De la marcha uribista y los demonios en la democracia colombiana
- Opinión
Una vez asentado el polvorín del activismo uribista queda sobre la mesa el urgente debate acerca del tipo de democracia que queremos para el pais.
A este hemos sido invitados como generación y tenemos que meterle el pecho. No porque hayan sido precisamente los indignados “por la paz de santos” los que lo hayan servido; sino porque la realidad social colombiana no aguanta más a una “democracia” que protege a unos cuantos, y cada que esos cuantos ven amenazados sus privilegios se desgañitan y hasta maten en su defensa.
Desgañitarse se puede, pero lo que tiene que lograr nuestra generación es que el individualismo, la violencia y la muerte no sean instrumentos para la construcción de la democracia que defienden. Estos últimos son tres de los demonios que dominan dentro de la decandente democracia colombiana.
Ahora bien, para espantar estos demonios es indispensable despojarse de todo tipo de prejuicios: Hablar de un pensamiento de derecha encopetada, ubicarla únicamente en los estratos seis o siete es un error fatal: no es cierto que la gente que vota por Uribe y lo defienden vive solo en Miami y es gomela. La gente que vota a Uribe y defiende sus tesis guerreristas está en nuestra propia casa.
La lucha de clases en Colombia no es por la existencia de los uribistas, ni de Uribe. Por ahí no va la cosa.
Así que Colombia debe ir reconociendo -como lo hizo Perú con Fujimori en su momento y hasta hoy - que los corazones de un importante número de colombianos pobres y jodidos; así como también de gente muy bien educada y emprendedora han sido conquistados por una idea de democracia en donde estos demonios son aceptados acriticamente como medio para la democracia realmente existente en Colombia.
Es lo anterior lo que coloca a miles de jóvenes pobres como carne de cañón- de manera voluntaria e involuntaria- de las mafias organizadas en las bandas criminales y grupos paramilitares.
Es la lógica con la que operan las principales fuerzas politicas que han gobernado y gobiernan el pais. Es la lógica con la que se gobierna en las regiones, lo que no implica que los gobiernos regionales se proclamen necesariamente uribistas. Puesto que el uribismo es una forma de gobernar cuya esencia se encuentra sostenida sobre la base de una cultura de mafia construida a pulso.
A más de un gamonal liberal, conservador o cualquiera de los que se tiñen la camiseta según el momento, les encanta manejar lo público como si se estuviera al frente de “La finquita”.
De manera que el individualismo, la violencia y la muerte en la democracia es lo que debe parar en Colombia. Premisa que tiene que de ser parte integral hacia una nueva democracia en la que tenemos que meternos todos como generación.
Para intentar parar, por lo menos la violencia, es necesario ir abandonando esa extraña y constate negación del otro; simplemente porque no es “digno del debate”.
Para tomar un ejemplo a manera de autocrítica: ya existe suficiente ilustración acerca de la ignorancia uribista, su falta de ortografía y de conocimientos sobre los tratados de política y demás. Dicho ejercicio se ha convertido en un arrogante argumento de exclusión que no permite el diálogo indispensable para los tiempos que vive el pais. Se debe sacar del ruedo este argumento si se quiere hablar seriamente sobre la democracia que necesitamos todos.
El diferente también lo es en las ideas y si no desarrollamos una manera de seducir en la política sin violentar vamos a estar navegando en el mismo mar de exclusión.
Sì de lo que se trata es de democracia entremos a construir esa nueva forma valorando como positiva la salida a la calle de los inconformes. Esto es un avance importante, más cuando se está reconociendo que es un derecho necesario en una sociedad que presenta serios problemas para la participación y afronta una grave crisis social que està afecta la vida cotidiana de la gente.
El talante democrático de quienes han insistido y apuestan hoy por la libertad debe quedar de relieve en este sano ejercicio. Eso sin perder nunca de vista cuales han sido las cuotas de responsabilidades de cada uno de los actores sociales dentro de la situación que hoy enfrentan Colombia.
Finalmente es importante comprender lo generacional no como una vaina de pelaos, de gente con mochila y tenis sucios. Tampoco como cosa de manes con músculos o mujeres con tacones y aipad.
Lo generacional debe ser entendido ahora si, como la combinación de todas las experiencias que traen todos aquellos que han construido de alguna manera el país que tenemos.
Todo lo anterior en el intento de transformar a Colombia en un pais donde La Vida y La paz sean posibles.
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