La guerra de fuertes contra débiles:
02/12/2002
- Opinión
El genocidio silencioso
Vivimos en una sociedad donde se ha programado de manera científica y
sistemática una guerra de los poderosos contra los débiles. Vivimos
en una cultura de muerte donde una minoría banqueteamos y una gran
mayoría muere de hambre. A principios de siglo padecía el hambre el
37% de la humanidad. Hoy en sus diferentes grados afecta a 4.000
millones de personas, es decir al 80% de la humanidad. En este siglo
que comienza se multiplicará la miseria y el hambre si no lo
impedimos. Cada vez que respiramos mueren 5 niños de hambre. La
organización de la ONU para la alimentación ha reconocido su fracaso.
En el año 1996 estaba segura de reducir en 20 años los 800 millones
de hambrientos a la mitad. Ahora reconoce que tardará en lograrlo
casi 50 años más. El informe del PNUD del año 2000 indica que un 27%
de la población mundial no dispone de agua potable. El planeta podría
alimentar sin problemas a doce mil millones de seres humanos (el
doble de los que somos) según el profesor Jean Ziegler y del
comisionado de Naciones Unidas para el derecho a la alimentación y
añade: "Las hecatombes del hambre no son productos de una casualidad,
sino de un verdadero genocidio. por cada víctima de hambre existe un
asesino" y analizando el problema hace la siguiente apreciación: "La
Bolsa de Materias Primas Agrícolas de Chicago es la que, cada día
laborable, fija los precios de los principales alimentos. Seis
sociedades transcontinentales de agroalimentación y finanzas dominan
esa Bolsa. Los precios que elaboran diariamente son, casi siempre,
fruto de especulaciones." (Le Monde diplomatique 20-11-2001).
Es nuestro deber no callar y señala que los hambrientos y
empobrecidos del mundo no pueden esperar más, esto es una salvajada
de nuestra civilización y todos somos responsables de este genocidio
especialmente por nuestro silencio ante los amos del mundo.
El actual secretario de Naciones Unidas, Kofi Annan, ante el poder
enorme de las oligarquías financieras transcontinentales y sus
mercenarios de las instituciones de Breton Woods (Banco Mundial y
Fondo Monetario Internacional) ha abandonado toda esperanza de poder
reformarlos y de enfrentarse a la OMC (Organización Mundial del
Comercio) y por ello suplicó, en palabras de Jean Ziegler, a los amos
del mundo, reunidos en el Foro Económico Mundial de Davos. Este Foro
reúne anualmente a los dirigentes de las mil sociedades
transnacionales más poderosas. Para ser admitido en el "Club de los
1.000" (es el nombre oficial), se necesita reunir un imperio
bancario, industrial o de servicios, cuya cifra de negocios anual
sobrepase el millardo de dólares. El 31 de mayo de 1999, en la ciudad
suiza de Davos, el secretario de Naciones Unidas les propuso la firma
de un pacto global (de salvaguarda del medio ambiente, del empleo, de
las libertades públicas, de justicia social, de relaciones Norte-
Sur.). "El cordero pastó al lado del lobo. En Davos los señores le
adoraron", dice el profesor de la Universidad de Ginebra, J. Ziegler,
y continúa: "Aplaudieron en pie durante minutos al secretario general
y su pacto. Y con razón. Cada compañía signataria tiene derecho a que
todos sus prospectos, documentos, envíos publicitarios, etcétera,
figuren en el logo blanco y azul de Naciones Unidas. Entre los
firmantes figuran las principales sociedades transnacionales de la
alimentación. Ni el Secretario General de Naciones Unidas, ejerce el
menor control sobre la aplicación práctica de los principios del
Pacto Global por las sociedades transnacionales que se adhirieron".
Desde luego, el lobo no es vegetariano, ni acepta ningún control
alguno en el gallinero del comercio mundial. Hay un consenso oculto a
la opinión pública, que es una camisa de fuerza para los
empobrecidos: privatizaciones y desregulación, ajustes
presupuestarios estructurales y liberalización a ultranza de los
mercados que hace que los fuertes sean más fuertes cada día. La
actual crisis argentina, con un pueblo sufriendo penuria, desempleo y
hambre, es un ejemplo de ello. El Premio Nobel de economía de 2001,
Joseph Stiglitz, ha acusado al FMI de ser el gran culpable por haber
insistido en políticas restrictivas: "El FMI intentará por todos los
medios desviar la culpa: habrá acusaciones de corrupción y se dirá
que Argentina no adoptó las medidas necesarias. Por supuesto, ese
país necesitaba llevar a cabo otras reformas, pero seguir el consejo
del FMI de aplicar políticas de ajuste del gasto sólo empeoró las
cosas". El que fuera vicepresidente del Banco Mundial, añade:
"Cualquier gobierno que aplica políticas que dejan a grandes sectores
de la población desempleados o subempleados no está cumpliendo su
misión primaria. Vender los bancos a extranjeros, sin crear las
salvaguardas apropiadas, puede impedir el crecimiento y la
estabilidad" (El País, 10-1-2002).
Jean Ziegles, reciente relator de Naciones Unidas para el derecho a
la Alimentación, califica el hambre como un "genocidio silencioso" y
de "crimen contra la humanidad". Así mismo no se anduvo con
eufemismos cuando considera los supuestos esfuerzos internacionales
para eliminar el hambre como un fracaso. Declaró que 100.000 personas
mueren de hambre al día, a pesar de que según el Programa Alimentario
Mundial, con los recursos hoy existentes se podría alimentar a varios
miles de millones de personas más de los que hoy habitan el planeta.
Declaró: "No se trata ni de fatalidad ni de ley superior o decreto de
Dios, es un asesinato. Para cada víctima de hambre hay un asesino.
Nos enfrentamos a una masacre deliberada, cotidiana, que ocurre en
una especie de normalidad gélida".
El extremista radical del Vaticano
El intelectual Noam Chomsky, (referente de la izquierda mundial y
grupos antiglobalización), recoge en su reciente libro "Estados
canallas" un importante comentario sobre Juan Pablo II, al que llama
"extremista radical del Vaticano" y lo sitúa entre las pocas
personalidades mundiales que están "fuera del espectro" del sistema.
Señala que su mensaje apenas se mencionó por la prensa nacional,
(tampoco en la nuestra) y escribe lo siguiente:
"En un mensaje de Año Nuevo de 1999, el Papa Juan Pablo II denunció
el marxismo, el nazismo, el fascismo y la no menos "perniciosa"
ideología del "consumismo materialista". en la que las naciones y
pueblos pierden "el derecho a compartir las decisiones que a menudo
modifican profundamente su modo de vida" por las estructuras del
mercado en las que está "concentrado el poder político y financiero",
mientras que los mercados financieros fluctúan erráticamente y "las
elecciones pueden manipularse".
El "extremista del Vaticano" aún fue más radical (en el sentido
original de ir a la raíz del asunto), cuando recibió a los
participantes en la XXVII conferencia general de la FAO, el 23 de
octubre de 1995, les decía: "La situación social y económica del
mundo actual hace que todos seamos conscientes de que el hambre y la
desnutrición de millones de personas son el resultado de mecanismos
perversos dentro de las estructuras económicas, o de la consecuencia
de criterios injustos en la distribución de los recursos y la
producción, de políticas programadas para defender a grupos con
intereses especiales, o de diversas formas de proteccionismo". Parece
claro que sigue vigente aquella sentencia de Theodore Roosevelt "Creo
que la asimilación de los países latinoamericanos a los Estados
Unidos será larga y difícil mientras esos países sigan siendo
católicos". Y el pensamiento de Rockefeller, pronunciado después de
visitar Iberoamérica en 1969 en nombre del entonces presidente Nixon:
"La Iglesia Católica ya no es más amiga de confianza del Gobierno de
los EE. UU. por su opción por los pobres y porque quiere cambiar las
estructuras socioeconómicas en América Latina".
* Francisco Rey Alamillo, Responsable de la revista Autogestiónd el Movimiento Cultural Cristiano
https://www.alainet.org/pt/node/106666
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