Redes que tejen democracia y libertad

01/08/2005
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Cuando el pescador extiende su red en el suelo o en el agua, ella se acuesta horizontalmente, esparcida para alcanzar el espacio más amplio posible. .Ningún nudo está por encima de los otros, ni es más importante que los otros. Ningún nodo puede pensar los otros nodos como competidores, adversarios o enemigos. Cada nudo sabe que, formando parte de la red, está indisolublemente conectado a cuatro nudos a su alrededor, que por su parte están conectados cada uno a cuatro otros nudos, en una progresión exponencial... para formar la red. Por lo tanto, cada nudo tiene conciencia de su responsabilidad por sí mismo, por su conexión con los cuatro nodos de sus vecinos, y por la integridad de la red entera. Cada nudo sabe que es único y que los otros nudos también son únicos. Es esta diversidad de nudos que forma la unidad de la red. Cuando el pescador refleja sobre esta maravillosamente simple complejidad, lágrimas de emoción vierten de sus ojos. Él ama la red, pues ella es obra de él, y es bella y eficaz. Ella refleja maravillosamente la simple complejidad que él es. Así es la Economía Solidaria. Ella es mucho más que la mera actividad de producir para sobrevivir. Ella es un arte de la vida. Ella (eco=casa; nomia= gestión) nos desafía a la gestión y al cuidado de las diversas casas que habitamos (el cuerpo, la vivienda de la familia, la comunidad, el municipio, el ecosistema, el país, el planeta). Ella convoca a cada habitante a empoderarse para ser sujeto del desarrollo de sus potencialidades individuales y colectivas. La actividad económica es un medio para hacer viable el desarrollo humano y social. Este es el verdadero fin a conseguir. Un fin en continuo movimiento, siempre más alejado, ¡pues nuestras potencialidades son infinitas! Este desarrollo también puede ser definido como conquista permanente de un grado de libertad cada vez mayor: libertad en relación a las ataduras de la mera supervivencia, a la cárcel del trabajo esclavo o asalariado (empleo), a la privación de los diversos derechos y a la alienación en relación a nuestros deberes de ciudadanos y de seres humanos en un Universo también en movimiento. La Economía Solidaria afirma que nadie empodera a nadie, y nadie se empodera solo. Pero para empoderarse como persona y como ser social, cada uno necesita estar interrelacionado conscientemente con otras y otros. Si esta conexión fuera jerárquica y vertical, ella será dominadora y alienadora. Sólo la conexión horizontal, no jerárquica es emancipadora. Otro nombre de esta conexión horizontal es democracia. La verdadera democracia es como la red del pescador: cada persona es plenamente responsable por sí misma y por la comunidad humana entera, en una relación de armonía dinámica con el ambiente. La relación entre las personas se da por la cooperación, reciprocidad, respeto a la diversidad, solidaridad, construcción de unanimidades sin sacrificar la diversidad. La red es la unidad en la diversidad. La educación emancipadora es aquella que contribuye al autoempoderamiento del educando a fin de ejercer la responsabilidad de gestionar su propio desarrollo, individual y social. La educación emancipadora enseña a ir siempre más allá. El educador de la emancipación es aquel que trabaja para que cada educando aprenda a aprender sin necesitar más de él. Esta vocación está marcada por la humildad de desear que el educando consiga, finalmente, prescindir de su guía. Este es el deseo del autoempoderamiento del otro, al punto que éste se vuelva un caminante que, con su andar, abre su propio camino. Pero esta caminata es larga y llena de riesgos, de desvíos. La educación emancipadora enseña a no temer riesgos, ni crisis, ni conflictos. En medio de la diversidad que constituye la vida, ellos son naturales. Aprender a lidiar con ellos no como enemigos, sino como aliados, ayuda a crecer y a avanzar hacia adelante y hacia arriba. En su humilde impecabilidad, el educador de la emancipación desea que el educando lo alcance, y aún lo supere en las tres artes de ser, saber y saber hacer. Un educador de estas características practica la educación amorosa. Y cuando esta educación está al servicio de una economía solidaria, ella informa las relaciones que tejen la economía de un contenido social, solidario, amoroso. Y del amor brota naturalmente el fin mayor de nuestra existencia en la Tierra: la vida siempre más plena, la felicidad. (Traducción ALAI) - Marcos Arruda es economista y educador de PACS, Río de Janeiro, facilitador de Unipaz y miembro del Instituto Transnacional, Ámsterdam.
https://www.alainet.org/es/articulo/112600
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