Por una izquierda posmoderna

02/10/2011
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Sólo algunas mentalidades hurañas--políticos
en nombre de un republicanismo anticuado--se
espantan por los peligros que representarían las
tribus posmodernas y, claro está, sus incuestionables
fechorías.
MICHEL MAFFESOLI: Iconologías, p. 187
 
Una nueva izquierda tiene por delante enormes retos, sus posibilidades no están en absoluto aseguradas. Llevamos varias décadas de postración e insignificancia ideológico-política y nadie garantiza que no pasarán muchas más en ese estado de decadencia. Ello quiere decir que sólo existen posibilidades, nada más que eso. Aprovecharlas o desperdiciarlas depende en gran medida de sintonizar con esta época, de conectarse con los torrentes subterráneos de una era en transición, de contar con la sensibilidad para leer las claves de una civilización que emerge, de la capacidad para deslastrarse de los fardos de la Modernidad.
 
La operación que vengo de describir tiene el talante de una revolución cultural. Por ello no hay que hacerse ilusiones respecto a una rápida comprensión de lo que está en juego, y mucho menos, la pretensión de una reconversión indolora (de esas que hace la reingeniería en cualquier organización) De hecho llevamos largo tiempo de intensos debates epistemológicos en los que la vieja izquierda no ha abierto la boca (afortunadamente, por lo demás) Nada indica que en esta coyuntura las cosas hayan cambiado sustancialmente.
 
Avizoro un panorama--en Venezuela, América Latina y el mundo--en el que el movimiento (procesossocio-culturales e intelectuales) irá orillando paulatinamente lo que ya no sirve. Sin traumas y sin costos sangrientos como los que se ha cobrado durante todo el siglo XX la tiranía de las burocracias de Estado y de partido en nombre del socialismo y otras imposturas. Ese escenario ha sido históricamente superado. No por algún triunfo electoral o por la alteración de una momentánea correlación de fuerzas, sino por la bicoca de un cambio epocal, es decir, por el doble mandarriazo de una Modernidad moribunda y la eclosión incontenible de una nueva cultura que va cristalizando en todas las prácticas y discursos de la sociedad posmoderna. No se trata pues de adherir a una nueva esuela de pensamiento sino de habitar plenamente el humus de una nueva socialidad. La cuestión no es suscribir las bondades de una peña intelectual sino de entrar en sintonía con el clima epocal de la posmodernidad (que no se elige al gusto, sino que se respira como la atmósfera del lugar)
 
Semejante mutación cultural está significando un brutal terremoto teórico en el campo de las fatigadas ciencias políticas. Significa también una implacable voltereta en el terreno de las prácticas políticas: en el campo de la representación, en la idea de ciudadanía, en los modelos de participación, en los formatos de gestión política, en las ideas consagradas de libertad, democracia, igualdad. Allí todo entró en discusión. Nada se mantiene en pié. De esos escombros está emergiendo difusamente un nuevo modo de pensar, otra sensibilidad, un nuevo talante para leer el mundo, una nueva manera de estar juntos (M. Maffesoli)
 
No quiere ello decir que las miserias del poder se esfumaron milagrosamente. Todo lo contrario, como apunta Edgar Morin, estamos cada vez más cerca del abismo. Nada indica que esta estúpida humanidad haya entendido de qué se trata. Más complicaciones para una izquierda que por lo menos debería entender en qué mundo le toca vivir. Tal vez con esa comprensión ya se daría un paso gigante para recolocarse de cara a los retos de una agenda de transformación radical del post-capitalismo. Pero sería tal vez pedir demasiado. Un buen pedazo de la vieja izquierda venezolana se quitó los disfraces y anda ahora encompinchada con la derecha. La otra parte juega al entrismo en las marañas del Estado en donde representa un serio obstáculo para el más mínimo cambio. ¿Qué podemos esperar?
 
Una izquierda posmoderna--al estilo zapatista--tiene poca pasión por el gobierno porque el asunto es el poder…por cierto, la primera regla de toda idea de revolución.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/152994
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