El país expresa la decadencia capitalista y reclama un periodismo de futuro
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08/02/2013
- Opinión
Suicidio: el periódico más influyente de habla hispana publicó en la portada de su edición impresa la fotografía de un hombre enfermo e intubado, presentado falsamente como Hugo Chávez. Contrario a la intención de la empresa, el réquiem es para la prensa comercial capitalista, incapaz ya de sostener una ética basada en verdad, pluralidad, democracia. El liberalismo agoniza y se convierte en su contrario. Queda herida de muerte la credibilidad de la “prensa seria”. La ofensiva contra la Revolución Bolivariana puso al periodismo en contradicción con aquellos valores. El episodio expuso una necesidad: construir una nueva prensa de alcance internacional, capaz de educar en la verdad y abrir un camino de futuro.
“En coche al muere”, diría Borges. La decadencia de la prensa comercial internacional se expande de manera directamente proporcional a la del sistema económico que la sustenta. El rostro intubado de un “falso Chávez” publicado por El País no fue un error. Fue una operación política contra la Revolución Bolivariana. La explicación posterior del diario ante la fulminante respuesta del gobierno venezolano y el consecuente fiasco mundial, fue una patraña de emergencia. El diario que fuera modelo para buena parte del periodismo gráfico hispanoparlante, prototipo del ejercicio de la profesión bajo estrictas normas de ética, exhibe el quiebre profundo de los valores de una época. Y expone con crudeza la miserabilidad imperante, derramada sobre todos sus discípulos de la región.
El zarpazo provino de España. Justamente donde la población se hunde en una crisis sin precedentes: recesión acelerada, desempleo récord (26%, más de seis millones de trabajadores), pérdida de viviendas (hipotecas impagas y desalojos masivos) y recortes presupuestarios que afectan la educación, la salud, la asistencia social y las pensiones jubilatorias; junto a un escándalo de corrupción protagonizado por el Partido Popular y el presidente Mariano Rajoy. Todo ello acompañado de grandes manifestaciones, decenas de miles de indignados y represión creciente.
Crónica de un ridículo global
El Manual de Estilo del periódico español no falta en ninguna escuela de periodismo de América Latina. “La historia del Libro de estilo de El País es la historia de un modelo de periodismo y de comunicación con el público”, se autodefine este compendio que ya lleva varias ediciones desde 1977.
En el Capítulo I, denominado “Principios”, el diario prohíbe de manera clara “toda manipulación de las fotografías que no sea estrictamente técnica”. Y señala que “las fotografías con imágenes desagradables sólo se publicarán cuando añadan información”. Más adelante agrega que “debe extremarse el cuidado con la publicación de fotos de archivo utilizadas como simple ilustración de contenidos de actualidad. Los redactores han de velar por que (…) no dañe la imagen de las personas que aparezcan en ellas. En cualquier caso, deberá expresarse en el pie a qué fecha y situación corresponde la fotografía”.
Sin estilo y sin ética, el Manual ha sido enterrado por quien lo engendró. Y con él, el conjunto de la prensa burguesa como modelo de comunicación.
Atrapado en su propia trampa, condenado incluso por sus pares ansiosos por despegarse del fiasco, El País buscó transformar inmoralidad en incompetencia. En un extenso artículo titulado “Relato de un error”, publicado el domingo 29 de enero, dos periodistas narran el grotesco proceso que concluyó con la publicación en portada de una fotografía cuya veracidad “no había sido verificada”.
En su afán por encubrir la decisión política de aniquilar la imagen de Chávez y trastornar a la opinión pública venezolana, la empresa ordenó admitir en esa nota que cometió “uno de los peores errores de su historia”, creyendo tener “una exclusiva mundial”. En la ardua tarea de justificar lo injustificable, el artículo cita al director adjunto de El País, Vicente Jiménez, máximo responsable de la edición del 24 de enero ante la ausencia del director, que se encontraba en Davos, Suiza, donde comenzaba la Asamblea anual del Foro Económico Mundial. “Salvo un subdirector, que dudaba si debíamos publicar la imagen de un enfermo, todos estábamos de acuerdo en que era una noticia relevante porque el gobierno venezolano no informa sobre la salud de su presidente”, argumentó Jiménez.
La versión oficial podría resumirse de la siguiente manera: las máximas autoridades periodísticas del diario recibieron la oferta de una supuesta fotografía de Chávez; acto seguido olvidaron lo más elemental ante semejante “sensación de tener una exclusiva mundial”: chequear su veracidad; y salvo uno de ellos, no creyeron que publicar la imagen de una persona intubada y en estado desesperante fuera un acto miserable, de bajeza moral o falto de ética, porque “el Gobierno venezolano no informa sobre la salud de su presidente”. Al negar la información oficial sobre la salud de Chávez, El País alcanza el punto máximo de hipocresía: ¡el gobierno de Venezuela es responsable del ridículo mundial en el que cayó el periódico!
Tal disparate se argumentó justo cuando la información oficial anunciaba la salida de Chávez del prolongado y difícil posoperatorio, y una mejora en su delicado estado de salud. El País intentó refutar esa información con esa falsa fotografía, acompañada del título “El secreto de la enfermedad de Chávez”, y del siguiente texto: “El País no ha podido verificar de forma independiente las circunstancias en que fue tomada la imagen, ni el momento preciso ni el lugar. Las particularidades políticas de Cuba y las restricciones informativas que impone el régimen lo han hecho imposible”. Está claro: el papelón de El País es responsabilidad de Cuba y Venezuela...
Encerrados en el cenáculo de Davos y en su empeño por evitar el derrumbe del diario con un golpe reaccionario, los jefes de El País pasaron por alto la falsedad de una fotografía, ya denunciada como tal públicamente. Días antes, el programa Dossier, que se transmite en Telesur y Venezolana de Televisión, había develado que un video subido a la web en 2008 bajo el rótulo “Paciente acromegálico de 48 años que se intenta intubar hace dos años”, estaba siendo difundido como si se tratara de Chávez. Dos días después El País compró un fotograma de ese video y lo publicó como “primicia mundial”. Varios medios de comunicación reprodujeron la denuncia del canal oficial. Desconsolado, el corresponsal del periódico español en Caracas, Ewald Scharfenberg, quien no fue consultado para la publicación de la fotografía, declaró: “Me pareció increíble que algo que para cualquier venezolano era un timo, fuera en la portada de El País”.
Ofensiva mediática global
No se trata de un hecho aislado. Conviene recordar en qué términos El País legitimó el Golpe contra el presidente Chávez en 2002, al que definió entonces como “un autócrata peligroso para su país y el resto del mundo”. El matutino violó una vez más su Libro de Estilo cuando reconoció al “presidente” Ernesto Carmona y validó la disolución de todos los poderes del Estado. En su editorial del 13 de abril señaló: “Sólo un golpe de Estado ha conseguido echar a Hugo Chávez del poder en Venezuela. La situación había alcanzado tal grado de deterioro que este caudillo errático ha recibido un empujón”. Desde esas mismas páginas se afirmaba que “Chávez introdujo varios centenares de asesores cubanos en Venezuela, al tiempo que suministraba a La Habana petróleo gratuito, un grifo que ahora se cierra”. Y arengaba: “Sería bueno que Chávez y algunos de sus colaboradores detenidos rindieran cuentas de sus desmanes autoritarios y corruptos ante los tribunales de su propio país”.
No es casualidad que el mismo día en el que El País decidió sacrificar su remanente de prestigio, periódicos de América Latina hayan titulado notas que daban cuenta de “una Caracas dividida”, en alusión a que el oficialismo y la oposición “salieron a las calles” para conmemorar los 55 años del fin de la última dictadura en Venezuela. Nadie que haya estado ese día en la capital del país podría obviar el contraste entre centenas de miles de bolivarianos movilizados y “cientos de asistentes al acto opositor”. La cita entre comillas es de la agencia española Efe, que en un despacho del día anterior (22 de enero) había señalado que la oposición venezolana se concentraría el 23 de enero “en un parque del Este de Caracas, en un acto de mayor contenido político a la marcha que tenían previsto realizar inicialmente (…)”. En ese texto, Efe omitió decir que el “parque” era en realidad un salón techado, al que concurrieron “cientos de personas”. Sólo las masas bolivarianas salieron a las calles, de la misma forma que lo hicieron el 5 de enero frente a la Asamblea Nacional y el 10 se juramentaron en un hecho sin precedentes frente al Palacio de Miraflores.
El 7 de octubre pasado, varios de los más importantes medios de prensa de Venezuela violaron la veda electoral para señalar que Henrique Capriles le estaba ganando la elección a Hugo Chávez. De manera simultánea lo hicieron el diario El Mundo de España y CNN en español. La cadena estadounidense machaca de manera sistemática sobre la supuesta agonía del presidente Chávez, de la misma manera que lo hizo en su momento dando crédito a versiones sobre la muerte de Fidel Castro, y transmitiendo en vivo desde Miami las celebraciones de los cubanos mayameros por la muerte del “tirano”. De Miami son también las “fuentes médicas” que en los últimos años dieron por muerto o inválido al presidente Chávez, mucho antes de que el líder protagonizara de pie, bailando y cantando, los actos electorales más conmovedores de los últimos tiempos.
Respuestas y futuro
Apenas conocido el escándalo de la foto de El País, el Gobierno de Venezuela manifestó su “más firme rechazo ante la publicación en la primera plana de una grotesca fotografía falsamente atribuida a nuestro presidente Hugo Chávez”. Un comunicado firmado en Caracas agregó que “esta acción temeraria, que pasará a la historia como una vergonzosa página del periodismo mundial, se inscribe en una ofensiva sistemática del poder mediático transnacional contra la Revolución Bolivariana y el comandante Chávez, campaña que utiliza como punta de lanza a la prensa hegemónica española, en especial a los diarios El País y ABC”.
El texto informó luego que Venezuela “ejercerá las acciones legales pertinentes ante el agravio cometido, que no se resarce con las magras disculpas ofrecidas por la empresa de difusión masiva a sus lectores. En su arrogancia, ni siquiera las extendieron al presidente Chávez, a sus familiares ni al pueblo venezolano, como tampoco se han disculpado por su desvergonzado apoyo al golpe de Estado del 11 de abril de 2002”.
El 29 de enero, la Asamblea Nacional de Venezuela aprobó por unanimidad un acuerdo de repudio a la publicación. La bancada opositora se sumó a la condena, aunque suscribió la tesis de defensa del diario español al argumentar que “el Gobierno no da información suficiente sobre la salud del mandatario”.
En la mañana del 24 de enero, la presidente argentina, Cristina Fernández, señaló a través de Twitter que lo que apareció en la portada de El País “no es una foto, es una canallada”. En forma paralela, el gobierno de Nicaragua se declaró “indignado” por la foto falsa. La coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía del Gobierno sandinista, Rosario Murillo, expresó: “Nos sumamos a la denuncia internacional, a la indignación y al rechazo internacional por la infamia del diario El País”.
Desde Santiago de Chile, donde se realizó la cumbre de presidentes de América Latina y el Caribe (Celac), el mandatario cubano, Raúl Castro, denunció que “el gobierno bolivariano está enfrentando una permanente campaña de intriga y descrédito por parte del imperio y de la oligarquía golpista, pero ha continuado su obra”.
La caída moral y económica de la prensa comercial es ya una muerte anunciada. Denunciar su decadencia es insuficiente. El futuro exige construir la nueva prensa: un verdadero periodismo democrático, riguroso, creíble y veraz, independiente de los intereses del capital.
Prensa del capital, en crisis
A comienzos de noviembre de 2012, El País despidió a 129 empleados –30% del personal– como parte de un “drástico y doloroso ajuste”, vinculado, según informó el periódico en ese momento, no sólo con “la profundísima crisis económica” del sector, afectado por la baja de publicidad y las ventas, sino también al “cambio radical” que generan las nuevas tecnologías. El comunicado sentenció que “en España perderán el empleo en este proceso más de ocho mil periodistas. En Estados Unidos ya lo han hecho cerca de 40 mil”. Unos meses antes había sucedido lo mismo con el diario El Mundo, cuando decidió despedir a 142 periodistas. Las razones fueron las mismas que luego esgrimiría El País: crisis del mercado y nuevas tecnologías.
El estado de ambos diarios españoles es buen ejemplo de lo que ocurre en muchos medios de otras partes del mundo. A fines de 2012 se produjo el cierre de la edición impresa de la prestigiosa revista estadounidense Newsweek. En los últimos 30 años la publicación pasó de vender cuatro millones de ejemplares semanales a poco más de un millón. Cerca de 150 diarios de Estados Unidos precedieron a la desaparición de Newsweek impresa, con la pérdida de 35 mil puestos de trabajo y 23 mil millones de dólares. Clarín, de Buenos Aires, cabeza del multimedios que desconoce desde hace tres años la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual aprobada por el Congreso argentino, pasó de 400 mil ejemplares en 2007 a 265 mil a fines de 2012 según el Instituto de Verificación de Circulación (IVC) argentino. La edición dominical bajó de casi 800 mil a 585 mil ejemplares en el mismo período. |
Manotazo de ahogado
En el marasmo de la crisis empresarial y periodística que provocó en El País y el grupo Prisa el fallido Golpe contra Venezuela, los directivos del diario intentaron recuperar prestigio de “buen periodismo” con una denuncia contra la corrupción rampante en el gobernante Partido Popular, personalizada en el presidente español, Mariano Rajoy. Para sumar servilismo a la abyección, periodistas del establishment que habían justificado el supuesto error de El País con la foto fatídica, se apresuraron ahora a mostrar como ejemplo de “periodismo independiente” y, por supuesto, “serio y democrático”, la devastadora denuncia contra el bamboleante gobierno español.
Queda como detalle la sagacidad de El País, que denunció el 29 de enero de 2013 un hecho delictivo que envuelve a la totalidad del Partido Popular y, según la propia aseveración del periódico, viene desde hace 15 años: “desde 1997 los papeles registran una mecánica periódica de pagos a todos los secretarios generales y vicesecretarios que ha tenido el PP. Entre ellos figura el actual presidente del gobierno y del Partido, por entonces vicesecretario general, Mariano Rajoy (...) Rajoy comienza a aparecer en los registros “en 1997, con pagos semestrales de 2 millones 100 mil pesetas o trimestrales de 1 millón 50 mil pesetas que a partir de 2002 pasan a ser de su equivalente en euros (12.600 euros semestrales o 6.300 euros trimestrales)”. Bravo periodismo: ¡demoró tres lustros en descubrir un hecho que involucraba a cientos de dirigentes públicos! No es el primer caso de medios que encubren su verdadero papel en la política de un país denunciando escándalos de corrupción para escamotear la putrefacción estructural del sistema al cual pertenecen y tributan. |
01/02/13
AméricaXXI, Año X, Número 93 – Febrero 2013
https://www.alainet.org/es/articulo/164506
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