Un largo ‘good bye’ a Estados Unidos

17/03/2013
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Mientras el Sur llama a aprovechar su desarrollo, Estados Unidos sigue abrazando con fuerza a El Salvador
 
SAN SALVADOR- Robert Valent, representante del Programa de Naciones Unidas para El Desarrollo (PNUD) en el país, tiene claros los mapas que la primera década del siglo 21 le ha dejado al mundo.
 
Su guía es el Informe Mundial de Desarrollo Humano de 2013 recién dado a conocer en todo el mundo la semana pasada por el PNUD. Y las conclusiones que Valent deriva de ese documento sonarán como un dolor de cabeza de cualquier cartógrafo: “El norte ahora queda un poquito al sur”, ha dicho minutos antes de presentar el informe en el país.
 
“Vemos que el mundo da vuelta, y en este vuelta el sur parece ser el norte, entonces es ahí que queda el norte”, explica Valent.
 
Hay datos que confirman lo que para la geografía sería imposible: el Informe Mundial de Desarrollo Humano que ha presentado el PNUD afirma una realidad ineludible, que los países del hemisferio sur están tomando la batuta del desarrollo económico y social, algo que hasta finales del siglo 20 seguía atribuyéndose a los países industrializados en el norte.
 
El Informe, en pocas palabras, es una fotografía  en las que, por un lado, aparecen los modelos económicos y sociales implementados en los países en vías de desarrollo, pasando de la juventud a la madurez en la última década; y por el otro, aquellos modelos vigentes en los denominados países desarrollados, que han resultado obsoletos ante las hecatombes provocadas en su interior.
 
En resumidas cuentas, el PNUD –como diría una canción– confirma que el sur “es el desarrollo en carne viva”.
 
Según el informe, los países en desarrollo –ubicados en su mayoría bajo la línea que traza la frontera entre el norte y el sur– han aumentado su participación en la producción económica mundial, del 33% en 1980 al 45% en 2010.
 
Igual ha sucedido con los mismos países al hablar del comercio mundial, en donde las transacciones sur-sur avanzan frente al comercio norte-norte: la participación de estos países en las relaciones comerciales del mundo aumentaron del 25% en 1980 al 47% en 2010.
 
Al frente de esos cambios en la estructura de la economía mundial, se encuentran los países agrupados dentro del grupo que se ha denominado BRIC: Brasil, Rusia, India y China.
 
De acuerdo al informe del PNUD, llegado el año 2020 “la producción combinada de las tres economías líderes del Sur  (China, India y Brasil) superará la producción total de Estados Unidos, Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia y Canadá”.
 
No ha sido casual el título con el que se ha bautizado esta vigésima segunda edición del informe que año con año publica el PNUD: “El ascenso del Sur”.
 
Y tampoco fue casual cuando en 2012, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, entidad suscrita –al igual que el PNUD–, a la Organización de Naciones Unidas), Alicia Bárcena, sugirió a los países latinoamericanos aprovechar los potenciales económicos de la nueva dirección hacia la cual apuntan las brújulas del desarrollo, el sur.
 
Bárcena lo dijo en suelo salvadoreño. Fue durante la celebración del trigésimo cuarto período de sesiones de la CEPAL, desarrollado en la capital de El Salvador, San Salvador.
 
El tema central de aquel encuentro –cuya inauguración contó con la presencia del presidente Mauricio Funes–, fue la necesidad de generar un cambio estructural en el modelo de desarrollo que el mundo ha implementado hasta finales de la década de 1990, dando paso a políticas económicas que se centren en el ser humano, y no en el mercado.
 
Es el modelo que, según el PNUD, ha servido a los países del grupo de los BRIC’s, y a otros 40 países del sur, para sacar a millones de personas de la pobreza, atando las políticas sociales al crecimiento económico, mismo que Bárcena sugirió a los países de Latino América –en aquella reunión de San Salvador– aprovechar.
 
Irónicamente, la secretaria general de la CEPAL dijo aquello en un país que hoy por hoy no es el mejor referente en los acercamientos con el próspero hemisferio sur.
 
Roberto Cañas, analista político y económico, lo cree así. “El gobierno actual ha subrayado el carácter de dependencia de toda idea de desarrollo viendo hacia el norte. Nosotros estamos de espaldas hacia el sur”, sostiene.
 
El norte –de acuerdo a Cañas– ha pasado sus manos por la cintura económica de El Salvador y lo ha atado a un fuerte abrazo. Quien aprieta tiene nombre: Estados Unidos.
 
Y los números parecen darle la razón al economista: la década recién pasada –en la cual el sur ganó nombre en el mundo– consolidó el papel relevante de Estados Unidos como principal socio comercial.
 
Según datos del Banco Central de Reserva (BCR), en el año 2001 las exportaciones de El Salvador hacia Estados Unidos fueron sumaron $1.873.3 millones. Para 2010, las exportaciones hacia ese país habían aumentado hasta alcanzar un valor de $2.240.2 millones. Respecto a las cifras de 2000, El Salvador aumentó en 2010 sus exportaciones hacia el mercado estadounidense en un 15%.
 
Al comparar las exportaciones salvadoreñas dirigidas hacia Brasil, el país que hoy por hoy lidera el crecimiento económico de la región latinoamericana –incrustado en el sur–, las diferencias son abismales.
 
En el año 2001, las exportaciones salvadoreñas dirigidas al mercado brasileño fueron por $6.4 millones; en 2010 –cuando el nombre de Brasil ya sonaba en los centros económicos mundiales–, las ventas de El Salvador hacia el país sureño fueron por $3.8 millones, un retroceso del -40% si se compara a lo obtenido a inicios de la década.
 
“Es una de las fallas de origen”, señala Cañas.
 
“Somos totalmente dependientes. Nuestro comercio, nuestra balanza comercial, tanto lo que exportamos e importamos, está atado el norte”, añade.
 
De hecho, de acuerdo al economista, esa realidad está más vigente ahora si se considera la estrategia económica que impulsa el gobierno del presidente Mauricio Funes.
 
“Los motores del desarrollo que Funes plantea son solo dos, y además nunca terminan de encender: uno es Asocio para el Crecimiento y el otro es el tema del segundo Fomilenio”, señala Cañas.
 
Ambas iniciativas nacieron en los escritorios del gobierno de Estados Unidos. En síntesis, ambas buscan una cooperación entre el país del norte y El Salvador para estimular el crecimiento económico en este último, atado a bajas tasas desde hace más de una década.
 
Y en el centro de la estrategia que pintan ambas iniciativas, se encuentra la atracción de inversión privada. De hecho, bajo el Asocio para el Crecimiento, Estados Unidos realiza gestiones con empresarios de ese país para conseguir que inviertan en El Salvador.
 
La inversión privada estadounidense no es una realidad desconocida para el país. Los datos del BCR indican que a principios de la década del 2000, Estados Unidos era el responsable del 36% de la inversión extranjera directa (IED) que ingresaba al país. El resto, se dividía en más de 15 países, todos en una proporción que no superaba un dígito.
 
A finales de la década del 2000, la realidad no ha variado mucho.
 
La dependencia económica de El Salvador con la economía estadounidense ha sido reconocida principal impulsor de la estrategia económica del gobierno salvadoreño, el secretario técnico de la Presidencia, Alexander Segovia.
 
“Esta economía es pequeña y abierta en términos técnicos”, dijo el funcionario a finales de 2012, en una conferencia en donde brindó detalles de las perspectivas económicas del país al cierre de ese año
 
“Significa que su evolución hoy y siempre, y antes, depende no solamente de factores internos sino también de factores externos, con el agravante que la economía salvadoreña es demasiado dependiente de la economía de Estados Unidos”, admitió Segovia.
 
Y fue más allá en su explicación: “El ciclo y la interrelación que hay entre los Estados Unidos El Salvador es tan  estrecho que el impacto se siente en un trimestre (…) en otras economías no ocurre esto”.
 
Cañas asegura que el país está unido a la economía estadounidense por un mismo órgano: la dolarización.
 
“Afecta (la dolarización) porque no nos permite una palanca del desarrollo económico fundamental, la política monetaria. Un país sin política monetaria es como si te hubieran cortado un brazo, eso en términos de política económica es grave”, sostiene el analista.
 
De hecho, de acuerdo a la CEPAL, el manejo adecuado de las políticas monetarias (que permite, entre otras cosas, abaratar las exportaciones), sirvió a las economías del Sur para superar la embestida de la crisis económica desatada tras el colapso financiero en 2008.
 
Pese a la dependencia de El Salvador con Estados Unidos, el canciller salvadoreño, Hugo Martínez, aseguró –durante la presentación del Informe de Desarrollo Humano del PNUD en donde fue invitado a comentar sobre el impacto de aquel ascendente sur– que el gobierno hace lo propio para aproximarse al sur.
 
Según dijo, las relaciones diplomáticas del país están haciendo énfasis a la “cooperación sur-sur”.
 
De acuerdo a datos del Ministerio de Relaciones Exteriores, entre 2010 y 2012, El Salvador recibió un total de $15.4 millones de países del sur en concepto de cooperación bilateral, sin contar la cooperación técnica, siendo Brasil uno de los mayores benefactores.
 
Estados Unidos, sin embargo, solo en 2011 destinó a El Salvador $68.9 millones bajo el mismo concepto.
 
Bajo el Asocio para el Crecimiento suscrito entre ambos países –con poco más de un año de vigencia–, la cooperación estadounidense va en aumento.
 
“El norte ahora queda un poquito al sur”, había dicho Robert Valent en la presentación del informe del PNUD en el país. Cañas asegura que el gobierno debe de caer en cuenta de la certeza en las coordenadas del representante del PNUD.
 
Según dice, hay un hecho que no puede evitarse: los países del sur se están viendo a sí mismos, por sus abundantes recursos en hidrocarburos, hídricos y naturales; como una potencia geopolítica que en su conjunto cada vez tiene más peso en el mundo.
 
“En la medida que nosotros estemos dando las espalda al sur y creamos que todo se solventa con el Asocio para el Crecimiento y Fomilenio estamos fuera de la realidad”, afirma Cañas.
 
De hecho, a poco más de un año para que finalice el actual gobierno, Cañas ve un momento clave para dar la vuelta y poner la frente en dirección al sur.
 
“Estamos en un buen momento porque hay una campaña adelantada. El primer paso sería que los candidatos planteen propuesta de desarrollo social y empezar a mirar al sur sin ese ‘freno de mano’, de pensar que mirar hacia el sur es dañino o mirar hacia el sur bajo un concepto equivocado”, sostiene el economista.
 
Es un tema sensible para algunos sectores en el país. Para algunos, la dependencia de Estados Unidos aún es vista como un factor que condiciona las relaciones del país con el sur.
 
En algunos casos, acercarse al sur es sinónimo de hacer colapsar el sistema económico del país puesto que caminar hacia esa región implicaría aplicar recetas que recuerdan al capitalismo de Estado de la Guerra Fría.
 
Por lo pronto, El Salvador no pasa desapercibido al instinto de cartógrafo que  el Informe Mundial de Desarrollo Humano ha despertado en Robert Valent.
 
En la presentación de la semana pasada, tras asegurar que el mundo ha dado vuelta, el representante del PNUD ha dicho que el país no escapa ante esa realidad.
 
– ¿Qué hay de El Salvador? ¿También está dando vuelta?– se le preguntó.
 
– El salvador también está dando vuelta, aunque con altos y bajos– respondió.
 
Sábado, 16 Marzo 2013
 
 
 
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