Mientras el pueblo reivindica a Miranda, a M. Piar y a la Patria:
La oposición sigue llorando su derrota
15/03/2006
- Opinión
El 12 de marzo día de la bandera, se dio quizá uno de los actos más simbólicos que restituye la historia de Venezuela, desde la independencia.
Este acto es la incorporación de la octava estrella a la bandera nacional en representación de la provincia de Guayana, hoy Estado Bolívar, y se convierte en la reivindicación de quienes en plena guerra se sumaron a la causa independentista.
15 banderas ha tenido Venezuela, tal vez las mas destacadas y las que han generado una innecesaria polémica son, la de 1811 que ratificó la ascendencia indígena de nuestra nacionalidad. La de 1817 que representó por primera vez las siete primeras provincias libres de nuestra independencia. La del Congreso de Angostura, la bolivariana, que incorpora la octava estrella, en representación de la recién liberada provincia de Guayana. La de la guerra federal, de Ezequiel Zamora, que representaba los veinte estados de la Federación y la de 1954 que es la que hasta el 12 de marzo de 2006 ondeó en las astas y pabellones de la Patria.
Al agregar esta octava estrella, simplemente le estamos rindiendo homenaje, no a la historiografía oficial de antaño, que a fuerza de antibolivarianos, negaron desde siempre, esta petición de Bolívar de representar en los símbolos patrios todas y cada una de las provincias liberadas por la independencia. Sino a la gesta que llevó a este ejército de desarrapados y descamisados a los confines del Alto Perú y a fundar en 1819 la Gran Colombia, pues Colombia nació en Angostura, Guayana
Por supuesto, las reacciones no se hicieron esperar. Por un lado, con la emoción pintada en el rostro, desde Chávez hasta quienes presenciamos el izamiento de nuestra nueva bandera, sentimos que le estamos devolviendo a la historia la justa dimensión de la verdad, esa verdad que la oligarquía del siglo XIX, y la contemporánea le negó a los héroes de nuestras guerras de liberación, Bolívar (quien solicitó por primera vez su incorporación en 1817), a Manuel Piar, quien fue el arquitecto de la liberación de Guayana y quien le dio, bases y territorios a los ejércitos libertadores, pues desde Guayana se consolidó la independencia americana, y a Miranda, eterno soñador, que fue relegado en nuestra historia a simple “precursor”, cuando de su genio creador salió, Colombia, salió una bandera y salió sobre todo ese internacionalismo que ha llenado gloriosas páginas de heroísmo y sacrificio en toda América.
Por otro lado, esa oposición, como siempre obtusa. Pobre ignorante de nuestra historia, cuyo bolivarianismo culmina en los billetes que ellos mismos devaluaron cuando eran el poder. Y más que pobres ignorantes, son negadores de la historia, quemaron la bandera de las ocho estrellas, en un acto de desafío a la autoridad, gritando desaforados, que su bandera es la de las siete estrellas y no la bandera “chavista”. Y tienen razón, no pueden querer un símbolo que representa una revolución en la historia, no pueden querer lo que siempre abjuraron, la memoria de un pueblo que se esta descubriendo a si mismo hurgando en el baúl que ellos astutamente relegaron al olvido y que nosotros rescatamos para orgullo de las generaciones que vienen.
Así como quemaron la bandera están tratando de vender a la patria
El 12 de abril de 2002, la oligarquía reunida en el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores, en el acto de juramentación del Sátrapa Carmona, cometió dos actos que evidencian el mismo hecho de quemar una bandera. El primero, guardaron en sótano de palacio el cuadro de Simón Bolívar que preside desde siempre los actos oficiales, como fiel vigilante de que se cumpla su legado. El segundo, en el decreto de marras que decretaba la dictadura, eliminó la palabra bolivariana de la república. En aquel entonces, se les olvidó, que más del 88% del pueblo votó por la constitución nacional que convirtió a Venezuela en república bolivariana.
Hoy, casi cuatro años de aquel hecho, los mismos firmantes del decreto, los mismos que furibundos aplaudieron el entierro de la democracia y la república, queman la bandera como un gesto de que no aprendieron la lección, nuevamente quedaron suspendidos en historia.
Pero, estos hechos, derogar una constitución, tratar de borrar a Bolívar del ideario o quemar una bandera, no son aislados. Forman parte de la misma trama con la que escriben su macabro guión de antipatriotismo, de ser los campeones de la traición, de ser los apátridas que cuales Judas contemporáneos, son capaces de vender la nación, sus habitantes y familiares, no al que mejor les pague, sino a su único comprador, Estados Unidos.
Esta concatenado a los rumores de separatismo del Estado Zulia, esta ligado a las visitas de la gente de SUMATE al gran amo del norte, esta enlazado con las declaraciones de los voceros gringos sobre Venezuela. Y por supuesto, con los dólares de la ignominia (según datos aportados por Eva Golinger, alrededor de 25 millones entre el 2002 y 2006) con el que se están financiando varias organizaciones de la oposición.
Es verdad, su bandera, fue arriada simbólicamente el 12 de marzo de 2006, y con ella doscientos años de mentiras oligárquicas, pero realmente, esta empezó su descenso, lento, pausado e irreversible, el día que pusieron la primera piedra para edificar el neoliberalismo en Venezuela, el 27 de febrero de 1989. Para no volver a ondear altanera en el suelo de la patria, y así como arriamos sus doscientos años de tradición, izamos orgullosos la bandera de la V República que flameará orgullosa donde quiera que este presente la estirpe, la nación, nuestra memoria.
Y no es para menos, avanzamos incontenibles a escribir la historia, no en papel, no borroneando cuartillas, para acomodar las memorias a nuestros fines, la estamos escribiendo en cada acto de emancipación, en cada batalla librada contra la ignorancia y el analfabetismo, en cada derrota a la miseria, en cada espacio que le conquistamos a la corrupción. Pues cada victoria popular es terreno que liberamos del oscurantismo de esos, que tales fechas como estas, quemaron desesperados y medio histéricos una bandera como quien trata de conjurar el maleficio que les cayó el día que el pueblo asaltó los cuarteles.
- Jacobo Torres de León es coordinador político internacional de la organización Fuerza Bolivariana de Trabajadores
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