Hollande: izquierda a la medida
12/05/2012
- Opinión
“…la muerte de la República no puede significar simplemente
el reino de la ley igual para todos”.
JACQUES RANCIERE: La haine de la democratie, p. 71
Está claro que en el mercado electoral norteamericano el fenómeno Hollande es impensable. Hace falta que en el país haya un mínimo de cultura democrática, de tradición política, para que la gente pueda optar más allá de las manipulaciones mediáticas. En la base del mapa político francés hay un electorado históricamente dividido entre varias derechas y distintas izquierdas (sin equívocos ni sin ambigüedades). Si no se entiende este dato de entrada, no comprendemos lo que allí está ocurriendo.
Quién es Hollande y de dónde viene es un asunto de tercer rango en la campaña que le llevó a la Presidencia de Francia. Eso se da por hecho y de ello no hace falta hablar. Pero también quiere decir que una simple apelación al “socialismo” sería mortal para aspirar a la derrota de la derecha francesa. Es así como este peculiar candidato asumió su cruzada de levantar una opción desde las clásicas desventajas de las encuestas, la falta de “carisma”, la división de la izquierda, etc. ¿Planteando qué? Sencillo: reciclando la consigna histórica de la “Justicia” y remachando tercamente su compromiso con la juventud (“Esas serán las preguntas que me haré en cinco años cuando entregue la Presidencia: qué ha pasado con la Justicia en mi país, qué ha pasado con los jóvenes”)
Frente a la arrogancia del discurso de la derecha, Hollande se consagró a reiterar implacablemente su rechazo a la “austeridad” como receta frente a la crisis, es decir, desmontando el discurso de Sarkozy respecto a quién paga la crisis. La defensa cerrada de los derechos de los que menos tienen, fue la clave. Esa es la idea de “Justicia” que movilizó increíblemente al electorado de izquierda en toda Francia. Estilo y contenido del despliegue personal de Hollande no hicieron concesiones al marketing electoral. Un discurso sobrio, sin inflamaciones verbales, sin promesas revolucionarias fuera de contexto, sin bravuconadas histéricas: he allí un contra-ejemplo brutal frente a la mercadería electoral que funciona estrictamente como competencia publicitaria manejada por grandes agencias. Hollande hizo todo lo contrario de lo que recomendarían los “expertos” en enlatados electorales: fue por el país reiterando su llamamiento por una Francia de la justicia, contra la fatalidad de la “austeridad”, contra los privilegios de las élites, por la defensa del Estado de bienestar, por la devolución de la jubilación a los sesenta años, por la salida de Francia de los países invadidos por el imperio, por una re-equilibrio de la geopolítica de la Unión Europea. Como puede verse, son todas consignas modestas que no incendian la pradera ni ponen delirantes a las muchedumbres. ¡Cómo andarán de mal las cosas para que es austero discurso de Hollande haya calado de ese modo!
Las derechas se dispersaron y las izquierdas se concentraron, sin dudas, un dato clave de estos singulares resultados. Ayudó también la diferencia notoria de perfiles entre un Sarkozy pantallero y con pinta de sobrado y el tono serio y equilibrado de un candidato que fundó todo en la credibilidad de la palabra. Curiosidad más que intrigante en tiempos en los que los torneos electorales son simples operaciones mediáticas (entre más estúpidas, más eficientes) en las que no hay contenidos sino simulacros, donde no hay sustancia sino show. Donde no circulan ideas sino “mensajes prefabricados”. Es probable que la experiencia francesa devuelva un poco el sentido primario de la política: espacio donde se disputan las ideas, de construcción colectiva de las diferencias y los consensos. Ese espacio entró en crisis con el colapso de la Modernidad política, con la debacle de los partidos políticos, con el vaciamiento de las viejas instituciones republicanas. Lo que venimos de experimentar en Francia va en un curioso sentido inverso. No hay que apresurarse a poner las etiquetas. Hará falta que algunas tendencias se consoliden y que el accionar que viene a continuación cristalice en realizaciones.
Ha ganado en Francia un anti-héroe, ¿vendrán otros tiempos?
https://www.alainet.org/es/articulo/157867
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