Las tensiones en el Mercosur y el rediseño del mapa sudamericano

09/05/2006
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1. Un nuevo mapa sudamericano En 2002, el triunfo electoral del PT en Brasil, produce un giro en América del Sur que cambiaría el rumbo en la región. Se forma un eje entre el Brasil de Lula y la Venezuela de Chávez. Un año después, este eje se amplía con la llegada al gobierno de Néstor Kirchner en Argentina. Se trata de un giro que tiene dos soportes comunes: nacionalismo y desarrollismo. En 2004 se produce la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) y, en 2005, el ingreso “de facto” de Venezuela como tercer gran socio en el Mercosur, La nueva línea de fuerza opuesta al decadente Consenso de Washington y al neoliberalismo extremo co-mienza diseminada desde Venezuela, Brasil y Argentina comienza a influenciar a varios gobiernos de la subregión, que pretenden continuar con las políticas destinadas a firmar Tratados de Libre Comercio (TLC) con EE.UU., pero tratando de adaptarse sin mayores convicciones al nuevo escenario “neodesarrollista”. Otros países localizados en América Central y el Caribe refirman sus decisiones de desarrollar TLC o acuerdos regionales con EEUU y el TLC norteamerica. En un contexto de ambibalencias, en diciembre de 2005, en Mar del Plata, Argentina, durante la reunión de presidentes de las Américas, con la resistencia de EE.UU. y México, se aprueba un documento teñido de neodesarro-llismo y alejado de los postulados del diseño original del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), pro-puesto por EE.UU. en 1994, y que debía iniciarse justamente en 2005. El ALCA está detenido, pero los TLC bilate-rales avanzan. Se esta creando una situación nueva en América del Sur que se caracteriza principalmente por la co-existencia y tensión entre por un lado el proceso de expansión de los TLC bilaterales con EEUU, que produ-cen transitoriamente un cuadro de “balcanización”, y por otro lado ,el proceso de constitución de un espacio “ neodesarrollista” que agrupa a estados grandes ( Argentina, Brasil y Venezuela), con capacidades para incor-porar a otros estados mas pequeños pero con fuerzas limitadas por ser países dependientes y con fuertes asi-metrías económicas y sociales. Para entender el nuevo mapa continental es necesario ubicar dos escenarios. En el primero coexisten en tensión a) la correcta resistencia al ALCA neoliberal con epicentro en Argentina, Brasil y Venezuela, b) con la irre-sistible tendencia la integración comercial y apertura económica que se desarrolla desde la creación del TLC de Norteamérica, y que incluye —bajo diversas modalidades de tratados y acuerdos bilaterales y regionales— a la ma-yoría de los países de América Latina y el Caribe (ALC); En el segundo, localizado en América del Sur que se ex-presa dentro de la CSN como contradicción entre la tendencia a la integración acordada en su declaración fundacio-nal con las dificultades objetivas para concretarla por estados nacionales caracterizados por fuertes asimetrías e intereses potencialmente colisionantes. Así, en el segundo escenario, a principios de 2006, tres hechos demostrarían que la unidad proclamada se veía afectada por, a saber: - El conflicto entre la vocación regional del chavismo venezolano y los intereses de dos países que forma-ban parte de la Comunidad Andina de Naciones (CAN): Perú y Colombia. Estos caminaban en la direc-ción abierta por Chile y Ecuador que han firmado TLC con EEUU.. En 2006 Chávez decide abandonar la CAN, por las actitudes de esos países. Al mismo tiempo, se involucra en 2006 en el actual proceso electoral en Perú, apoyando al candidato militar-nacionalista Ollanta Humala con declaraciones y recur-sos económicos. - El conflicto en curso entre Argentina y Uruguay por la oposición del primer país a la instalación de dos empresas papeleras, de orígenes finlandés y español, sobre el río Uruguay (en la localidad de Fray Ben-tos, Uruguay), en un contexto de agitación de movimientos ambientalistas argentinos y de cortes de puentes internacionales. - La tensión creada entre Bolivia y Brasil luego de la nacionalización en abril 2006 de las explotaciones de petróleo y gas por el gobierno nacionalista-indigenista de Evo Morales. La nacionalización de los re-cursos y el control de YPF sobre campos, refinerías, gasoductos y estaciones de servicios (decreto 28701) afecta a varias grandes empresas multinacionales localizadas en Bolivia. Los nuevos contratos entre las empresas y el estado boliviano deberán ser renegociados en los próximos 6 meses. YPF boli-viana (YPFB) asume el control monopólico del comercio de hidrocarburos. Chávez asume mayor protagonismo. En el Cono Sur, con participación de Chávez, se comienzan a desarro-llar reuniones paralelas con el acuerdo de los “3 grandes” (Argentina, Brasil y Venezuela). La primer reunión se realizó el 19 de abril en Asunción, Paraguay, con la participación de Nicanor Duarte Frutos, Evo Morales, Tabaré Vázquez y Hugo Chávez. Este último justifica su participación sosteniendo que su objeto no es destruir al Mercosur sino “reformatearlo” para que contemple los intereses de los países pequeños. Chávez ofrece recursos para la construcción de un gasoducto que una los tres países( Bolivia, Paraguay y Uruguay) con provisión de gas boliviano e integrados en el megaproyecto que uniría a Venezuela, Brasil y Argenti-na con provisión de gas de Venezuela. Bolivia, en un contexto de crisis potencial energética mundial, se apoya en Chávez para renegociar sus acuerdos de suministro a Brasil y Argentina. Chávez considera esta reunión como un apoyo a su programa estratégico de construcción —bajo su liderazgo— de la Alianza Bolivariana para los pueblos de América Latina (ALBA). Según la ministra venezolana de Industrias Ligeras y Comercio, María C. Iglesias, .la tutela de los TLC so-bre la CAN y las discordias en el Mercosur estaban facilitando la operación de EE.UU. para desregular los mercados nacionales y abrirlos a las importaciones procedente de EE.UU. Además, agrega —con un guiño a los sindicatos— que toda desregulación acentuaría la “flexibilidad laboral”. Como receta la ministra venezolana propone reflotar la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI). Chávez había tomado la delantera. Pero los Presidentes de Brasil y Argentina acuerdan retomar sus roles protagónicos sin que ello signifique enemistarse con Chávez. El 26 de abril se reúnen en San Pablo (Brasil) los pre-sidentes de Argentina y Brasil con Chávez, para restablecer el eje de los “3 grandes”. Se acuerda que en agosto de 2006 se presentará el gasoducto de 9.700 km. (costo estimado de U$S 23.000). Pero Lula no puede convencer, en un momento de la reunión, a Kirchner para que le permita actuar como “componedor” del fuerte conflicto entre los gobiernos de Argentina y Uruguay sobre las papeleras. El fracaso de Lula es la primera manifestación “ desagradable” por la persistente política de Brasil de limitar la institucionaliza-ción del Mercosur para garantizar su liderazgo. Este grave conflicto debió haber sido considerado y resuelto de-ntro del Mercosur. Ahora amenaza con erosionar las relaciones entre Argentina y Uruguay, afecta a las empresas inversoras y amenaza con constituirse en un caso sin solución a corto plazo en la Corte Internacional de La Haya. El 5 de mayo, el presidente Kirchner encabeza un multitudinario acto en Gualeguaychú, Argentina, con la participación de la mayoría de los gobernadores (incluidos radicales) y el grueso del peronismo, para exigirle a Uruguay que se frente la construcción de las papeleras hasta contar con información sobre el impacto ambiental. La estrategia argen-tina consiste en llevar el diferendo a la Corte Internacional de La Haya y descomprimir el conflicto con Uruguay. También Lula trató en esa reunión del 26 de abril, sin éxito, de convencer a Chávez de permanecer en la CAN. Por último, Kirchner y Lula criticaron directamente a Chavez —según una fuente periodistica por haber “so-breactuado”, metiéndose a terciar entre los países “pobres” del Mercosur, y que no era serio participar un día en Asunción y otro en San Pablo como si hubiese “dos Mercosur”. Según esa fuente, Kirchner le señaló a Chávez que la principal causa no manifiesta del conflicto sobre las papeleras era que Tabaré Vázquez utilizaba a las empresas papeleras europeas para justificar su retiro del Mercosur y firmar un TLC con EE.UU. (objetivo que Tabaré Vázquez hará explícito en su visita a EE.UU., a principios de mayo). Por último, Kirchner y Lula habrían señalado a Chávez que sus esfuerzos por formar un eje Bolivia – Cuba – Venezuela estaban destinados al fracaso, y que afectaban directamente al interés común de Argentina y Brasil de preservar sus relaciones con los EE.UU. Informados de la inminente nacionalización de los recursos naturales y el control estatal de las empresas pe-troleras en Bolivia, Lula y Kirchner acordaron hacer público en pocos días la incorporación de Bolivia al me-ga-gasoducto. Lula, según la misma fuente, estuvo muy duro en defensa de Petrobras Bolivia de Refinación (que importa 2,5 millones de metros cúbicos de la estación brasileña), manifestando que si la nacionalización afectaba los planes de la empresa estatal brasileña, sufriría la presión de la prensa, los industriales de San Pablo y los tenedores de acciones de Petrobras. Chávez trató el 26 de abril de evitar mayores enfrentamientos con Lula y Kirchner. La nacionalización de los recursos petroleros y gasíferos en Bolivia era inminente. Según la fuente mencionada, Chavez hizo hincapié en que los malentendidos eran producto de un proceso de nacimiento de un “nuevo mapa político” en ALC. Aseguró que Venezuela ayudaría a Morales para producir otra “Bahía de Cochinos” si se provocaba una invasión militar para derrocar al nuevo gobierno boliviano. Agregó que para mostrar su decisión de defender con las armas a Morales había facilitado la presencia del canciller cubano Pérez Roque en la comentada reunión de Asunción. 2. La reunión de “los cuatro”: Kirchner, Lula, Chávez y Morales El 4 de mayo – producida la nacionalización en Bolivia - se reunieron en Puerto Iguazú (Argentina) los pre-sidentes de Argentina, Bolivia, Brasil y Venezuela. No participó Uruguay. La agenda de la reunión tuvo un tema principal: buscar —a partir de la nacionalización en Bolivia— un nuevo acuerdo entre los países con referencia al suministro de gas. También se converso sobre el futuro de las empresas petroleras en Bolivia, en especial Petrobras y Repsol YPF ( argentina-española denominada en Bolivia “ Andina”). Como hemos adelantado, Morales había comunicado con dos semanas de anterioridad a Lula y Kirchner que era inminente la nacionalización, pero no dio “detalles”. Aparentemente, solo Chávez y Fidel Castro conocían el contenido del decreto de nacionalización. Lula y Kirchner se movían con la idea de que la nacionalización implicaba los recursos, pero sin incluir la ocupación militar de las empresas y el monopolio estatal de la comercialización. Se-ría una nacionalización para comenzar una nueva fase de negociaciones con las empresas sobre precios y regalías. Sólo Chávez y Castro sabían que sería una nacionalización que prácticamente incluía el control estatal sobre todo el proceso de producción y comercialización. Se debe destacar que también en abril Bolivia, Venezuela y Cuba han establecido un área de integración económica entre los tres países. | Chávez se convierte en la figura clave predominante del acontecimiento político en Bolivia. Ha resuelto apostar fuertemente al éxito de Morales, asegurando que acudirá con apoyo técnico de PDVSA, y dólares. Cuando se reúnen el 4 de mayo, Lula y Kirchner concurren con dos hándicaps: el primero, presionado por Petrobras y el lobby empresario brasileño; el segundo, por el seguro aumento de los precios que recibe Argentina y por la situación de la empresa Repsol-YPF “ Andina”. Cuando Kirchner asiste a la reunión ya ha conversado con el presidente del gobierno español, Rodríguez Za-patero, quien le ha manifestado su preocupación por la situación de Repsol-YPF. Kirchner también concurre a la reunión con el peso del agravamiento del conflicto con Uruguay por las papeleras. La reunión de “los cuatro” ,formalmente, terminó amigablemente. Produjo una breve Declaración, que es la siguiente: “Los Presidentes de la Argentina, Bolivia, Brasil y Venezuela destacaron que la integración energéti-ca es un elemento esencial en la integración regional en beneficio de sus pueblos. En este contexto, los Presidentes coincidieron en la necesidad de preservar y garantizar el abastecimiento de gas favo-reciendo un desarrollo equilibrado en los países productores y consumidores. Asimismo, destacaron también que la discusión sobre el precio del gas debe darse en un marco racio-nal y equitativo que viabilice los emprendimientos. En este espíritu coincidieron en la profundización de los diálogos bilaterales para resolver cuestiones pendientes. Expresaron su voluntad de trabajar pa-ra la profundización del Mercosur y la consolidación de la integración sudamericana. En este sentido, ratificaron su decisión de avanzar en el Proyecto del Gasoducto del Sur. Los Jefes de Estado coincidieron en la importancia de la unidad de la región y en el diálogo con otros países y regiones, y en ese contexto valoraron el diálogo Mercosur-Unión Europea. Los Presidentes se pusieron de acuerdo en fomentar inversiones conjuntas a fin de favorecer el desarrollo integral de Bolivia” Morales, en síntesis, repitió durante la reunión lo ya conocido: los hidrocarburos son del estado, YPF será la empresa madre y las empresas privatizadas podrán operar si aceptan esas condiciones y los nuevos de regímenes de propiedad mixta y regalías. Lula habría terminado de aceptar que Morales es un líder nacionalista decidido. Se van de la reunión del 4 de mayo con el sabor amargo de que sus influencias políticas han sido mermadas. La mitad de su demanda interna de gas procede de Bolivia. Un desabastecimiento de gas podría afectar su eventual reelección presidencia a fines de este año. Petrobras ha invertido 1.000 millones de dólares en Bolivia. No descarta que esta empresa recurra a un tribunal en Nueva York para dirimir las diferencias y conflictos que surjan de aquí en adelante. Pero Lula aspira, hasta ahora, a que no se llegue a esta última situación. Kirchner estaba informado de que Bolivia plantea aumentar los precios sobre Argentina en un 64% por mi-llón de BTU (medida). La nueva tarifa pasaría a 4,5 a 5 dólares por BTU (lo que incidirá no sólo en los precios de consumo local, sino en los precios del gas que Argentina le cobra a Chile. Las empresas petroleras no presentan todavía un frente único. Se han manifestado desde la amenaza de jui-cios (Petrobras) hasta actitudes negociadoras. Esta última alternativa parecería ser la elegida por Repsol-YPF: en Madrid, Bergoña Elices, Directora de Relaciones Externas de Repsol-YPF señaló que: “No ha habido ninguna reu-nión (con el Ministro de Planificación de Desarrollo de Bolivia, Carlos Villegas; JG), y por eso ni siquiera podría-mos decir si lo aceptamos o no”. El gobierno español envió rápidamente una misión negociadora a Bolivia como apoyo a Repsol-YPF, para iniciar un “proceso de diálogo y negociaciones”. Como es sabido, operan en Bolivia varias empresas petroleras extranjeras, siendo las principales Repsol-YPF, Petrobras, Chaco ( British Petroleum), Transredes ( Enron-norteamericana) y Shell (holandesa) . Ahora se abre un largo período de seis meses de negociaciones entre estas empresas y el gobierno boliviano. Este último plantea que el resultado debe ser el control por el Estado del 51% de las acciones en los grandes pozos (y el 30% en las áreas de producción marginal). Las empresas ya aceptaron en 2005 un aumento del 50% de los impuestos; ahora habría que ver si aceptan participar con un máximo del 49% del capital accionario en los grandes pozos. Morales cree que las empresas petroleras resistirán, pero terminarán aceptando —como ocurrió en Venezue-la— ser tributarias de la empresa estatal boliviana YPF. Sin embargo, sabe que si la nacionalización no sirve para facilitar la expansión del mercado local (en el que sólo el 20% de la población consume gas natural), y que para ello necesita inversiones, puede quedar aprisionado entre las presiones de las empresas (y el propio gobierno de Lula), por un lado, y por el otro la presión popular, que aspira a que la nacionalización les acerque el consumo del gas. Debe recordarse que Bolivia es un país que desde hace tres años vive en estado permanente de “convulsión política”. 3. Conclusiones. La nacionalización de los recursos y el control estatal temporal de las propiedades de las empresas extranje-ras en Bolivia —junto con el conflicto por las papeleras entre Argentina y Uruguay, y la ruptura de la CAN— están indicando que muy probablemente se profundice en América del Sur el vertiginoso proceso actual de reali-neamientos políticos entre estados y gobiernos. Desde hace varios meses la Secretaria de Estado de EE.UU., Condolezza Rice, insiste en alertar sobre el au-ge de los populismos de centro-izquierda en la región, y que la “batuta” política la tiene Hugo Chávez. También alerta sobre un eje audaz políticamente pero con capacidades estratégicas limitadas, esto es el conformado por Boli-via, Cuba y Venezuela. Lo cierto es que en América del Sur, desde hace varios años, presenciamos un doble proceso político y económico. Por un lado, el proceso de incorporación de las economías de ALC a la “ economía global” es irreversible y avanza a través del ensamble entre las economías a través de acuerdos bilaterales y multi-bilaterales de libre comer-cio e inversiones. Las empresas multinacionales de los países desarrollados avanzan. Las de EE.UU. llevan la delan-tera, pero seguidas por empresas de la UE, China y Japón. Las nacionalizaciones en Bolivia deberían desembocar en la existencia de una empresa “ madre”( en este caso YPFB) y empresas extranjeras “ asociadas”, de acuerdo a los cánones vigentes en Brasil, Argentina y Venezuela. Los procesos de integración constituyen la base material del nuevo escenario económico-político en ALC. Pero, por otro lado, en América del Sur se va constituyendo un escenario político nacionalista-desarrollista en varios países que se confronta con el escenario político compuesto por gobiernos latinoamericanos decididos a establecer (o profundizar) acuerdos de libre comercio con EE.UU. Dado que las negociaciones entre los países de América del Sur con la UE están frenados (ahora en mayo se realizará en Viena un gran encuentro ALC-UE que podría destrabarlos), la UE no aparece con un perfil fuerte para poder terciar en las negociaciones entre los países de ALC y EE.UU. En el proceso de integración en América del Sur es necesario diferenciar entre: a) el conflicto entre Vene-zuela vs. Perú-Colombia, que amenaza disolver la CAN, b) el conflicto al interior del Mercosur, entre Argentina y Uruguay (papeleras), y c) la tensión entre Bolivia y Brasil ( Petrobras). El primero de esos conflictos forma parte de dos visiones sobre la integración en general. Chávez trata de extender su influencia en la CAN, pero difícilmente podrá impedir los TLC de Perú y Colombia. En cambio, el conflicto b) y en la todavía solo tensión c), se debe decir que hasta ahora son producto de las relaciones asimétricas entre Argentina y Brasil con sus socios menores en el Mercosur y con Bolivia. Sin embargo en estos dos conflictos existe un actor especial: las empresas multinacionales y grandes empresas estatales( Petrobras y otras) que presionaran para defender sus intereses, con apoyo de Estados ( lease Brasil, Argentina y España y Finlandia, países de la UE). . Para agravar el cuadro anterior, se registra la decisión del gobierno de centro-izquierda uruguayo de firmar entre agosto y octubre un TLC con EE.UU. El Mercosur peligra. Un miembro del Mercosur podría abandonarlo (Uruguay). Lo seguiría Paraguay. Pero esos socios menores son débiles. Ambos dependen económicamente de los grandes socios. Argentina y Brasil pretenden, por ahora sostener al Mercosur tal como fue diseñado en 1991. La región sudamericana está convulsionada. Se perfilan nuevos alineamientos. Por un lado, Chávez —poseedor del “poder de la energía”— trata de avanzar en dos frentes: sobre los países andinos y sobre el Mercosur. Por otro lado, Argentina y Brasil desean preservar, por razones geopolíticas, las relaciones con Chávez, pero parece-ría que buscan “tirar lastre” volviendo a los acuerdos bilaterales firmados entre ambos países en los ’80 y haciendo girar al Mercosur sobre esos acuerdos. Pero Brasil teme que la desaparición del Mercosur afecte seriamente su es-trategia de “global player”, y con ello sus aspiraciones de establecer una hegemonía “ amigable” aceptada por Ar-gentina.. La nacionalización de los recursos gasíferos y la renegociación de los contratos con las empresas extranjeras petroleras en Bolivia muestra nuevamente que en América del Sur resurge, en el contexto neodesarrollista, un regre-so al “estatismo”, pero dentro de economías de mercado, como ocurre en Venezuela. La vulnerabilidad de las eco-nomías nacionales, el abandono del Consenso de Washington, la agitación social e indigenista y el avance político de partidos nacionalistas “ neodesarrollistas” y de izquierda ( en el gobierno) deberían llamar la atención a los países inversores y a las empresas extranjeras para ajustar sus discursos y estrategias al nuevo “contexto en movimiento” que se vive en los principales países de América del Sur y Bolivia. No debe descartarse que la administración republicana norteamericana se decida a actuar con los antiguos métodos intervencionistas, especialmente en Venezuela y Bolivia. para profundizar las diferencias entre los gobier-nos de “centro-izquierda” Por ahora concentra principalmente sus esfuerzos en la poderosa arma de los TLC. Pero Condolezza Rice amenaza. ¿Estamos en presencia de una balcanización en ALC, como sugiere el editorialista argentino Oscar Cardo-so? No debe subestimarse esta posibilidad, por el original cruce entre el proceso irreversible de integración, la proli-feración de TLC’s y las divisiones internas en el laxo espacio “neodesarrollista”. Pero también podría ocurrir lo contrario: el fortalecimiento del eje Caracas – Brasilia – Buenos Aires, que pese a sus limitaciones y diferencias podría arrastrar a otros países y sociedades de América del Sur. Lo mas probable es que ambos escenarios – el de la balcanización y el del “ neodesarrollismo” coexistan en tensión. Es evidente que estamos viviendo un “rediseño del mapa sudamericano”. - Julio Godio es Director del Instituto del Mundo del Trabajo (IMT)
https://www.alainet.org/es/articulo/115158

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