Aceptaremos la realidad del mundo que nos presentan?
12/02/2007
- Opinión
¿Hasta que punto la sociedad guatemalteca tiene conciencia de la fuerza (dormida) que puede llegar a tener y desarrollar si se organiza, para cambiar el orden establecido? Pero como el conjunto de ideas que implica este proceso no resulta de actos espontáneos, ni tampoco dependen de la “buena de Dios”, se necesitarían organizaciones políticas progresistas para despertar esta potencialidad, pero es una realidad que hasta estas organizaciones atraviesan por un periodo de debilidad, que se expresa en la falta de acciones concretas para llevarlo a cabo.
Si se tuviera plena conciencia de esta fuerza, por ejemplo: desde el primer momento en que los bancos fueron intervenidos, como ciudadanas y ciudadanos (conscientes de sus derechos) se hubieran volcado para exigir la devolución de su dinero a los bancos, de forma diferente a la que hemos observado. Se demandaría un transporte público de calidad, porque no estamos ni por asomo cerca de tenerlo. Y se exigiría a los partidos políticos que nos presentara verdaderas plataformas político-programáticas. De esa forma evitaríamos ser presas de la mercadotecnia que se pone a funcionar cada cuatro años. En conclusión las cosas serían de otra manera.
De llegarse a concretar la construcción de está fuerza social estaríamos ante un ejercicio de participación democrática genuino, pero no, no existe tal cosa. Porque los rasgos estructurales del sistema bajo el cual se desarrolla la vida de la sociedad de Guatemala no lo permite. Es decir, no existen las condiciones ni los incentivos a través de los cuales se pudiera desarrollar una posición crítica frente a lo que sucede.
Dar respuesta y concretar la interrogante inicial resultaría una tarea muy grande, en el caso que encontráramos una. Pero además tratar de dar respuesta a esta cuestión no es el objetivo de estas líneas. La intención es tener un acercamiento que permita identificar algunos factores que inciden de forma efectiva en esa especie de adormecimiento que padece nuestra sociedad.
Partamos entonces de señalar que en los últimos años la sociedad guatemalteca, como muchas otras en todo el mundo, especialmente en las denominadas del tercer mundo, han sido saturadas de avances tecnológicos. En la industria la automatización de la producción. En los servicios las computadoras, hasta llegar hasta los hogares, en donde las personas han ido adquiriendo desde teléfonos inalámbricos, radios, electrodomésticos, televisores, equipos de audio y un sin fin de cosas.
Sin duda, todos estos artefactos han venido a facilitar la vida cotidiana y en algunos casos son avances sociales, sobre todo en las áreas urbanas y en mucho menor grado en el área rural. Pero independientemente de las consideraciones de conveniencia, de necesidad o de cualquier otro tipo, la esencia de la lógica por la que actualmente son producidos toda esta serie de utensilios, es que el ser humano se parezca cada vez más a las maquinas de las que se sirve. Veamos un ejemplo, el mercado de la telefonía celular, produce una infinidad de modelos que así como vienen se van, con una vida útil reducida. La lógica impuesta por el consumo es entonces la de cambiar modelos telefónicos al ritmo que las compañías establecen y para lograrlo crean múltiples “incentivos”, que si nos detenemos por un momento, vemos como en este caso lo importante no son las cosas sino el acto de comprar. Igual pasa con la ropa, los carros, los cigarrillos, aparatos electrónicos, etcétera.
Lo que subyace de todo este complejo avance de tecnología es la lógica de producir y consumir más y más. Por supuesto, la máxima producción exige un mercado de máximo consumo. Llevándonos obligatoriamente al consumismo. Todo este proceso de consumo en el que los deseos de los consumidores no son reales, ni auténticos son manipulados por la utilización de publicidad por parte de los productores a través de los medios de comunicación masiva.
Lo que es evidente es que estos rasgos que cada vez más adquiere la sociedad guatemalteca, están siendo importados de otras culturas. Lo que pretenden es e uniformizar el pensamiento desproveyéndolo de su espíritu crítico, a través del consumo.
Javier De León- Analista de Incidencia Democrática
Fuente: Incidencia Democrática (Guatemala)
http://www.i-dem.org
Si se tuviera plena conciencia de esta fuerza, por ejemplo: desde el primer momento en que los bancos fueron intervenidos, como ciudadanas y ciudadanos (conscientes de sus derechos) se hubieran volcado para exigir la devolución de su dinero a los bancos, de forma diferente a la que hemos observado. Se demandaría un transporte público de calidad, porque no estamos ni por asomo cerca de tenerlo. Y se exigiría a los partidos políticos que nos presentara verdaderas plataformas político-programáticas. De esa forma evitaríamos ser presas de la mercadotecnia que se pone a funcionar cada cuatro años. En conclusión las cosas serían de otra manera.
De llegarse a concretar la construcción de está fuerza social estaríamos ante un ejercicio de participación democrática genuino, pero no, no existe tal cosa. Porque los rasgos estructurales del sistema bajo el cual se desarrolla la vida de la sociedad de Guatemala no lo permite. Es decir, no existen las condiciones ni los incentivos a través de los cuales se pudiera desarrollar una posición crítica frente a lo que sucede.
Dar respuesta y concretar la interrogante inicial resultaría una tarea muy grande, en el caso que encontráramos una. Pero además tratar de dar respuesta a esta cuestión no es el objetivo de estas líneas. La intención es tener un acercamiento que permita identificar algunos factores que inciden de forma efectiva en esa especie de adormecimiento que padece nuestra sociedad.
Partamos entonces de señalar que en los últimos años la sociedad guatemalteca, como muchas otras en todo el mundo, especialmente en las denominadas del tercer mundo, han sido saturadas de avances tecnológicos. En la industria la automatización de la producción. En los servicios las computadoras, hasta llegar hasta los hogares, en donde las personas han ido adquiriendo desde teléfonos inalámbricos, radios, electrodomésticos, televisores, equipos de audio y un sin fin de cosas.
Sin duda, todos estos artefactos han venido a facilitar la vida cotidiana y en algunos casos son avances sociales, sobre todo en las áreas urbanas y en mucho menor grado en el área rural. Pero independientemente de las consideraciones de conveniencia, de necesidad o de cualquier otro tipo, la esencia de la lógica por la que actualmente son producidos toda esta serie de utensilios, es que el ser humano se parezca cada vez más a las maquinas de las que se sirve. Veamos un ejemplo, el mercado de la telefonía celular, produce una infinidad de modelos que así como vienen se van, con una vida útil reducida. La lógica impuesta por el consumo es entonces la de cambiar modelos telefónicos al ritmo que las compañías establecen y para lograrlo crean múltiples “incentivos”, que si nos detenemos por un momento, vemos como en este caso lo importante no son las cosas sino el acto de comprar. Igual pasa con la ropa, los carros, los cigarrillos, aparatos electrónicos, etcétera.
Lo que subyace de todo este complejo avance de tecnología es la lógica de producir y consumir más y más. Por supuesto, la máxima producción exige un mercado de máximo consumo. Llevándonos obligatoriamente al consumismo. Todo este proceso de consumo en el que los deseos de los consumidores no son reales, ni auténticos son manipulados por la utilización de publicidad por parte de los productores a través de los medios de comunicación masiva.
Lo que es evidente es que estos rasgos que cada vez más adquiere la sociedad guatemalteca, están siendo importados de otras culturas. Lo que pretenden es e uniformizar el pensamiento desproveyéndolo de su espíritu crítico, a través del consumo.
Javier De León- Analista de Incidencia Democrática
Fuente: Incidencia Democrática (Guatemala)
http://www.i-dem.org
https://www.alainet.org/es/active/15565
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