Mumbai y la esperanza
02/02/2004
- Opinión
El Foro Social Mundial de Mumbai mostró un rostro nuevo, diferente
al de Porto Alegre, cuestión casi tan importante como los debates,
conferencias, seminarios y talleres. Tal vez más importante.
Mientras en el recinto del Foro se debatían las tesis por un nuevo
mundo sostenidas por gentes de todas partes de la tierra, las calles
de esa parte de Mumbai servían como escalera para bajar a la inmensa
tragedia en la que se ha convertido la vida humana, ejemplo vivo de
hasta dónde podemos llegar con la "civilización". Miles de personas
no supieron de la inauguración, no cantaron con los danzantes, no se
sentaron a la diestra o siniestra del comité nacional e
internacional de organización y no supieron y posiblemente nunca
sabrán qué se dijo en las reuniones, talleres, seminarios y
conferencias. En Mumbai, como en otras muchas ciudades la pobreza
impone su rostro y su angustia, pero en esta ciudad en particular,
la pobreza y el estado de desolación humana conforman un cuadro tal
de miseria que por sí misma degrada cualquier rostro humano. Estamos
en medio de una devastación de cual somos responsables por haber
permito que la dignidad no formara parte de ninguna política, de
ningún plan de desarrollo y por haber relegado la esperanza al
ámbito de la ingenuidad, creyendo que sólo la razón podía superar
cualquier obstáculo. Por cierto, el Foro Social Mundial forma parte
de la necesidad colectiva de volver a comenzar una nueva marcha para
que la humanidad enfrente bajo una nueva visión los siglos que
vienen, por eso le hizo bien salir de Porto Alegre, quedar en medio
de una India que mostraba con crudeza una realidad que muchos sólo
conocían de referencia y que para otros formaba parte del exotismo
de Asia. Pero también es cierto, que sin la exigencia de resolver
de inmediato los enormes problemas que nos aquejan como humanidad,
es imprescindible dejar ciertos esquemas de lado, esa burocracia que
calcula cuanto debe decir y cuanto callar, esos mensajeros que se
convierten en héroes antes de cualquier batalla porque dijeron lo
que otros no han podido expresar en siglos; es necesario avanzar
hacia una construcción real que permita ejercer el contra-poder
social al de las multinacionales y sus instrumentos de opresión. No
bastan los análisis y la duda o certeza de los intelectuales y de
los tribunos. La gente común corriente, esa que no entiende bien de
dialéctica, que son los verdaderos héroes en esta resistencia
planetaria, es la que necesita expresarse, protagonizar los cambios
y dejar que la razón se mezcle con la pasión. Nada que se haga sin
pasión vale la pena.
Hemos repetido en cada Foro Social Mundial que nuestros gobiernos
están en crisis y que al inicio del nuevo milenio los
administradores del Estado no podrán darnos las respuestas que
buscamos. Nuestro propio humanismo está en quiebra y el sistema
internacional es una rueda que gira al compás del comercio
internacional y bajo las consignas de un Bush que está seguro que el
planeta es su particular escenario de guerra y genocidio. Lo más
grave, es que buena parte de los mismos que hemos elegido a través
de nuestros votos, Presidentes con la esperanza de mejorar la vida
de sus pueblos y recuperar la dignidad de sus naciones y Parlamentos
enteros, son los primeros en abrazar las políticas que llevan al
derrumbe de la humanidad. No bastaba con robar el fuego para
iluminar la historia, así como la razón prometeica fue incapaz de
resolver los problemas fundamentales, el Foro Social Mundial deberá
dar cabida a expresiones tal vez más sencillas, menos adornadas con
la razón y más vitales para que continúe su camino y nos envuelva en
una nueva ola de la historia.
Cuando la globalización neoliberal devela en todo sus esplendor el
camino que ha preparado para la humanidad, descubrimos nuestra
impotencia y precariedad en las calles de Mumbai. Hemos construido
una gobernancia, un sistema, un modo de vida, una historia en la que
el hombre es un nuevo condenado. Soñando con la supremacía de la
razón, hemos engendrado monstruos, como advirtió Goya cuando después
de pintar en la Corte, dibujaba encerrado en su cuarto las
atrocidades que intuía provenían de la razón. Cuando los motores de
la revolución industrial se pusieron en marcha el hombre se vio
trágicamente desplazado. El racionalismo, el materialismo, el
individualismo son el dominio del mundo actual. Desde esta
perspectiva, la dignidad humana nunca estuvo prevista en el plan de
la globalización.
Ahora queremos, reclamamos una nueva gobernancia, pero en estas
calles de Mumbai eso significa tener siquiera la posibilidad de
morir al amparo de un techo. Sabemos que la razón no es suficiente y
que no basta la técnica, la planificación y el método.
Una nueva gobernancia debe reconocer el fundamento que puede darle
origen y sospecho que en ese origen está el sentido de lo humano en
su más amplia e inclusiva acepción. Ningún nuevo concepto de
gobernancia puede prescindir de los ojos de estos niños pidiendo una
rupia.
El hambre de más de 800 millones de personas no es una estadística
que pueda reducirse en cinco, diez o quince años porque el hambre es
un atentado a la naturaleza humana. Cada mañana millones de hombres
y mujeres salen de sus casas en busca de trabajo; trabajan como
nuevos esclavos por unas cuantas monedas. No hay tiempo para la
familia, para los hijos, para el afecto. Los nuevos esclavos deben
vaciar toda su energía para que la máquina global siga funcionando.
Una mujer me contó una vez que había llegado al hospital para
atender a su hijo que se moría de fiebre. Sólo alcanzó a recibir los
cuidados básicos. No pudo depositar un cheque para la garantía.
Ahora, cada ciertos días de la semana, deja flores en una esquina
del cementerio. Los técnicos dirán que es un caso entre millones y
los políticos dirán que es parte del ajuste estructural que debe
sufrir la humanidad en pos del desarrollo. Nosotros decimos que es
resultado de un genocidio planetario que roba la esencia de la
humanidad.
Son estas realidades las que debemos enfrentar en el Foro Social
Mundial y convertirlas en la base de nuestras luchas.
El planeta se encuentra en estado desolador y puede volverse
inhabitable en cuatro o cinco décadas. El oxígeno disminuye de modo
irreversible por el ácido carbónico de autos y fábricas y por la
devastación de los bosques. Los países desarrollados producen
cuatrocientos millones de toneladas anuales de residuos tóxicos:
arsénico, cianuro, mercurio y derivados del cloro que finalmente
desembocan los mares afectando toda la cadena alimentaria y los
ecosistemas marinos de los cuales depende la pesca.
El mismo imperio de la razón ha facilitado que en un tiempo no
lejano podamos disfrutar de personas fabricadas por encargo: "lo
quiero inteligente, alto, con ojos azules, insensible al dolor o
trágicamente preparado para ser esclavo". Toda la tecnología parar
llegar al más perfecto código de barras. Ladrillo sobre ladrillo,
muro sobre muro y el hombre y la mujer atrapados en sus barrotes.
Por décadas fuimos testigos de la disputa palmo a palmo que hicieron
del mundo las dos superpotencias. Cuando se derribó el muro de
Berlín se difundió la idea que la única alternativa era el
neoliberalismo. Esta es una afirmación criminal, porque es como si
en el mundo sólo hubiera lobos y corderos y dijeran: libertad para
todos y que los lobos se coman a los corderos.
El mayor logro del sistema ha sido concentra en una quinta parte de
la población mundial más del ochenta por ciento de la riqueza,
mientras el resto, la mayor parte del planeta, muere de hambre en la
más sórdida de las miserias.
Para toda la humanidad es una verguenza, un crimen, que existan
doscientos cincuenta millones de niños explotados en el mundo. A los
pobres ya no se les dice que son de abajo, ahora se dice que son los
excluidos.
Pero entonces es necesario comenzar de nuevo, construir para
desconstruir, devolver los pasos y aprender a caminar en el afecta
hacia el otro como medida de un mundo nuevo en gestación. Deberemos
volver a juntar el pensamiento mágico y el pensamiento lógico para
que la humanidad salga de su exilio y vuelva a su unidad primigenia,
restaurando la armonía entre el hombre y el cosmos.
Hemos aprendido en estas calles de Mumbai que existe una
comunicación entre desconocido y desconocido, una petición y una
respuesta aún en los más sórdidos lugares de la miseria. Todo está
sostenido y forma parte de la respuesta, la inteligencia y la magia,
la luz y la sombra, la generosidad y el egoísmo, la guerra y la paz,
la luz y la sombra, la ciencia y la tecnología, en una comunidad
cada vez más extensa, en un ejercicio que integrará para siempre en
nosotros la realidad y los sueños.
Ahora es necesario atravesar la orfandad, la incomunicación y el
destierro para llegar al recinto en que podamos danzar los más
antiguos ritos de la conciencia de ser hombres y mujeres y de creer
en un destino común, con la misma fe de estos dioses inmutables que
están en vigilia desde tiempos inmemoriales.
* Pedro Avendaño. Director Ejecutivo. Foro Mundial de Pescadores y Trabajadores de la Pesca
https://www.alainet.org/pt/node/109333
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