La inestabilidad institucional y el aumento de la confrontación caracterizan la situación actual
24/09/2008
- Opinión
Fragilidad extrema
El descubrimiento de la inteligencia ilegal y clandestina a que estaban sometidos el Presidente de la República y su esposa, así como el Vicepresidente, constituye quizá la evidencia más clara e incontestable de que la institucionalidad de Guatemala afronta una etapa de fragilidad extrema (por si alguna duda quedaba).
Tal situación es provocada en gran medida por la corrupción, la penetración criminal y el cúmulo de deficiencias que afecta a las instituciones e impide su adecuado funcionamiento. También alientan esa situación la falta de voluntad política y la impunidad. Una impide superar los problemas mencionados, y la impunidad impide el debido esclarecimiento y sanción de esos comportamientos delictivos que dañan al Estado y a la sociedad.
De esa cuenta, Guatemala se mueve sobre una plataforma sociopolítica y jurídica en donde los códigos morales y éticos están ausentes; y donde, en lugar de consolidar la paz, hemos engendrado nuevas “guerras” con la promoción de la violencia y el armamentismo. Es una armazón perversa y plena de depravaciones, a la cual están sujetos los ejes de la gobernabilidad, la estabilidad política y económica y la democracia.
Con esas condiciones imperantes, no debe extrañarnos que las instituciones sean vulnerables a los poderes ocultos, ni que sea posible crear estructuras paralelas a las entidades estatales. Para muestra, la inteligencia paraestatal, espionaje incluido, a que estaba sometida la institución de la Presidencia de la República.
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El descubrimiento de la inteligencia ilegal y clandestina a que estaban sometidos el Presidente de la República y su esposa, así como el Vicepresidente, constituye quizá la evidencia más clara e incontestable de que la institucionalidad de Guatemala afronta una etapa de fragilidad extrema (por si alguna duda quedaba).
Tal situación es provocada en gran medida por la corrupción, la penetración criminal y el cúmulo de deficiencias que afecta a las instituciones e impide su adecuado funcionamiento. También alientan esa situación la falta de voluntad política y la impunidad. Una impide superar los problemas mencionados, y la impunidad impide el debido esclarecimiento y sanción de esos comportamientos delictivos que dañan al Estado y a la sociedad.
De esa cuenta, Guatemala se mueve sobre una plataforma sociopolítica y jurídica en donde los códigos morales y éticos están ausentes; y donde, en lugar de consolidar la paz, hemos engendrado nuevas “guerras” con la promoción de la violencia y el armamentismo. Es una armazón perversa y plena de depravaciones, a la cual están sujetos los ejes de la gobernabilidad, la estabilidad política y económica y la democracia.
Con esas condiciones imperantes, no debe extrañarnos que las instituciones sean vulnerables a los poderes ocultos, ni que sea posible crear estructuras paralelas a las entidades estatales. Para muestra, la inteligencia paraestatal, espionaje incluido, a que estaba sometida la institución de la Presidencia de la República.
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