Desafíos de un nuevo periodismo

10/08/2008
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El mundo de la imagen no ha acabado con la escritura (como vaticina Giovanni Sartori) ni la televisión se ha tragado a los libros como es  fácil de pronosticar. Algo curioso está ocurriendo con la sociedad de consumo que no logra vencer las resistencias profundas de la sensibilidad. No digo que la inteligencia esté ganando la pelea, sólo constato que algunas tendencias más o menos catastróficas siguen siendo sólo una amenaza.

 

La Ciudad Letrada” de Angel Rama está sitiada por todos los flancos pero en su interior palpita todavía esa “modernidad inacabada” que tanto desvela a los habermasianos. El periodismo impreso es tal vez la más clara ilustración de esta paradoja. Alguien podía apostar hace unos años a un cambio profundo del mapa latinoamericano del periodismo impreso, no sólo por la reformulación tecno-financiera del negocio mismo, sino por la forzosa calificación de aquellos medios que sobrevivieran al darwinismo salvaje que impone la competencia, la irrupción de nuevos proveedores, la mudanza de públicos, la volatilidad de las audiencias.  ¿Ocurrió esto realmente?

 

No hay señales de que en efecto haya habido tal terremoto en el paisaje mediático de América Latina. Al lado de los reagrupamientos financieros de conglomerados empresariales alrededor del negocio de la comunicación y la información, persiste la misma proliferación de periódicos de todos los estilos en cuanto centro poblado encuentre usted en el ancho territorio de latinoamérica. Panfletos de pésima calidad se editan diariamente en todos lados haciendo caso omiso a la premonición de un salto de calidad a causa del presunto achicamiento de los mercados de lectores. ¿Será que la gente no puede vivir sin leer periódicos? ¿Será que la factura publicitaria hace prescindibles a los lectores?

 

“El Nacional”—hoy de aniversario—es una muestra de las tensiones y paradojas del periodismo impreso en Venezuela. Sus adaptaciones tecnológicas, de diseño y estilo, de perfil de negocio y de estrategias de posicionamiento en un país tan movido, ilustra de alguna manera el estrecho margen por donde puede colarse otra manera de hacer periodismo. Es clave allí la formación de su gente. Esperar pasivamente que las “Escuelas de Comunicación Social” generen los saltos verdaderos en la formación profesional sería suicida. La velocidad con la que se requiere personal capacitado en nuevos desempeños intelectuales no es compatible con la lógica burocrática del mundo académico.

 

Tantas décadas de experiencia no puede ser un dato en balde. Que las cuentas cuadren habla de la sostenibilidad de un proyecto de esta envergadura. Que la calidad intelectual se fortalezca habla de la visión estratégica de un medio que está obligado a producir la diferencia (respecto a la mediocridad y el mal gusto tan enraizados en el periodismo venezolano) Allí nada está asegurado. El reto se plantea día tras día en un tipo de trabajo que no puede detenerse. Todo ocurre sobre la marcha. Los consumidores o usuarios envían una señal permanente al producto que reciben. La lógica del negocio no está siempre preparada para procesar esta señal. Menos aún si las interferencias políticas meten todos los ruidos del mundo al delicado manejo de este poderoso instrumento de poder. Allí nada es inocente. Las creencias y las querencias juegan su papel. Las palabras no son neutras. Estar a favor o estar en contra no da lo mismo. Los intereses de unos y los intereses de otros pueden estar en conflicto, como en efecto. La gracia del asunto está en poder sortear esta complejidad manteniendo el filo esencial de un medio democrático que juega equilibradamente con la diversidad que está en todos lados.

 

Ser el vocero de una parcialidad es demasiado fácil. Ser el lugar de encuentro de la pluralidad es otro asunto. Asumir una posición firme no es necesariamente inscribirse en uno u otro bando. Un medio no es un partido político, afortunadamente. Los periódicos de la iglesia, de los bancos, de los gobiernos, etc. excluyen por definición el chance de ser alternativas de comunicación. Un medio que apuesta a la sociedad toda define de entrada una regla de oro: la razón está en muchas partes.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/129165
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