27 años de protagonismo político

En su aniversario, el PT busca unidad para seguir adelante

13/02/2007
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Lula Da Silva llamó a sus compañeros a mantenerse unidos para derrotar al enemigo y les pidió que discutan los verdaderos flagelos del país. Marco Aurelio García dijo que la “integración sudamericana se transformó en un tema fundamental”.

Tan joven y tan viejo, con profundos y acalorados debates sobre su futuro, el brasileño y oficialista Partido de los Trabajadores (PT) celebró este fin de semana su 27 aniversario en Salvador, capital del estado de Bahía. El festejo, que comenzó el viernes y concluyó el domingo, tuvo entre sus participantes al Jefe de Gobierno, líder y fundador del PT, Luiz Inácio Lula Da Silva, quien hizo un llamado a la unidad entre las corrientes internas del movimiento y manifestó que el color rojo de la bandera del PT corre por sus venas.

“Ésta es la hora de darnos una tregua y decir: compañeros, vamos a ser compañeros. Tengamos divergencias, tengamos disputas internas, pero no perdamos de vista quienes son nuestros adversarios; si lo hacemos, ellos nos destruirán”, afirmó Da Silva en referencia al tironeo interno que amenaza con debilitar demasiado a su fuerza política.

Si bien el mandatario se permitió algunos párrafos para remarcar que América Latina, África y todo el sur del mundo seguirán siendo la prioridad en política exterior durante su segundo mandato, el ítem que acaparó su discurso fueron las turbulencias intestinas del PT.

“El PT no puede disminuir su importancia histórica, no puede pasar años y años discutiendo sus pendencias internas; por qué no dedica dos años para discutir la cuestión de la educación en el país, por qué no discute política industrial”, sugirió el timonel de la república federativa.

Según los analistas políticos que se han expresado hasta el momento, las peleas desatadas tienen que ver con la incertidumbre que genera la sucesión de Da Silva. Este ha sido el candidato presidencial del PT desde las elecciones de 1988, pero después de dos victorias electorales ya no podrá ser aspirante en los comicios del 2010.

Entonces, el espacio que promete quedar vacío habría iniciado las disputas por ocuparlo. Todo esto en un marco donde el ex sindicalista todavía no ha señalado un heredero y nada hace pensar que eso pueda ocurrir. Los grupos en pugna han elegido, principalmente, los desplantes a la estrategia económica de Brasilia como canal para hacerse oír y para diferenciarse del resto.

Da Silva también reconoció que hay gente insatisfecha con las realizaciones en reforma agraria o con los resultados macroeconómicos, a lo que agregó que “no hay un brasileño que quiera más de todo eso que yo".

En tanto, el Directorio Nacional del partido aprovechó el encuentro para redactar un documento consensuado, llamado Resolución Política (RP), la cual tiene una breve reseña de los logros del PT desde su fundación el 10 de febrero de 1980 y advierte que “el partido buscará ser un elemento de conexión entre la sociedad, los movimientos sociales, y en particular, y el Gobierno”.

La RP también sirvió de lanzamiento oficial de los preparativos para el III Congreso del Partido, convocado para el 6, 7 y 8 de julio próximo.

La RP hace hincapié en acelerar las voluntades para generar en breve un debate sobre la comunicación social en Brasil: “La democratización del país supone la democratización de la comunicación. Las estructuras públicas son esenciales para superar el monopolio privado. La afirmación de la soberanía nacional exige un fuerte aparato de telecomunicaciones. Se trata de un tema urgente, que necesita en el corto y mediano plazo las siguientes acciones: construcción de un sistema público de radio y TV; medios privados progresistas y cambios en el marco institucional de la comunicación para organizaciones sociales”.

La jornada, donde predominó el carácter festivo, más allá de las viscerales discusiones políticas, incluyó un Seminario Internacional Sobre los Desafíos de la Izquierda en Latinoamérica y el Caribe, al cual asistieron representantes de 18 países.

“Las tareas fundamentales de los gobiernos y partidos progresistas son atender las expectativas de las masas por cambios concretos, profundizar el movimiento de integración regional y definir formas de actuación con base en las realidades locales”, concluyó una de las mesas de diálogo del seminario.

En la apertura del curso, el profesor Marco Aurelio García, vice-presidente primero del PT y asesor especial de la Presidencia, hizo un breve balance sobre la formación de las luchas de izquierda en el continente, para concluir que, hoy, la región vive un momento único.

“Nunca la izquierda había tenido en América Latina posiciones de poder ni de gobierno como hoy. Es una fuerza real en muchos países e influye en las grandes decisiones”, afirmó García y concluyó: “Esa presencia no es el resultado de golpes ni de aventuras, sino de intensas movilizaciones sociales que se tradujeron en elecciones victoriosas”.

El catedrático recordó que la “aventura neoliberal” destruyó los sistemas productivos de los países de la región, “generando desempleo, desigualdades y agravando los conflictos y contradicciones sociales”.

Por otra parte, García le respondió a los comentarios de la prensa que comenzó a hablar de supuestos fracasos del esfuerzo integracionista: “La integración sudamericana se transformó en un tema fundamental, si tenemos conflictos es porque la vida está hecha de conflictos”.

“En el tiempo de la Operación Cóndor no había conflictos”, ironizó, en referencia al período en el que las dictaduras militares de América del Sur actuaban conjuntamente en la represión.

Después de Marco Aurelio, como prefieren llamarlo en Brasil, hablaron Nico Schwarz, del Frente Amplio de Uruguay; Nils Castro, del PRD (Partido Revolucionario Democrático) de Panamá y Javier González Garza, diputado y coordinador parlamentar del PRD en la Cámara de Diputados de México.

Gonzáles fue el encargado de marcar el contraste de México con el resto de la región. Habló sobre la tensa situación de su país y de los innumerables fraudes que impidieron que López Obrador se erigiese presidente el año pasado. “La situación de México desentona con la gran fiesta de la izquierda en el resto de América Latina”, lamentó.

En otras de las actividades, el sábado por la noche tuvo lugar una fiesta popular con bandas de música y venta de comida en un complejo de diversiones a la orilla del mar, donde se reunieron 5.000 personas, según datos oficiales.

Pasados los sofocos de los tres últimos años, plagados de denuncias de corrupción que jaquearon a sus máximos dirigentes y pusieron a Da Silva al borde del juicio político, el PT ahora conmemora la fecha de su fundación con cierto alivio: un mandato presidencial a estrenar, una fuerte bancada en el congreso – preside Diputados y va por Senadores- y una mayor presencia en las 27 gobernaciones brasileñas.

Para entender el surgimiento del liderazgo de Luiz Inácio Lula Da Silva y la creación del PT es necesario, por lo menos, hacer referencia a ciertas cuestiones claves de la historia brasileña contemporánea.

El primer dato que hay que tener en cuenta es que, como los regímenes autoritarios que gobernaron Brasil de 1965 a 1985 odiaban el populismo o cualquier forma popular, el milagroso desarrollo brasileño se había conseguido mediante bajos salarios y flexibilidad laboral. Entonces, el excesivo costo que habían pagado los obreros llevó a que los sindicatos del ABC de San Pablo (región industrial de 7 de los 33 municipios que forman el área metropolitana) comenzaran una serie de huelgas masivas, que cosecharon el visto bueno de la iglesia.

Este aumento del activismo fue liderado por los que mucho llamaron el nuevo sindicalismo, hijo de la expansión del empleo en industrias nuevas y de tecnología más moderna, que eran propiedad de compañías trasnacionales o del Estado, como las del automóvil, petroquímica, y de modo más general, el sector metalúrgico. Esos establecimientos eran generalmente grandes y contrataban en condiciones precarias a gente joven.

En ese contexto de efervescencia se formó la Central Única de Trabajadores (CUT), donde los trabajadores jóvenes de las industrias metálicas ocupaban un lugar destacado. Su postura era la oposición al régimen autoritario y a un sistema de relaciones laborales y control sindical que ya no era considerado representativo.

Desilusionados de las agrupaciones políticas existentes y de sus representantes en el parlamento, los principales líderes de la nueva corriente sindical decidieron construir su propio instrumento político. Surge así uno de los más grandes partidos de trabajadores del llamado Tercer Mundo: el PT.

Como uno de los fundadores más transcendentes de la fuerza, Luiz Inácio Lula Da Silva se convierte en una de las figuras más destacadas de Brasil y su nombre llega a trascender las fronteras. No era una figura aislada del sindicalismo, sino el máximo exponente de toda una nueva generación de dirigentes obreros que comenzaba a recorrer un exitoso camino desde los talleres a las urnas.

Así, con el abandono de los habituales métodos burocráticos y verticalitas, con la búsqueda de un contacto directo con el trabajador en la puerta de las fábricas, y con las reivindicaciones adecuadas para ese momento de crisis económica, el PT logra vanguardizar las grandes movilizaciones obreras.

El PT convocó a estudiantes, intelectuales, organizaciones de izquierda y militantes comunitarios a participar de las huelgas y marchas de los trabajadores. Se expandió gracias una masiva afiliación que rompió todos los pronósticos y suplió así su debilidad como fuerza parlamentaria.

Durante los sesenta y setenta muchos intelectuales de origen marxista debieron exiliarse. Se agruparon principalmente en centros de investigación en Chile (hasta 1973), en Europa Occidental y en México. Los intelectuales brasileños que cofundaron al PT y ayudaron a desarrollar la CUT volvieron a Brasil al final de la dictadura con "cabezas gramscianas". Pensaban "con Marx", pero no se preocupaban mucho por reconocer sus identidades en el marxismo.

En esas décadas, un sector de sacerdotes católicos se sumó a la organización del nuevo partido. No sólo aportaron su Teología de la Liberación, sino también el conocimiento de las formas de relación entre religiosidad popular y rebelión contra la opresión capitalista.

Así, la combinación de estos elementos centrales, a saber, los jóvenes dirigentes sindicales del ABC, los intelectuales "gramscianos" y los sacerdotes de izquierda, dio lugar a ese fenómeno original de la alquimia política: el nacimiento del Partido dos Trabalhadores. Y, simultáneamente, comenzó a vincularse con las organizaciones campesinas, de las cuales nacerá el autónomo Movimiento de los Sin Tierra (MST).

Si bien su epicentro era la región del ABC paulista y en su núcleo imperaba la hegemonía de los sindicalistas de rama dura, su cultura socialista, moderna y pluralista facilitaron la difusión de las nuevas ideas en los trabajadores industriales del sector público, en los empleados de cuello blanco, en movimientos de género, en las universidades y centros de investigación y hasta contaminaron sectores de la clase media. A mediados de los ochenta comenzó la implantación progresiva del PT en legislaturas y municipios; en los noventa fue mayoría en ciudades estratégicas (San Pablo, Porto Alegre, y otras) y en el despertar del siglo veintiuno logró la presidencia de la República Federativa del Brasil.

Antes de llegar por primera vez al poder, en 2002, y pasar de la oposición al gobierno, el PT transitó por el camino de la experiencia. Debió soportar la derrota en tres oportunidades, aprender a gobernar, descifrar el juego democrático y comprender que el electorado, en determinados momentos, tiende a priorizar lo económico por sobre lo simbólico. Por estos días el PT continúa ese camino iniciado en 1980.

Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina
http://www.prensamercosur.com.ar
https://www.alainet.org/es/active/15574
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