Las izquierdas haciendo camino al andar

20/06/2011
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  • Opinión
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Mientras se insista en el uso de términos como capitalismo, socialismo u otras denominaciones de contenido ideológico, será difícil argumentar acerca de la mejor manera de transformar el modo de producción.
 
Esto no significa que abandonemos las etiquetas políticas que definen nuestros sentimientos frente a las realidades que vivimos. Hacerlo conduciría a entregar el campo de batalla a quienes quieren perpetuar el sistema político existente, eslabón primario para reorientar la dirección evolutiva de la economía.
 
Mientras el proceso productivo no sea tratado como una realidad, al margen de nuestros deseos y no como un monstruo inventado por personas malévolas, será muy difícil la ponderación del análisis y servirá para que elementos con muy buenas o muy malas intenciones, manipulen los hechos a su antojo.
 
Repetimos casi a diario, que la economía no es invento de nadie. Nació de la complejidad de los procedimientos productivos. En ciertos momentos dicha dinámica entra en contradicción con el objetivo que le dio nacimiento: satisfacer las necesidades humanas. Evidentemente este objetivo es esencialmente universal.
 
Aunque parezca innecesario decirlo, la realidad es que el ser humano desde que se desprende de la tutela de sus progenitores, comienza a bregar por satisfacer sus requerimientos de alimentos, comida y vivienda. Federico Engels en su libro La Familia, la Propiedad y el Estado, dijo con mucha lucidez que no fue hasta después de satisfacer esas tres necesidades básicas, que el ser humano sintiera el requerimiento de preocuparse por asuntos tales como la religión, la filosofía, la ciencia, la economía y demás asignaturas surgidas tras la satisfacción de las anteriores. Consecuentemente, todo cuanto hacemos es para satisfacción de nuestros requerimientos, comenzando por los más elementales de todos.
 
Se trata de una cadena de acontecimientos de tal envergadura, que muchos le llegaron a atribuir a la evolución de la sociedad un carácter lineal, extrapolando una dirección determinista, que de algún modo prescindía de la acción del ser humano para su consumación.
 
Sin dudas que la acción humana no puede determinar las tendencias societales. Estas tendencias son consecuencia de las nuevas relaciones sociales, surgidas por la estructuración del modo de producir y el tipo de economía que este produce. La presencia humana en este escenario, no va más allá de la discreción política en el manejo de dichas tendencias, las cuales no son múltiples y ninguna de ellas responde a un determinismo matemático.
 
Actualmente solamente dos direcciones son previsibles. Ambas tienen un carácter socializador porque la producción actual se ha socializado a través del proceso de concentración inherente al ritmo de la ciencia y la tecnología. Una de esas tendencias colocaría esa socialización bajo la dirección del cuerpo social, a través de mecanismos de participación política. La otra, la entregaría a grandes conglomerados de carácter totalmente privados que sustituirían paulatinamente a los gobiernos centrales, convirtiéndolos en mini gobiernos. En este caso la dirección política central se atomizaría para dar lugar a múltiples y coordinados gobiernos, puramente económicos con el objetivo prioritario de satisfacer al empresariado administrativo.
 
En el primer caso la dirección política central expresaría la voluntad de atomizarse bajo la sujeción de las comunidades, con énfasis en una mejor satisfacción individual.
 
En cualquiera de las dos circunstancias, ninguna de las dos tendencias puede ser alterada, son pena de conducir el proceso productivo a su paralización y quiebra total. En cambio, la acción política, posibilitada por el acceso al voto conferido a las sociedades modernas y por la información que les permite revelarse ante los engaños, puede optar por uno u otro sentido.
 
Hasta nuestros días, las necesidades son satisfechas en mayor o menor cuantía de maneras diversas y siempre desigualmente, especialmente por la forma de apropiación. La manera en que ésta fue practicada tuvo un gran peso en todas las fases anteriores al tipo de producción bautizado por Marx como capitalismo, pero en esta última las diferencias se hicieron abismales. No se trató solamente de un choque con la forma de propiedad, sino por la falta de correspondencia entre lo producido y los niveles misérrimos de vida que se crearon, superando en la mayoría de los casos, a los existentes durante el feudalismo, donde agricultores, artesanos, comerciantes y citadinos, tenían un estilo de vida que guardaban ciertas semejanzas.
 
Los choques sociales se producen esencialmente por la forma de apropiación social del producto, cuya ejercitación depende en cierto grado, de la forma de propiedad. La apropiación de la producción puede contribuir a la satisfacción de las necesidades sociales u obstruirlas.
 
Es contradictorio que la economía actual, con su gran capacidad de producción, prive cada día a más personas de acceder al beneficio de sus resultados. Lo cual no requiere como solución repartir lo existente quitando a unos y dando a otros, sino corrigiendo las tendencias creadas por las leyes primarias de la economía actual, objetivamente representadas en la oferta, la demanda, el precio y el costo.
 
Esas correcciones no surgirán jamás de la voluntad de las personas individuales que dirigen los diferentes conglomerados productivos, como sugirió Adam Smith, por razones “éticas”, sino que debe ser asumido por el Estado en representación de toda la sociedad.
 
Para que el Estado pueda regular las tendencias de esas Leyes productivas, deberá ser administrado por intereses no comprometidos por quienes, con absoluta ceguedad, desean exclusivamente su enriquecimiento personal.
 
No se trata en este caso, que una clase social u otra asuma el mando, sino que éste sea ejercido por personas conscientes de los males causados por una producción dirigida exclusivamente a la satisfacción de extravagancias y placeres de determinadas personas.
 
 
 
Tampoco se trata de imponer consumos y cantidades, sino de evitar producciones que requieren de un uso de recursos naturales y tecnológicos, necesarios a producciones más elementales para la satisfacción de la ciudadanía en general.
 
Estos son algunos de los puntos a dilucidar con calma y moderación, porque en ellos se apoya el comienzo de un cambio que permita alcanzar una nueva dirección económica.
 
Son asuntos de importancia. Es la nueva época de la cual habla Correa en Ecuador. Debemos hablar de esto y luego…bueno… luego debemos continuar hablando de lo mismo, hasta encontrar veredas.
 
Miami, 21 de Junio del 2011
 
- Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en los EEUU y subdirector de Radio Miami
https://www.alainet.org/es/articulo/150650
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