En la encrucijada de la crisis global
- Opinión
La crisis global es la crisis más importante experimentada por el capitalismo desde la gran crisis de los años treinta del siglo pasado. Se trata de una crisis de deuda-deflación de nuevo tipo, que señala los límites del régimen de acumulación con dominación financiera vigente desde la década de los ochenta, y que estaba caracterizado, entre otros elementos, por la bursatilización, es decir, por un régimen de financiamiento basado en la emisión de obligaciones y derivados.
En el tercer trimestre de 2008 la crisis inmobiliaria que comenzó a manifestarse en Estados Unidos a comienzos de 2007, se transformó en una crisis financiera de grandes proporciones con efectos sistémicos. A la fecha, a pesar de las enormes pérdidas registradas en los mercados financieros y del alto costo de los rescates y de las inyecciones de liquidez efectuadas por los bancos centrales y de los gobiernos, la inestabilidad financiera está lejos de haberse superado. Además, se inició una recesión de alcance global en el segundo trimestre de 2008.
La crisis económica y financiera es sólo uno de los cuatro procesos de crisis que enfrenta el mundo en la actualidad. Junto a ella se entrelazan otros procesos iguales o más importantes, como la crisis ecológica (donde destacan los problemas derivados del calentamiento del planeta); la crisis energética que señala los límites de un paradigma energético y de un modo de consumo basado en el uso y abuso de los combustibles fósiles; y la crisis alimentaria. Es, pues, una crisis inédita y multifacética. Se asiste, en muchos sentidos, a la crisis de lo que Braudel denominaba la “civilización occidental”.
Cuando la crisis financiera ya se manifestaba con fuerza en Estados Unidos durante el último trimestre de 2007, en algunos círculos existía la creencia errónea, el mito de que ciertos países podrían “desacoplarse” (decoupling) de los efectos de la misma. Se popularizó la idea de que aún en el caso de una recesión estadounidense, el ciclo de crecimiento de la economía mundial se mantendría y
Pronto se evidenció que tal “desacoplamiento” no existe, mucho menos en una economía tan globalizada como la actual. En un trabajo anterior (Guillén, 2009) sostenía que la crisis se globalizaría por dos razones: primero, porque la “burbuja” de los bienes raíces no fue un fenómeno estadounidense, sino que abarcó a muchos países; y segundo, porque el involucramiento en la orgía de bursatilización y derivados incluyó también a bancos e intermediarios financieros europeos y asiáticos. Además, resulta difícil pensar en desacoplamiento en un mundo más integrado que nunca, por la vía del comercio exterior y de los flujos financieros. Tampoco resulta factible esperar desacoplamientos en el marco de una “arquitectura” financiera mundial donde los Estados Unidos actúan como “comprador de última instancia” mediante el financiamiento de sus déficit (presupuestal y de balanza de pagos) vía ahorro externo. En otras palabras, no es dable esperar que los vagones continúen su movimiento cuando la locomotora se detiene.
Es posible que algunas grandes economías como China o India, resistan mejor los embates de la crisis y logren mantener su crecimiento. Sin embargo, el aumento en sus productos internos será a una tasa mucho menor, y siempre y cuando logren reenfocar sus estrategias de desarrollo hacia sus mercados internos.
La mayoría de los países han entrado en recesión, o lo harán en los meses siguientes. Esta es generalizada y profunda. Se trata sin duda de la contracción más importante desde la posguerra. Abarca a los Estados Unidos, a
La crisis global golpeó a América Latina cuando esta región emergía de uno de los periodos de expansión económica más intensos de las últimas décadas. Según datos de
El buen desempeño económico de América Latina obedeció, en alguna medida, al mejoramiento sustancial de los términos de intercambio, al crecimiento del volumen de exportación y a los altos precios de los productos primarios durante el periodo de referencia, pero también en el caso de varios países, como los citados arriba y otros, al abandono de las recetas del Consenso de Washington, a la búsqueda de estrategias alternativas de desarrollo y a la aplicación de políticas monetarias, fiscales y salariales activas.
La recesión comenzó en América Latina durante el cuarto trimestre de
En contra de lo que afirman diversos voceros, la crisis en América Latina no viene de fuera. Desde la crisis de la deuda externa de los ochenta, nuestros países se insertaron pasivamente en la globalización neoliberal, y fue dicha inserción la causante principal del estancamiento económico experimentado durante las últimas décadas. Ahora que la crisis global marca límites a la globalización, se evidencia la imposibilidad de mantener un patrón de acumulación liderado por las exportaciones y sostenido por políticas monetarias y fiscales restrictivas. La mejor constatación de la inoperancia del modelo neoliberal lo marca el hecho de que los países que lograron superar el estancamiento en el anterior periodo expansivo, fueron aquellos que se alejaron del Consenso de Washington y ensayaron estrategias alternativas de desarrollo. Otra cosa es que debido a la profundidad de la crisis, ésta afecta a todos los países de la región, con independencia del estilo de desarrollo adoptado.
Según
Sin embargo, el factor que probablemente más ha afectado a las economías latinoamericanas, sobretodo a las más vinculadas a los circuitos financieros internacionales, es el retiro abrupto de los flujos externos de capital. El Instituto de Finanzas Internacionales, organismo dependiente del FMI, prevé que los ingresos de capital privado en los mercados emergentes descenderán a 165,000 millones de dólares en el 2009, una fuerte baja respecto a los 466,000 millones del 2008 y al récord histórico de 929,000 millones registrado en el 2007. La salida de recursos de los mercados de dinero y de capitales hacia instrumentos más seguros como los Bonos del Tesoro estadounidenses, no sólo han afectado los índices bursátiles y otras variables financieras de la región, sino que han provocado fuertes devaluaciones cambiarias. Es notable la devaluación de las monedas en los casos de México y Brasil, las dos mayores economías de la región. De julio de 2008 a febrero de 2009 la devaluación del real brasileño y del peso mexicano ante el dólar estadounidense fue 30.5 por ciento en ambos casos. Mientras en Chile y Argentina es de 15.2 y 14.9 por ciento respectivamente. Después, tanto en Brasil como en México se registró una recuperación relativa de sus monedas frente al dólar. En el caso de México vinculado al uso de la línea de crédito que le extendió
La crisis global tiene todavía un largo camino por recorrer. El proceso de desvalorización de los capitales no ha concluido aún. Hasta ahora los países desarrollados han bajado hasta el límite la tasas de interés y han ejecutado agresivos programas fiscales de salvamento para estabilizar sus mercados financieros, romper la restricción crediticia y contener la recesión, sin que hayan logrado modificar sustancialmente el marco de incertidumbre en que se desenvuelve la economía mundial. Por el contrario, el panorama se nubla por el avance de la deflación y por su imbricación con la recesión. En esta ocasión no habrá salida exportadora para ningún país, lo que obligará a reestructurar los sistemas productivos y buscar la salida en los mercados internos y en espacios regionales de integración.
La situación de América Latina es sin duda compleja, con graves dificultades a encarar en el futuro inmediato. El camino de México, de Colombia y de los países más cercanos al Consenso de Washington parece definido: integrarse más con Estados Unidos, subordinarse a los organismos multilaterales y esperar a que pase el diluvio para reflotar el modelo neoliberal. Para algunos puede ser un escenario atractivo, pero los costos sociales serán inmensos. Sin duda se profundizarán la heterogeneidad estructural, la desigualdad social y la pobreza. Por otra parte, la ruta para los gobiernos autodefinidos como progresistas, que son la mayoría de la región, es difícil. Estos gobiernos deberían perseverar, en un contexto mundial convulso, en su unidad; en la profundización de sus procesos de transformación económica y política internos; en la búsqueda de estrategias y políticas alternativas; en la ampliación de sus relaciones con las potencias emergentes (China, Rusia, India, Irán, etc.); y en la concreción y fortalecimientos de esquemas de integración sur-sur.
BIBLIOGRAFÍA
CEPAL (2009). “Crecimiento de América Latina y el Caribe retrocedería a -0.3% en 2009, según
-------- (2008). Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe, Comisión Económica para América Latina, Naciones Unidas, Santiago de Chile.
El Financiero (2009). “Estima Cepal caída de 1.7% del PIB en América Latina”. México 11 de junio.
Guillén A (2007). Mito y realidad de la globalización neoliberal. México, Miguel Ángel Porrúa editores –UAMI
Dr. Arturo Guillén R.
Profesor-Investigador del Departamento de Economía
Coordinador del Posgrado en Estudios Sociales, Línea Economía Social
Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, México
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