Ciencia con Conciencia

14/10/2008
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Este legendario libro de Edgar Morin coincide plenamente con lo planteado por Michel Maffesoli en su obra: Elogio de la razón sensible. ¿Cuál es el núcleo duro de esta reflexión? Hay dos palancas maestras en el pensamiento de estos autores en torno a la tecno-ciencia: una, que el modelo cognitivo de la Modernidad ha entrado en crisis por su propio agotamiento e implosión. Otra, que es posible transitar el camino de un nuevo paradigma epistemológico que corra parejo con la emergencia de la sociedad-mundo, del encuentro de civilizaciones, del diálogo de saberes, de una mundialización solidaria que confronte  radicalmente la lógica de la globalización hegemónica.

 

Hay aquí un doble movimiento teórico que es preciso capturar: todo el ámbito de la crítica a la racionalidad dominante (de la que la ciencia es parte orgánica) y el esfuerzo descomunal por encontrar salidas a la crisis planetaria de una humanidad que según Morin está marchando Hacia el Abismo. Para Maffesoli la cuestión cardinal es el desplazamiento posmoderno de la centralidad de la “Razón” Moderna y la  incorporación de la dimensión pulsional y estética de la vida como condición constitutiva de otra manera de pensar.

 

En ambos autores la preocupación intelectual de base es justamente la caracterización del tiempo en que vivimos, la “transfiguración” de los criterios de racionalidad, el advenimiento de una nueva socialidad (empática) que está ya presente en los modos de vida de la gente. Esa nueva realidad coexiste con los residuos de una Modernidad agonística que superpone en la subjetividad temporalidades diversas, racionalidades múltiples.  Para Maffesoli ese es precisamente el tiempo posmoderno (La era de las tribus) que reclama una nueva “caja de herramientas”, una nueva mirada para  su cabal comprensión. Una mirada transcompleja que deconstruya las mineralizaciones categoriales del modo Moderno de pensar.

 

El modo de producción de conocimiento dominante corresponde coherentemente con la racionalidad de la civilización Moderna. Las tecno-ciencias son su expresión más acaba. Ese magma cognitivo ha entrado en crisis en el mismo torrente del eclipse de la Modernidad. Se trata en el fondo de un mismo fenómeno. El fin de la Modernidad  (G. Vattimo) es al mismo tiempo el colapso de una manera de conocer, de enseñar, de gestionar. El racionalismo- cientificismo que es característico del viejo paradigma de la Modernidad abre paso hoy a nuevos desempeños en el terreno de la producción de conocimiento, en el campo de la formación y en el  mundo de la gestión de los saberes.

 

Yo defiendo la ciencia, combatiéndola” nos dice Edgar Morin. ¿En qué consiste ese combate? Justamente en el cuestionamiento de los fundamentos epistemológicos del modelo de ciencia dominante; en una impugnación ética a los desastres de sus aplicaciones; en una crítica radical de los modelos de “desarrollo” que están en su base; en un cuestionamiento a fondo de los modelos educativos que les son inherentes; en una crítica demoledora al discurso político neoliberal. ¿Alguna duda?

 

Con los tiestos de la Modernidad no hay nada que pueda esperarse en esta civilización agonística. La esperanza de una regeneración de los males planetarios pasa por un desmontaje de su arquitectura racional y por una confrontación consecuente con los tramados de prácticas y discursos  que hacen a las sociedades concretas. Aquí y ahora eso significa un combate directo a las visiones ortodoxas sobre la tecno-ciencia, una impugnación a los discursos tecnocráticos y una recuperación crítica de los saberes populares alternativos.

 

La sensibilidad y la conciencia evocadas tan vivamente por Morin y Maffesoli representan el punto de torsión de una visión anacrónica del conocimiento que es desplazada por la eclosión de una nueva ciencia. Desde allí es posible abrir nuevos caminos que conduzcan a una transformación profunda del viejo Estado burocrático, de sus prácticas y discursos. La novedad es que tal utopía puede ser tocada (casi) con las manos en coyunturas de intensa ebullición política. La gracia del asunto es intentarlo…una y otra vez.

https://www.alainet.org/es/articulo/130372
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