Regla y Concepción en la madeja de la dominación
16/10/2014
- Opinión
- Avanzando hacia el fondo, vamos que se puede, caballero dejen pasar, no es fácil... – de repente un grito estremece la escena:
-! Mijaaaaa!
Concepción y Regla luego de 7 años se encuentran. Se abrazan con alegría, intercambian ráfagas de besos y luego tratan de ponerse al día. Se habla de todo, o mejor dicho, casi todo.
En la escena irrumpe una niña; delgada, cabellos rizados, ojos intensamente negros y piel bronceada, aparenta unos 3 años de edad.
-Mi hija Melody- presenta muy orgullosa Regla al infante.
- ¡Qué linda...! – responde Concepción asombrada, al tiempo que acaricia los brillantes rizos de la criatura.
En su intercambio se deja al descubierto que Melody es el resultado de la unión entre Regla y Yuliesky; este último Camagüeyano “afortunado que se quedó finalmente con la negra”, como lo expresa jocosamente Regla.
Entre recuerdos y alegrías afloran algunas frases que suscitan más de una reflexión.
“Te salió mulatica, apretaste”; “claro tu sabes que lo mío siempre fue adelantar”; “ahora a luchar para que no se me vaya con ningún mulato”; “así es mi amor, la cosa es echar siempre pa’lante.”
El anterior episodio se suscribe como parte del cotidiano, donde muy pocas veces nos percatamos de las diversas maneras en la cual se expresa un fenómeno social, que ha devenido cultural en el transcurso tiempo.
A lo largo de la historia, la discriminación por el color de la piel es uno entre los numerosos fenómenos que son materia básica en la comprensión de nuestro complejo sistema de relaciones sociales. Este ha sido profundizado desde miradas excepcionalmente críticas, poniendo especial énfasis en las formas que se expresa la dominación y en ese mismo plano, las posibilidades para la transformación.
Existen en nuestra vida cotidiana códigos, que en primera instancia son difíciles de captar en su esencia profunda. La rapidez con que se nos arrojan, permite que estos se incorporen con facilidad en los imaginarios colectivos, hasta el punto de convertirse en parte de elementos constitutivos de la cultura.
Para comprender un fenómeno social arraigado en la cultura, como lo ha sido por siglos en nuestro continente, la problemática generada a partir de la construcción social histórica de la categoría raza,[1] sería factible partir de dos principios de interpretación a la manera de J.C Passeron; cuando expresa de que “no importa en qué condición social funcione una cultura, tiende a organizarse como sistema simbólico; una dominación social tiene siempre efectos simbólicos sobre los grupos dominantes y dominados que asocia.”[2] Tomando como referente lo anterior si se quiere comprender las relaciones de fuerza, sentidos y estructurales que hacen posible este fenómeno cultural; es preciso partir fundamentalmente, del modo de articulación política sociocultural que impone, reafirma y recrea el tipo de poder dominante, y que aprueba la reproducción permanente de la actual lógica. Esta idea se encuentra un poco más clara en Gramsci en su concepción de Hegemonía[3], la cual cobra una significación práctica en los procesos de confrontación entre los marginados, y las formas en las que se asumen y reconocen los sujetos sociales en sus ámbitos cotidianos.
Esta propuesta analítica de desconstrucción entiende que el poder condensa las relaciones sociales en fuerzas políticas, económicas, culturales, ideológicas –articulándolas de modo subordinado y jerárquico en función de un grupo dominante. La construcción del diferente, débil e incivilizado.[4] En este contexto la dominación adquiere nuevas formas; mas sin embargo, no excluye la coerción y la represión, particularmente en tiempos de crisis donde se pone en peligro la capacidad del ejercicio de la dominación.[5]
En tal sentido, la hegemonía alude a un modo de ejercer la dominación desde un complejo entrecruzamiento de fuerzas políticas, sociales y culturales. Precisamente la hegemonía interactúa directamente entre todas estas relaciones, articulando dichos procesos, particularmente, los de la vida cotidiana, con las distribuciones (accesos y exclusiones) específicas de poder. En este sentido, la concepción de hegemonía resulta un importante instrumento para entender la compleja madeja en la se vienen construyendo las relaciones sociales actuales. Deja observar cómo a pesar de la exclusión y permanente marginación, la razón de Occidente – por tanto excluyente en su contenido y forma - logra hilvanar un discurso justificativo, que al mismo tiempo se muestra como natural ante nuestros sentidos y prácticas. Efectivamente esa construcción lógica de la realidad está bien argumentada en gran parte de nuestros espacios de la vida social (cultura, política, economía, etc.), Pero, más allá de un engaño por parte de la clase dominante la cuestión de la hegemonía, según lo que nos plantea Jorge Luis Acanda, acerca de la concepción gramsciana, “concierne al proceso social en todos los aspectos. Es decir, a toda la reproducción social global. Las causas se encuentran en las características esenciales objetivas que asume el proceso de producción social en condiciones de predominio de la plusvalía y de universalización de la forma mercancía y se realiza a través de todas las actividades vitales de los seres humanos- no solo actividades laborales, si no también educativas, familiares, religiosas, artísticas, de producción científica y otras.”[6] De manera tal que el sentido de cultura en Gramsci no excluye ni subestima las esferas económica y gubernamental al integrar otras menos categóricas y más dispersas, sino que relaciona la vida en su complejidad promoviendo una ruptura abstracta de las fronteras positivistas que fragmentan la existencia y promoviendo, además, una lectura holística y crítica de la historia de la humanidad.
De igual manera es importante, no perder de vista el contexto en el cual se desarrolla el fenómeno que intentamos analizar. Puesto que se debe partir de una historia pasada, sumando a los componentes del presente, que condicionan la producción y reproducción del fenómeno. Las condiciones que permiten la subordinación y por consiguiente subvaloración de las personas con color de la piel negra, ha sido una disputa histórica en donde se combinan elementos políticos, ideológicos y culturales. Este fenómeno se ubica en este sentido en la estructura social; cuya manifestación ésta presente de manera solapada y peligrosa en nuestras, prácticas cotidianas. Pero esencialmente lo que encierra son las distintas maneras de expresión de las relaciones de dominación en la sociedad actual. El contexto cubano, por ejemplo, es sin duda un espacio que deviene interesante, teniendo en cuenta que desde hace más de cincuenta años, existe una voluntad en plano político e ideológico para erradicar formas de discriminación y exclusión: como la homofobia, la violencia hacia las mujeres, los niños y las niñas. Sin embargo las complejidades del fenómeno se manifiestan en los imaginarios colectivos, en escenas muy habituales como la que narramos al inicio de esta reflexión.
La integral comprensión de problemáticas como: la discriminación por color de la piel, sexo, edad entre otros; merecen especial atención en nuestro contexto, sobre todo cuando existen fuerzas internas en la conciencia colectiva que conducen a una especie de inmovilismo que le atribuye a los mensajes, códigos y demás símbolos una cualidad persuasiva e inocente. Se torna difícil lograr una armonía en lo cultural si no se toma conciencia real de todos los componentes de la gran diversidad interna y externa que habita en nosotros como sociedad y que hace única nuestra identidad.
Bibliografía
vAcanda González, Jorge Luis (2009): “Traducir a Gramsci”. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana.
vCeceña, Esther Ana (2008): “Derivas del Mundo en el que caben Todos los Mundos”. CLACSO & Siglo XXI. Buenos Aires.
v Grignon, Claude y J.C. Passeron (1991): “Simbolismo dominante y simbolismo dominado”. En “Sociología de la cultura, Selección de Lecturas Tomo II.” Editorial Félix Varela. La Habana.
vLander, Edgardo (2000): “La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas”. Editorial FACES/UCV y el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC), Caracas.
v Morales, Domínguez. Esteban (2010):“La Problemática Racial en Cuba: Algunos de sus Desafíos”. Editorial José Martí.
vQuijano, Aníbal (2000): “Colonialidad del Poder y Clasificación Social.” Parte I. pp.343. (texto digital, referencia incompleta)
vRevista Casa de las Américas (2010): Bicentenario de 1810. Libros del Premio Literario Casa de las Américas 2009. Editorial Casa de las Américas nro. 259-260. La Habana
vSarmiento, Fausto: “Civilización y barbarie”. (Texto digital, referencia incompleta)
v Vasconcelos, José:“La Raza cósmica”. (Texto digital, referencia incompleta)
Johan Manuel Mosquera Góngora
Sociólogo Universidad de La Habana -Cuba.
Colaborador Instituto de Filosofía de Cuba. Grupo América Latina; Filosofía Social y Axiología (GALFISA).
[1] Un esbozo analítico en donde queda clara la idea de la raza como un construcción social histórica la encontramos en gran parte de la obra de Franz Fanón; además de las contribuciones del Sociólogo peruano Aníbal Quijano este último Ver: Quijano, Aníbal: “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina.” En: Lander, Edgardo (compilador) (1993): “La colonialidad del saber: eurocentrismo y las ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas.” FLACSO, Buenos Aires. Argentina. pp. 242.
[2] Ver: Grignon, Claude y J.C. Passeron (1991): “Simbolismo dominante y simbolismo dominado”. En “Sociología de la cultura, Selección de Lecturas Tomo I. Primera parte” Editorial Félix Varela. La Habana.Pp.240
[3] A propósito del tema de la hegemonía, Jorge Luis Acanda González en “Traducir a Gramsci” se refiere a la Hegemonía que trabaja Gramsci como una concepción más que como concepto. “Gramsci desarrolló todo un conjunto de categorías que no pueden entenderse adecuadamente separadas unas de otras, en forma independiente, por cuanto constituyen un sistema teórico”. Ver Acanda González, Jorge Luis: “Traducir a Gramci”. pp. 161- 173.
[4] A partir de la segunda llegada de los europeos a lo que después se iba llamar América, la historia mundial comenzó a ser de veras mundial. Pero ello se hizo sobre la esclavización de aborígenes y un poco más tarde de negros traídos de África. Unos y otros se revelaron desde el primer momento contra las espantosas condiciones en las que se los coloco y sobre las cuales se edificó el mundo occidental. Tales rebeliones condujeron a fuertes movimientos, como la sublevación en 1780 de los hermanos Katari en el alto Perú (hoy Bolivia) y la de Túpac Amaru en Perú .En 1791 comenzó la revuelta de esclavo en Saint Domningue (hoy Haití), la cual se convirtió en la primera lucha por la emancipación de un país de nuestra América. Ver Revista Casa de las Américas (2010): “Bicentenario de 1810. Libros del Premio Literario Casa de las Américas” 2009 nro. 259-260. Editorial Casa de las Américas.
[5] Ver: Ceceña, Ana Esther (2006) (coordinadora): “Subjetivando el objeto de estudio, o de la subversión epistemológica como emancipación”. En “Los desafíos de las emancipaciones en un contexto militarizado”. CLACSO. Colección Grupos de trabajos, Buenos aires, pp.14-15
[6] Acanda, González. Jorge Luis (2009): “Traducir a Gramsci.” Editorial Ciencias Sociales. La Habana. pp. 160
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