Qué sigue a la crisis árabe?

02/03/2011
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¿Qué explica el sismo político que derrumbó a las dictaduras de Túnez y de Egipto, y amenaza a las teocracias de Irán y Arabia Saudita? Hace días el sociólogo Alain Touraine sostuvo la hipótesis de que la crisis árabe es parte de la recomposición mundial del poder. Este proceso se inició con el colapso del imperio soviético. Hoy ocurre un nuevo ajuste: el fin de la hegemonía de Estados Unidos, el mayor deudor del mundo, y el ascenso de China, el principal acreedor, y que mantiene crecientes inversiones en los países árabes y toda África, Asia, América Latina, Europa, etcétera.
 
La inversión de China es imponente en Egipto. Los periodistas Heriberto Araújo y Juan Pablo Cardenal describen así su efecto en el diario El País: “Egipto fue el primero de entre dos docenas de países en los que constatamos el impacto de la expansión china. Ahora, con la investigación concluida, el diagnóstico del tendero egipcio no puede ser más certero: el gigante asiático se convierte en una potencia global, pero lo hace casi en silencio. Aunque no quiere decir que el crujir de los movimientos tectónicos que provoca su irrupción internacional no sea, por momentos, estruendoso”.
 
El trasfondo de este cambio que trastoca el viejo orden en Oriente Medio es el nuevo equilibrio de poder mundial que emerge. Claro, en este gran ajuste interfieren muchos factores. En la crisis de Egipto inciden la especulación con alimentos y materias primas; la revolución tecnológica que permite a los pueblos sojuzgados saber cómo se vive en otras partes; la torpeza del dictador Mubarak que perdió piso y sólo escuchaba a sus aduladores y a los ideólogos del FMI. El Fondo Monetario Internacional apenas en abril de 2010 preveía un luminoso futuro para ese país, gracias a las “reformas estructurales”; el moderado papel que jugó el ejército, quizá inducido por Washington…
 
El reparto del poder global, principalmente entre Estados Unidos y China, disloca las antiguas alianzas y certezas, en este caso, en Oriente Medio. Aquí la disyuntiva es nacionalismo democrático o fundamentalismo. Si las nuevas potencias e Israel ignoran las justas demandas árabes nos esperan guerra e inestabilidad global: triunfaría la teocracia iraní. Los sucesos indican que aún no concluyen los ajustes económico-políticos mundiales. Así lo sugieren las burbujas de las materias primas que nos azotan. Al parecer anticipan otra sacudida financiera que concluirá con la redefinición del nuevo orden mundial. No se entendió que había que sujetar a los especuladores financieros y sus acciones propician una aceleración de la historia.
 
 Fuente: Forum en línea
 
https://www.alainet.org/es/articulo/148011
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