La sumisión ante la inseguridad
11/11/2005
- Opinión
Los medios de comunicación han desvelado la existencia, en Europa, de prisiones y centros de interrogatorios secretos para luchar contra el terrorismo internacional.
Ya nos habíamos acostumbrado a escuchar informaciones sobre Guantánamo y su ilegalidad y nos sonaba a tema del pasado. Pero sigue estando ahí. La alarma subió de tono cuando la familia del imán Mustafá Oman Nasr, de Egipto, denunció que éste había sido secuestrado en Milán, a plena luz del día, por 13 personas. Fue llevado a una prisión en Egipto, donde recibió palizas y descargas eléctricas en los genitales durante más de un año. La identidad de los secuestradores despertó la conciencia de muchos: eran agentes de la CIA.
Salieron a la luz muchos otros casos y pronto se llegó a conocer que la ausencia de un estado de derecho en países como Egipto, Pakistán, Siria y Afganistán favorecía la exportación de la tortura con el fin de "sacarle información" a los detenidos y así agilizar la lucha contra el terrorismo.
Ha sido clara la tendencia hacia la pérdida de libertades y derechos básicos como justificación de la lucha del bien contra el mal. Además de acostumbradas, muchas personas se sienten seguras cuando ven a políticos en la televisión con caras decididas y sentenciando: "Es preciso hacer algunos sacrificios para alcanzar la libertad". La inseguridad económica, política y social facilita este proceso.
Muchos políticos europeos, con Dominique de Villepin, Jacques Chirac y Gerhard Schröeder a la cabeza, alzaron la voz cuando vieron que ese sacrificio tenía a Irak dentro de su agenda. Al mismo tiempo, Human Rights Watch, Amnistía Internacional y muchas otras ONG comenzaron a denunciar las violaciones de derechos humanos en Iraq y en los centros de detención localizados en los países donde no existen garantías para los detenidos.
El Pentágono no niega que Europa alberga centros secretos de detención e interrogación. Así lo recoge el prestigioso diario norteamericano The Washington Post. ¿Quién lo habría imaginado? El Gobierno de Washington responde ordenando la captura del responsable de la filtración.
Pero ya había señales claras. A la nueva Europa, la de la vanguardia, la de Rumsfeld, había que ayudarle a entrar en la Unión Europea. Polonia, cuya endeble democracia quedó demostrada en sus últimas elecciones, con una abstención de más del 50% de la población, y Rumania, que hasta hace poco no cubría las necesidades mínimas en cuanto a derechos humanos para entrar en el club de los 25, siguen violando los derechos humanos.
Se conocían los métodos de la CIA, su fabricación de mentiras y su distorsión del lenguaje para cambiar el significado de tortura. Quizá para eso sirven los videojuegos y tanta Playstation. Para acostumbrarnos a un mundo en el que nada es seguro, en el que se han hecho añicos las estructuras que tomábamos como referencia. Es más fácil someter a una persona que se siente insegura. Aceptará su centro perdido, su estabilidad, incluso de la mano del tirano que vende seguridad a cualquier precio. El empleo de la fuerza, para el fin que sea, podrá tranquilizar, pero no traer la paz. Porque tranquilidad viene de tranca, la que sostiene la puerta. Hasta que los embates del que quiere entrar la derriban.
El estado de alerta en que nos tienen los medios de comunicación y los políticos quiebra nuestra voluntad. Ese terror se parece al que produce la tortura de los gulags secretos. Cuando ruidos ensordecedores te impiden dormir durante días, cuando dejas de sentir las partes de tu cuerpo por llevar horas en una misma posición, cuando las golpizas y los choques eléctricos te degradan, haces todo por sobrevivir, aunque eso implique la humillación de haber cedido tu voluntad. Haces lo que te piden. Hoy nos piden sumisión y cedemos porque sentimos un vértigo insoportable a causa de la inseguridad.
Europa no puede ser cómplice de esta demencia; no puede convertirse en el laboratorio de pruebas en la lucha contra el terrorismo. Bruselas tendrá que ordenar el cierre de esos centros y el cumplimiento de la ley internacional si no quiere que prime una ley de la selva que fortalecerá al terrorismo para que pueda sobrevivir.
- Carlos Mígueles, periodista, Centro de Colaboraciones Solidarias, Madrid.
https://www.alainet.org/es/articulo/113478?language=en
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