La moral social y la ética como medición social y política

13/09/2019
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Una mirada a la crisis actual para una revisión del mundo y la dinámica del actuar humano.                                                                           

 

Gobernamos nuestra vida en pensamiento y conducta para dar sentido en el juzgar y calificar comportamientos colectivos e individuales. Todo debate público, toda opinión sobre aquellos procesos políticos y sociales apunta a la convivencia humana en armonía con la naturaleza

 

Sorprende como en distintos escenarios se tertulia o se discute con gran retórica acerca de las prácticas de moral y ética ante la presencia de las nefastas conductas humanas generadoras de violencia y violación a la dignidad, al respeto, a la vida y al honor del hombre. Pero estos brotes emotivos son simples y eufóricos visos de doble moral.

 

Vivimos episodios donde nuestros deseos son asaltados por los despóticos agravios de la política que merecen nuestra oposición, pues eso no hace praxis de exigencias de virtudes sociales. A unos y a otros se nos impone deberes y responsabilidades ante la indignación moral y ética que arrasa. Todo cambio implica una vía humanista. Desde Marx percibimos esa visión cuando proclamo la explotación al trabajador y los excesos de plusvalía de los empleadores llegando con el tiempo a desfasar el sentido universal de la cosmogonía de la moral y la ética social.

 

El microcosmos y el macrocosmos humano, político y social ejerce funciones reconociendo al otro en la transparencia, con sus valores sociales de moralidad y ética dentro de los alcances que se deben atender del contrato social. Un principio social es mantener la exigencia moral y ética social en toda conducta donde el hombre ejercita ejercicios de producción para impedir la destrucción del hombre por el hombre y contra la naturaleza por el diabólico uso del poder hegemónico.

 

El principio de soberanía radical o dictatorial discurre en contravía de las relaciones integrales humanas para todo juicio, para todo comportar social y en especial para atender la gobernanza y el manejo del poder en toda la contienda humana.  Moral social y ética son una obligación social y personal que referencia lo correcto y lo incorrecto, el perfeccionamiento, el compromiso y la trascendencia para que el estado gobierne sin necesidad de recurrir a artimañas y corrupción.

 

Los hechos de conciencia están aliados a la moral y a la ética asociando a ello una revolución de los valores y principios. Todo cambio al interior del hombre para bien o para mal son raíces de ese cambio en lo político, lo espiritual y lo social. Ética y moral social se inspiran en la rebeldía contra todo desorden, contra todo lo que evoque enfrentamiento a la dignidad.

 

La moral social y la ética encierran políticas de paz interior y exterior, predican justicia. Por ello cuando hablamos de cambio siempre decimos que ellos empiezan en cada uno buscando siempre eliminar todo tipo de violencias. Moral social y ética normalizan el espíritu humano formando preceptos de convivencia con actos de justicia y gobierno, con actos de igualdad social y respeto a las diferencias, con actos acerca del discurrir humano, de sus ideales, creaciones y proyectos de vida. Es una obligación que estado, sociedad, iglesia y todo ente privado instituya políticas de práctica de moral social y de ética que legitimen sus gestiones con credibilidad y transparencia por parte de todos los funcionarios.

 

En la medida que hay más desarrollo humano basado en tantos avances tecnológicos donde la inteligencia artificial asume un papel protagónico, debemos al unísono dar aplicación a todos los procesos morales y éticos, pues el hombre siempre está expuesto a conductas adversas a su esencia, a su dignidad humana que merece se patentice con las virtudes y todo el actuar humano y justo-

 

 

 

Moral social y ética son un eclipse total para quienes no comparten el llevarse bien con el prójimo. Ambas virtudes potencian actos encaminados a fortalecer relaciones de bien común. Vivimos un mundo de apariencias y de doble moral y una ética de ficciones, esto es, una ética invisible, llena de contradicciones como la misma moral, donde se acentúan unos valores invertidos con su patología social que clama cirugías y tratamientos a males incurables.

 

Una moral social y una ética fluyen ante fallidos compromisos, ante sueños paranoicos donde no se permite saber que somos y que queremos en la realización de la vida humana o ante las paradojas que se van desgranando durante la praxis de la vida. Los fundamentos éticos y morales imponen practicas internas y externas, luchas contra la impunidad, lucha contra las políticas de los gobernantes corruptos, contra los políticos impuros, contra las conductas deshonestas, contra toda institución que jerarquice el poder y lo convierta en un consultorio de diagnósticos oportunistas.

 

Todos llevamos la posibilidad de corromper y corrompernos. Moral social y ética no son ficciones o virtudes imaginarias para la disertación o el discurso retorico. Estos dos elementos son dos emblemas del humanismo que no se prestan para ningún dogma entrópico o engañoso.  Moral social y ética se identifican como virtudes integradas al contrato social en la búsqueda del bien común para también conquistar la defensa de todo principio integrador, desarrollador y transformador que regula las actividades propias del conglomerado humano y natural sobre bases de respeto y justicia que de otro lado desintegren la desigualdad y la ruptura social-

 

Esta ya en las puertas del mundo un desarrollo artificial de vida y una metamorfosis del hombre Dios que viene cargado de cambios en las interrelaciones humanas que de seguro darán un giro brusco al sentido de la vida, a los valores, virtudes y principios que chocarán fuertemente entre sí, que provocarán una des espiritualización integral en la humanidad, pero que no podrán estar por encima del ser social, del ser hombre, del ser de la naturaleza que siempre tendrán para si la existencia de la moral social y la ética que evocan una grandeza creadora. - evolutiva en la praxis de la vida, praxis y creación que siempre está vigente en la capacidad transformadora dada al hombre para el bien común, para triunfantes proyectos de trascendencia e inmanencia.

 

Con el nuevo futuro artificial, de plataformas y redes sociales, el hombre perderá identidad, libertad, autonomía. El mundo artificial será el arma para que el capitalismo ejerza control social, político, espiritual y económico por encima de lo que hoy vemos. Con la tecnología el ser humano se identificará como un medio, cual mercancía para los propósitos de los poderes   irracionales, pero así mismo   el futuro artificial podría ser el karma para el capitalismo si este no se socializa en su estructura.

 

El mundo moderno clama por un humanismo del ser en su gran cosmovisión transformadora, productiva, para la acción integradora de moral social y ética que este a tono con las revoluciones sociales, culturales, políticas y tecnológicas que asuman la dirección de las realidades sociales. El nuevo humanismo debe conjugar pensamiento libre y crítico que enfrente la problemática humana rescatando el reconocimiento del otro, su identidad y sus necesidades, que enfrente el dialogo con los invisibles para integrarlos a la comunidad formando una sola unidad social que nos lleve a buscar la revolución de la esperanza.

 

En el escenario social emerge el trabajo humano y el estado con su poder y una autoridad desequilibrada en medio de una legal ilegalidad, de un desafío que origina una globalización total surgiendo cometidos de guerra inconciliables, pero con la esperanza que hace presencia, la egida de una moral social y la fuerza de una ética que busca nuevas culturas, pues no podemos seguir siendo gobernados con ilegalidad complaciente y una impunidad de toga también complaciente.

 

El hombre en su desarrollo rompe el equilibrio de toda la naturaleza, la corrompe dejando fluir la ardiente luz de la violencia. A la vista de un mundo artificial, de un comportar humano con la prepotencia de un dios ficción, se abre caminos para darse firmeza valorando capacidades y decisiones propias para cambios abruptos en aras de no perder el dominio del mundo.

 

 

 

 Pero en este discurrir nos encontramos con la moral social y la ética para hacer frente y tomar conciencia reconociéndonos unos a otros haciendo de estas virtudes polos de liberación que rompan las implicaciones y contradicciones sociales y de otros ordenes desviados de lo correcto, llevando a cabo acciones nugatorias que burlen la esperanza del orden fallido, del régimen sin esencia ni conciencia.

 

Los tiempos presentes son de confusa convivencia que entorpece el desarrollo, que legitima actos por fuera del entorno democrático, que legitima actos de doble moral y de conductas antiéticas. Estos tiempos son de ruptura con la justicia y la paz, con los derechos humanos, con el orden ecológico, con los sentires espirituales, con la familia, con las convicciones ideológicas, donde estas rupturas enmarcan una carencia de solidez humana, de olvido de su valor

 

Hablar de moral social y de ética en un régimen avasallador del concepto humano, se convierte en un contrasentido. Sin embargo, estas reflexiones no son excluyentes... Llega por doquier a quienes ejercen gobierno de contradicciones y de jugadas políticas que le niegan al colectivo social sus derechos argumentando iliquidez por un ministro que hizo del agua su negocio, pero que cuando se trata de presupuesto para el derroche viajero y para mermeladas de cargos que se ofrecen cual piñata de pueblo, si hay conque.

 

Las mermeladas de hoy son de muchas especies con sabor a naranja. Cada gobierno trae sus fantasías para gobernar para sí y para sus elites a quienes les deben su triunfo electoral. Moral y ética política donde quedan... Quedan en las entrañas de un gobierno retórico, entrópico y dictatorial, dictadura que se manifiesta en cada acto de gestión pública con el mayor cinismo y la mayor complicidad donde  descollan las tretas, las excusas, y  las tramoyas más vulgares.

 

Moral social y ética son virtudes para que una comunidad las considere en sus actuaciones y en el ejercicio de poder del pueblo. La comunidad activa se manifiesta firme cuando demanda del estado y las instituciones sociales humanitarias, políticas sociales. La vida humana no es una ficción, es la realización vitalista, es el fundamento de las virtudes que son imperativos únicos. Es a la sociedad que las distintas instituciones y entre ellas el estado quienes le deben su existencia, pero al interior, la sociedad está obligada a actuar con coherencia ante su prójimo.

 

Cada miembro de la sociedad nos debemos una reflexión profunda y sincera ante el otro, a quien reconocemos como nuestro hermano social- Los principios que argumenta la gobernabilidad son abstractos, excluyen las grandes realidades sociales de la población incrementando todo índice de pobreza, de desigualdades y de población emergente. Si esta gestión es inmoral con carencia de ética que le espera a la comunidad.

 

El sin sentido de la gobernanza se mueve con avidez ante ideologías caducas y sin horizontes. Se pierde la confianza de la gobernanza y del actuar social cuando se desconocen los principios humanos, cuando se rompen los compromisos ecológicos y los derechos humanitarios estableciéndose nuevas rutas en las cuales no hay cabida para proyectos que afronten las desigualdades acordes al orden democrático, al orden del contrato social y de la constitucionalidad-

 

El liderazgo en conciencia y lleno de virtudes es el alma de una verdadera gobernanza.

 

Ante el contubernio que hoy se arrecia en nuestro estado social y de derecho, la sociedad necesita un sínodo que nos brinde la oportunidad de analizar los desafíos para la supervivencia integral del hombre en el planeta y también para adentrarnos en la reflexión y la praxis sobre la explotación que estamos siendo sometidos dictatorialmente por causa de tantas vicisitudes repudiables del actuar humano, de tantos lastres de los poderes dominantes, de tantas patologías sociales existentes.

 

Cuando el hombre se inspira en el hombre y en las virtudes para acceder a los que no tienen voz para denunciar o a los que enmudecen por su mediocridad que no les permiten quitarse el bozal por ser indiferentes o ser apáticos furibundos, estamos aceptando su debilidad histórica que no les permite una vida digna en su propiedad.... El planeta tierra. Esta inspiración se basa en que reconocemos la justicia contra las desigualdades y contra todo obstáculo que la irracionalidad humana quiere imponer, pero nos hace falta la acción atrapada por la apatía, el desgano y la indiferencia.

 

 

 

La moral social la ética nos obliga a actuar con la denuncia, nos obliga a hacer pedagogía de lucha y rebeldía para que no nos detengamos a dejar que nuestros derechos sean pisoteados, para no detenernos en el ejercicio de la educación de hogar y convencional. Estas gestiones buscan sacar del ostracismo todas las fracturas delincuenciales y el mantenimiento irregular del sistema.

 

El ordenamiento humanista, apoya todos sus sentimientos, actos, acciones, decisiones en la sabiduría y sus principios, pero la sabiduría debe estar defendida por valores internos y externos como la moral social y la ética aun en medio de la encrucijada en que se encuentran.

 

La labor del hombre y su trabajo productivo fluye ante la praxis de una filosofía rebelde que desenmascare la práctica nefasta de quienes están profanando el humanismo-, desarrollando una tautología en sus discursos, en sus promesas y decisiones para producir el engaño moral. Así mismo se abusa de la sociedad usando aporías o excusas contradictorias a fin de no llevar sus objetivos de gestión social. Los dos elementos mencionados realzan la especulación en el diario gobernar, llenando de incertidumbre, dudas y temores a una nación.

 

 Tal como en el pasado los grandes imperios generaron su conducta destructora, hoy el imperio de los cesares modernos con su poder irracional, engendran leviatanes sociales destruyendo la moral social y la ética y la libertad que contradice toda dignidad humana por parte de una dictadura que deja sin voz para reclamar sumiendo al pueblo como víctima permanente.

https://www.alainet.org/es/articulo/202133
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