El ataque contra los graduados en Cuba
01/05/2007
- Opinión
El ataque de los médicos internos y en servicio social de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras contra los médicos hondureños graduados en Cuba no terminará con el fin de la huelga, pues su origen no es la falsa denuncia de que los graduados en la Escuela Latinoamericana de Medicina de Cuba tienen débil formación académica. Ese es sólo un pretexto que han buscado los que por intereses políticos o ideológicos quieren minimizar el reconocido prestigio internacional que tiene la formación de profesionales de la salud en un país como Cuba en donde con médicos cómo los que aquí en Honduras se critica se ha construido uno de los sistemas de salud más eficientes del mundo.
Los ataques manipulados y mentirosos contra los graduados en Cuba pretenden también demeritar el valor de la concreta solidaridad que el gobierno cubano generosamente brinda a los pueblos latinoamericanos a través de la formación de médicos y otros profesionales con la intención de que estos regresen a servir a los más pobres de sus países, incluido Honduras.
En la misma perspectiva malsana, subliminalmente, se pretende subvalorar la calidad de las más de doce millones de consultas médicas, trescientas mil intervenciones quirúrgicas que los solidarios doctores y doctoras que forman parte de las serviciales brigadas médicas cubanas han realizado en Honduras. No olvidemos que faltan todavía más de mil jóvenes hondureños que se graduarán de médicos en Cuba y que vendrán paulatinamente en los próximos seis años a servir al pueblo hondureño, sobretodo a los más pobres.
El problema, el conflicto no es de ciencia, es de conciencia. No es de ciencia porque los hondureños graduados en Cuba traen los conocimientos científicos suficientes para desarrollarse en ese campo. Si no fuera así a sus colegas graduados de la ELAM y de otras facultades de medicina en Cuba no los dejaran trabajar en países como Inglaterra, España, Francia, Italia, Estados Unidos entre otros. El joven Cedric Edgard, primer egresado de nacionalidad estadounidense de la ELAM, le fue incorporado su título sin ningún problema en su país y ahora continúa estudios de postgrado en la universidad Albert Einstein de New York, aquí con seguridad estaría sufriendo los ataques de quienes ya sabemos.
Ningún médico y ningún profesional del mundo, ni los de las Universidades más prestigiadas saben todo cuando recién se gradúan. Los muchachos graduados en Cuba no se jactan de perfectos sólo defienden que han cursado el plan de formación para ejercer la carrera de medicina y que en aquel país han realizado su internado rotatorio, por lo que acá sólo les corresponde realizar su servicio social.
El gobierno cubano y sobretodo los que dirigen la formación de médicos en Cuba para el mundo no arriesgarán nunca su prestigio y sobretodo el valor que la Revolución cubana ha puesto a los servicios de salud, campo en el cual buscan permanentemente descubrimientos científicos que los ponen en competencia con las naciones más desarrolladas del planeta, a pesar del inhumano bloqueo que el gobierno de los Estados Unidos ha impuesto al pueblo cubano.
Sólo en mentecatos de inhumana conciencia y enfermos políticos puede caber la idea que un país de principios solidarios tan fuertes y nobles como Cuba forme para los países pobres como el nuestro a médicos que no garanticen la salud de quienes necesiten sus servicios.
El problema entonces es de conciencia. Los que orquestan los ataques contra los hondureños graduados en Cuba no les va ni les viene la calidad de la formación académica; si así fuera, desde hace tiempo se preocuparían por disminuir la pérdida de clases, la inasistencia docente, la falta de preparación de algunos docentes, el maltrato contra los estudiantes y el acoso a algunas universitarias en casi todas las carreras de la UNAH incluida la facultad de ciencias médicas.
El problema es de conciencia porque se ven los pacientes como clientes y por tanto a los nuevos médicos graduados en Cuba como competencia de mercado.
El problema es de conciencia porque casi toda la información que en la carrera de medicina se distribuye contra los hondureños graduados en Cuba es falsa y manipulada.
El problema es de conciencia y fundamentalmente político e ideológico porque no sólo a los médicos graduados en Cuba se les pone obstáculos para ejercer sus profesiones, son a todos los que logran una profesión universitaria en ese país hermano, a los profesores de deporte, a los egresados de pedagogía y otras carreras.
Que paradojas, sólo en nuestro país mentes retrógradas impulsadas por sus anquilosados ímpetus ideológicos se oponen a que el pueblo reciba el servicio de médicos formados en una nación que está entre las que han logrado mejores indicadores de salud en el mundo. Ya va siendo tiempo que las organizaciones populares dejen su silencio cómplice y hagan sentir su voz de protesta sobre este asunto, ya es tiempo que el pueblo se haga sentir.
Los ataques manipulados y mentirosos contra los graduados en Cuba pretenden también demeritar el valor de la concreta solidaridad que el gobierno cubano generosamente brinda a los pueblos latinoamericanos a través de la formación de médicos y otros profesionales con la intención de que estos regresen a servir a los más pobres de sus países, incluido Honduras.
En la misma perspectiva malsana, subliminalmente, se pretende subvalorar la calidad de las más de doce millones de consultas médicas, trescientas mil intervenciones quirúrgicas que los solidarios doctores y doctoras que forman parte de las serviciales brigadas médicas cubanas han realizado en Honduras. No olvidemos que faltan todavía más de mil jóvenes hondureños que se graduarán de médicos en Cuba y que vendrán paulatinamente en los próximos seis años a servir al pueblo hondureño, sobretodo a los más pobres.
El problema, el conflicto no es de ciencia, es de conciencia. No es de ciencia porque los hondureños graduados en Cuba traen los conocimientos científicos suficientes para desarrollarse en ese campo. Si no fuera así a sus colegas graduados de la ELAM y de otras facultades de medicina en Cuba no los dejaran trabajar en países como Inglaterra, España, Francia, Italia, Estados Unidos entre otros. El joven Cedric Edgard, primer egresado de nacionalidad estadounidense de la ELAM, le fue incorporado su título sin ningún problema en su país y ahora continúa estudios de postgrado en la universidad Albert Einstein de New York, aquí con seguridad estaría sufriendo los ataques de quienes ya sabemos.
Ningún médico y ningún profesional del mundo, ni los de las Universidades más prestigiadas saben todo cuando recién se gradúan. Los muchachos graduados en Cuba no se jactan de perfectos sólo defienden que han cursado el plan de formación para ejercer la carrera de medicina y que en aquel país han realizado su internado rotatorio, por lo que acá sólo les corresponde realizar su servicio social.
El gobierno cubano y sobretodo los que dirigen la formación de médicos en Cuba para el mundo no arriesgarán nunca su prestigio y sobretodo el valor que la Revolución cubana ha puesto a los servicios de salud, campo en el cual buscan permanentemente descubrimientos científicos que los ponen en competencia con las naciones más desarrolladas del planeta, a pesar del inhumano bloqueo que el gobierno de los Estados Unidos ha impuesto al pueblo cubano.
Sólo en mentecatos de inhumana conciencia y enfermos políticos puede caber la idea que un país de principios solidarios tan fuertes y nobles como Cuba forme para los países pobres como el nuestro a médicos que no garanticen la salud de quienes necesiten sus servicios.
El problema entonces es de conciencia. Los que orquestan los ataques contra los hondureños graduados en Cuba no les va ni les viene la calidad de la formación académica; si así fuera, desde hace tiempo se preocuparían por disminuir la pérdida de clases, la inasistencia docente, la falta de preparación de algunos docentes, el maltrato contra los estudiantes y el acoso a algunas universitarias en casi todas las carreras de la UNAH incluida la facultad de ciencias médicas.
El problema es de conciencia porque se ven los pacientes como clientes y por tanto a los nuevos médicos graduados en Cuba como competencia de mercado.
El problema es de conciencia porque casi toda la información que en la carrera de medicina se distribuye contra los hondureños graduados en Cuba es falsa y manipulada.
El problema es de conciencia y fundamentalmente político e ideológico porque no sólo a los médicos graduados en Cuba se les pone obstáculos para ejercer sus profesiones, son a todos los que logran una profesión universitaria en ese país hermano, a los profesores de deporte, a los egresados de pedagogía y otras carreras.
Que paradojas, sólo en nuestro país mentes retrógradas impulsadas por sus anquilosados ímpetus ideológicos se oponen a que el pueblo reciba el servicio de médicos formados en una nación que está entre las que han logrado mejores indicadores de salud en el mundo. Ya va siendo tiempo que las organizaciones populares dejen su silencio cómplice y hagan sentir su voz de protesta sobre este asunto, ya es tiempo que el pueblo se haga sentir.
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