó
señalado la semana pasada en Buenos Aires por funcionarios de
la cancillería argentina: las reformas hechas por la UE a su
Política Agrícola Común (PAC) no satisfacen a los países
sudamericanos porque no remueven las trabas proteccionistas
impuestas a sus exportaciones.
Como la respuesta de la UE una vez más consistió en promesas –
parecidas a las que acostumbran a hacer los negociadores
estadounidenses- se hace imprescindible que los líderes del
MERCOSUR insistan con mecanismos de integración entre naciones
en desarrollo.
No significa ello la ingenuidad de quitarle atención a los
mayores mercados del mundo sino de fijar estrategias en común
que permitan voz propia y fortaleza dentro del complejo
escenario internacional, porque mal que les pese a los
fundamentalistas del modelo neoliberal, el mundo es mucho más
que una plaza comercial.
* Agencia Periodística del Mercosur (APM) del Centro de Graduados de
la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad
Nacional de La Plata (UNLP)
https://www.alainet.org/es/articulo/109593
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