La carreta delante de los bueyes
Sobre medios y globalización
22/09/2004
- Opinión
La imagen más trágica: la no transmitida. La imagen ausente,
censurada en estos primeros días: los muertos, los heridos, los
mutilados. Las vidas humanas. Ese detalle.
Eduardo Galeano
El ejercicio de ciudadanía es un proceso de aprendizaje al que
contribuyen las diferentes instituciones presentes en la sociedad,
entre ellas los medios de comunicación. Desde un medio de
comunicación siempre se construye ciudadanía: se puede ayudar al
fortalecimiento de una ciudadanía activa y participativa o se
puede fomentar una ciudadanía pasiva vinculada únicamente con el
consumo. Pero, queda claro, que sin la ciudadanía activa la Nación
como conglomerado soberano, no existe.
Por ello, cuando los uruguayos hemos abandonado nuestra potestad
de fijar pautas como Nación para regular a los medios de
comunicación, cuyas ondas les cedemos a privados para que hagan
sus negocios en los cuales los mismos uruguayos somos nada más que
clientes cautivos, es que parece poco seria la discusión que se
está verificando en la epidermis de un problema que es esencial
para el Uruguay como Nación soberana.
En una exposición que tuvimos la responsabilizad de realizar en el
marco del Forum de la Culturas de Barcelona 2004, manejamos algún
ejemplo que asombró a muchos representantes de los medios
audiovisuales allí presentes, y que está vinculado con la
liviandad con que en el Uruguay se sigue manejando la relación
entre el Estado y los medios, sobre los que no existe regulación
alguna. Hablamos de las contrapartidas que los mismos deberían
otorgar por ser permisionarios de ondas que son de todos. Hablamos
en la oportunidad de la única regulación que todavía está en
vigencia, la que tiene que ver con el horario de protección al
menor. Inaplicable e insustancial: sin ingresar en las telarañas
mentales de quién impuso ese arbitrio vinculado eventualmente al
sexo, decimos que la misma es de hecho inaplicable porque mientras
algunos medios locales acatan la modalidad del horario de
protección al menor, la tecnología hoy existente permite la
recepción de innumerables canales por vía satelital, lo que impide
en los hechos que esa única regulación horaria de contenidos se
aplique en toda su extensión y tenga alguna efectividad.
"Horario del protección al menor", absurda denominación – además -
, pues en el mundo de hoy los menores no tienen horarios muy
distintos a los de los mayores y además, lamentablemente, el
objetivo de la regulación es resguardar a los jóvenes y a los
niños de escenas de sexo, en base a una moral más que discutible,
producto de telarañas mentales, que se opone a las libertades, sin
reparar que – por ejemplo - se permite que la violencia sea uno de
los contenidos más buscados y consumidos por esos mismos seres a
que se quieren resguardar.
Este es un punto de tantos otros, que muestran las dificultades de
cualquier tipo de regulación. Especialmente la que se quiera
aplicar en el marco del descontrol total que ha significado,
desde siempre, el otorgamiento de ondas del Estado, en base al
mecanismo el favor político. En el tema del "horario de protección
al menor", extremo por otra parte en desuso, se mostró una
lamentable ligereza y una tonta insustancialidad, pues los menores
a "salvar" no se recuperarían con este ridículo arbitrio ni
quienes observan escenas de sexo, se han derrumbado en un declive
moral que los inhabilita para vivir en sociedad.
El fenómeno planetario
Coincidimos con Ignacio Ramonet que en muchas regiones del mundo,
los dirigentes políticos han cedido poder a los grupos con
influencia mediática, capaces de manejar la información a nivel
local y planetario. Esa caracterización se puede aplicar,
perfectamente, a la situación que se verifica en nuestro país.
Todo el fenómeno de las privatizaciones no es más que una
transferencia del poder del Estado al poder privado, es decir que
el gran enfrentamiento en esta época de la globalización es el
enfrentamiento entre el mercado y el Estado.
Nuestros sucesivos gobiernos, mucho antes de que el proceso de las
privatizaciones fuera considerado un elemento paradigmático que
mostraba, para algunos, el "buen camino emprendido", se aplicó de
manera abierta cediendo las ondas de radiofonía y TV, sin dejar
ningún punto del país descubierto. TV abierta, por cable, radio AM
y FM. Fue un continuo ceder a la actividad privada de ondas.
Son cientos de radios y canales de TV que se entregaron a
correligionarios políticos de los gobernantes de turno o, a
algunas empresas "madres", que por la vía de los hechos,
terminaron por configurar un monopolio que, obviamente,
distorsionó la transmisión informativa y, además, dejó cautiva a
la población de empresas que además de buscar el lucro, que es un
elemento vinculado a la lógica del sistema, apoyaron a los
gobiernos de turno, dejando de lado al pluralismo informativo.
Como utilizando un Caballo de Troya, en el Estado se han
introducido empresarios o políticos con mentalidad empresarial que
en realidad son los que lo están vaciando de muchas de sus
prerrogativas, en particular de su función de actor económico.
En ese contexto, los medios de comunicación tienen como función
principal: convencer al conjunto de las poblaciones de que hay que
hacer esas reformas, así como de votar por aquellos que estén
dispuestos a llevarlas a cabo.
Obviamente los medios, como grupos industriales y económicos, van
a beneficiarse de esas reformas. Por consiguiente, vemos que
existe una alianza entre el mensaje de la globalización en favor
de lo privado y en favor del capital, y esos grupos mediáticos que
encuentran su provecho difundiéndolo.
Pocas veces en la historia ha habido una democratización de la
información que se ha dado por la vía de los hechos, más allá de
la índole de algunos propietarios de medios de comunicación y de
regímenes de concesión de ondas, como el uruguayo, claramente
antidemocrático por el privilegio que consagra.
Sin embargo es una situación cambiante de una fluidez sorprendente
que hace caducar esas propias prácticas de política menuda. Los
medios, afines a los gobiernos blancos y colorados, ya no pueden
mantener un férreo monopolio informativo Hoy, además de la prensa
escrita, la radio y la televisión, ha venido a añadirse Internet,
un verdadero inabarcable continente nuevo. En los últimos años, la
propia televisión ha conocido un desarrollo cuantitativo
extraordinariamente importante. Esto quiere decir que en un hogar
de clase media hay ya una capacidad de recibir información como
nunca en la historia. Ello provoca una modificación esencial en el
manejo informativo, pues las cortapisas de otrora ya no tienen
efectividad.
Los flujos informativos se convierten en imparables y los manejos
mediáticos se hacen cada vez más ineficaces.
Ramonet sostiene que en esta época de la globalización – por otra
parte - las empresas de los medios de comunicación tienden a
querer dominar un mercado cada vez más importante. Esto hace que
los grupos mediáticos, que antes eran locales o nacionales, hoy
tienden a ser por lo menos regionales, continentales o a veces,
planetarios, como es el caso de la CNN, que desde finales de los
años 80 ha tenido como objetivo el dirigirse al mundo entero.
Este es el panorama que hace cada vez más difícil que definamos
una política nacional de comunicación, pues el concepto de Nación,
obviamente, se lesiona cada minuto que pasa por las nuevas
modalidades de la globalización. Y menos aún si buscamos esas
definiciones en reuniones de "amigos", sin darles participación a
los profesionales de la actividad y, por supuesto también, a los
receptores que, obviamente, tienen mucho para decir.
Es evidente que se deben analizar todos los aspectos de la
situación para lo que es necesario – repetimos - una discusión
abierta con todos los actores. Es tan ridículo como inefectivo,
realizar reuniones de "amigos" políticos, como algunas que se
intentaron, sin integrar a necesarios actores en el análisis de
problemática que exige la suma de experiencias.
Se derrocharon palabras, se construyeron documentos, sin
enriquecer la discusión en base a su democratización.
Como corolario de tanta desubicación hasta se planteó la creación
de un Ministerio de la Comunicación, absurdo del absurdo, cuando
todavía no se habían definido las políticas. Apareció el elemento
burocrático antes de tener en cuenta los caminos a recorrer.
Es aquello de poner la carreta delante de los bueyes.
* Carlos Santiago es periodista. (Secretario de redacción del
diario LA REPUBLICA de Montevideo y del suplemento Bitácora)
https://www.alainet.org/es/articulo/110591
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