Universidades: el último tren

31/03/2008
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
“Cuando alguien dice ´eso es muy complejo´,
lo que en verdad quiere decir es: ´yo soy incapaz de responderle´”
Edgar Morin

Pronto celebraremos la Conferencia Mundial sobre Educación Superior (Paris+10) Ello indica que hace ya una década que el mundo entero se puso de acuerdo sobre una agenda básica de transformación universitaria, con un supuesto brutalmente compartido: el modelo de universidad llegó a su fin, es la lógica interna del sistema lo que está en crisis, se trata de la idea misma de “educación” lo está haciendo aguas.

Todas las proclamas, acuerdos y proyectos han sido básicamente inocuos para remover la raíz del síndrome de una universidad anquilosada. Junto con las iglesias, el mundo académico resulta hoy uno de los espacios más refractario a los cambios (del tipo y grado que sean) Se trata de un ámbito que se conservaduriza en la misma medida en que se desconecta del mundo. Con un prestigio social bien aquilatado desde los comienzos de la Modernidad, no hacen falta demasiados esfuerzos para legitimar su existencia en el sentido común imperante. Con un lugar bien ganado como mecanismo de arbitraje entre “lo verdadero” y “lo falso” (como hogar de la ciencia) resulta cómodo apelar a esa tradición para continuar sobreviviendo.

La mala noticia es que estos subterfugios tocan a su fin. Se agotan ya los últimos cartuchos de un modelo de producción de conocimiento y de reproducción de saberes que correspondió a otra civilización, a otra época histórica, a otra cultura: la Modernidad. Nada de extravagante tiene que instituciones, prácticas y discursos se metamorfoseen dando paso a otro tipo de experiencias. Eso ocurre –y ocurrirá—en todos los ámbitos de la vida. ¿Cuál es la tragedia entonces?

El rollo es el mismo que se presenta en cualquier campo de la experiencia humana donde lo dado se resiste y la pulsión de cambio aparece: se resisten los curas de todas la iglesias en defensa de sus dioses (los que tienen en la cabeza), se resisten los maestros en nombre de su escuela (la que tienen en la cabeza), se resisten los jueces en defensa de su justicia (la que tienen en la cabeza), se resisten los policías en nombre de su orden (el que tienen en la cabeza), se resisten los patronos en nombre de su propiedad (la que tienen en sus cuentas bancarias...y en su cabeza), se resisten Rectores, Decanos, estudiantes, profesores, estudiantes, en defensa de su universidad (la que tienen en la cabeza) Nada nuevo bajo el sol. Todo ello es de una coherencia elemental.

Ese entramado nos recuerda que el conservadurismo del mundo universitario es el mismo que conseguiremos en cualquier otro espacio de la sociedad. Lo que tiene de particular el universo académico no hace sino agravar las tendencias retrógradas que se acentúan al ritmo de la crisis de los modelos socio-políticos de dominación. La universidad implosiona como modelo educativo al tenor de la degradación de la vieja Modernidad que sobrevive agonísticamente por fuerza de la inercia (y de los intereses que aún se aferran). Los chances de auto-transformación se van haciendo cada vez más escasos. La vieja promesa de la “revolución permanente” hace rato que pasó a mejor vida.

No significa esto que deba renunciarse a cualquier pulsión transformadora en su seno, por muy modesta que parezca. Lo que sí parece claro es que todos los indicios disponibles (y sí que los hay) nos muestran un organismo enfermo sin oportunidad de regeneración: por agotamiento histórico de todas las terapias que se han ensayado para su recuperación.

Las soluciones “externas” tienen una historia bastante frustrante en el mundo entero. Las reingenierías (a la “Bolonia”) apuntan más bien a los acoplamientos que la globalización impone. La retórica de los “cambios” en manos de los operadores internos no es creíble (por el efecto de saturación de lo mismo) ¿Entonces? Va quedando un estrecho margen para maniobrar. El tiempo se agota. Las oportunidades se escapan. Sobrevivir no tiene gracia. A la vista, una conclusión brutal: ¡la universidad no tienen más remedio que cambiar!

https://www.alainet.org/es/articulo/126666
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS