Carta a nuestro Chávez de cada día

10/03/2013
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Millones de hermanos y hermanas han peregrinado para dar el último adiós a nuestro Comandante en Jefe y Líder. Hombre y mujeres de esta patria, humildes, sencillos, llorando desesperados la ausencia de nuestro Padre, hermano, hijo, amigo y ahora entrando a la historia como nuestro Libertador.
 
Sin embargo, yo no he podido ir a verlo, y no quiero verlo, quiero recordarlo como era él: campechado, jodedor, severo, pero de una humanidad que rompió los moldes con que fue hecho. No dentro de un cajón maniatado por la muerte.
 
Lo conocí por su voz en aquellos aciagos y aventureros de insurrección cuando me sentaba disciplinadamente horas y horas a esperar una llamada de contacto para seguir organizando lo que sería el 4 de febrero.
 
Tuve el privilegio de estar con él en diversas etapas de nuestro gobierno y antes y después de la victoria era el mismo Chávez que todos amamos.
 
Y para mí su partida me llena de una congoja que no tiene como carajo controlarse, un vacío que no puede ser llenado por consignas ni por la rabia de su ausencia.
 
Hombres que lloran a su Jefe, miles de personas en el mundo entero que desbordan su amor, han acrecentado esta sensación de soledad que nos deja y lo que hoy repetimos con el orgullo de haberlo acompañado, no se fue, está aquí hecho millones para continuar la tarea.
 
Con lágrimas en los ojos, la mirada borrosa y un mal sabor en los labios, recordamos al hombre que hizo posible nuestros sueños, que nos devolvió la esperanza y a aquellos que venimos de años de militancia, nos conectó con la realidad vibrante de este pueblo que hoy se desborda por las calles demostrando en su dolor que Hugo Chávez Frías cumplió su misión histórica y nos dio Patria.
 
Solo doy gracias a la vida por darme la oportunidad y el privilegio de vivir en este tiempo, el orgullo de haber sido su soldado y poder acompañar con mi esfuerzo este animo de redención que ocupó siempre toda su existencia.
 
Siempre quise decirle que lo acompañé desde las tempranas horas previas al 4 de febrero, y nunca me atreví porque en definitiva seguiríamos largos años en esta permanente batalla por la vida. No quiero parecer pedante pero no muchos podrán decir eso, pero ahora que no está cuanto lamento no haber expresado todo mi respeto y amor por su obra, su vida y su decisión de luchar y vivir.
 
Se fue como llegó, abrupto, sorpresivo desarmando a sus enemigos y poniendo en nuestras manos la gigante tarea de siquiera llegarle cerca de su inmensidad.
 
Mientras las hienas carroñeras ríen su macabro festín de terror, nosotros intentamos ponernos a la altura de la tarea con todo el asco de esos que han hecho de la necrofilia y la coprofagia una profesión o,  en letras nuestras,  los comemierdas piden ración doble. Y se las daremos sin duda alguna montones de raciones de derrota, porque serán derrotados.
 
Y habrá quien,  ante tu partida,  prepare las maletas de su traición y huyan a las filas enemigas creyendo que todo ha acabado con tu muerte. A esos tránsfugas y traidores les caerá este pueblo en su justa indignación para desenmascararlos y enterrarlos en el basurero de la historia.
 
A ellos y nuestros enemigos les deseamos larga vida para que puedan ver en su mezquindad la enorme empresa que tú emprendiste y nos legaste. Su castigo será ver a este pueblo chavista y revolucionario hacer la revolución que tu genio de mi Patria nos enseñaste.
 
Quiero transformar este dolor en la fuerza necesaria para actuar, transformar mi rabia en acción y salir de esta depresión que me deja para decirle al mundo que no nos quebraremos ni ahora ni nunca.
 
Y juro por mis hijos, por la patria y por Chávez y quienes con él están poblando la inmensa galería de héroes y mártires de todas las latitudes que no defraudaremos su legado que junto a nuestro pueblo le diremos al mundo que vamos por más y que construiremos la Venezuela Socialista y que dejaremos la vida si es necesario en la más hermosas de las tareas, reconstruir la Gran Colombia y con ella la emancipación.
 
No podremos extirpar nuestro dolor, no podremos frenar las lágrimas que a ratos nos ahogan con ese sentimiento de pérdida, no podremos reprimir nuestra ira, pero si podemos transformarlas en alimento para la vida.
 
Hasta siempre Comandante de la vida, tus hijos seguiremos adelante teniéndote como guía y a nuestros hijos le inculcaremos la fe que nos legaste para hacer de tu homenaje otro paso para la redención de la humanidad.
 
Y Venceremos Chávez venceremos. Pase lo que pase con nuestra vida incluida sabremos cumplir con tu legado.
 
10 de marzo de 2013
 
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