Desde hace cinco siglos tratamos de delimitar nuestro territorio

Continúa la lucha por nuestras fronteras

18/08/2013
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“Las fronteras no son el este o el oeste, el norte o el sur, sino allí donde el hombre se enfrenta a un hecho”
Henry David Thoreau
 
Según los textos de geografía: “Venezuela está ubicada al norte de la América del Sur”. Tan privilegiada situación coloca a nuestra Patria en el centro del continente, con costas al Mar de las Antillas, sistemas montañosos a occidente y cuenca amazónica en el sur.
 
Un rico sistema ecogeográfico, de diversa altitud, aguas, pluviosidad, suelos y subsuelos, delimitado por más de 5.000 kilómetros de fronteras terrestes y más de 4.000 kilómetros de costas marinas, que nos separan y nos acercan a 14 naciones amigas.
 
Compartimos límites territoriales terrestres con Colombia, Brasil y Guyana, y tenemos fronteras marítimas con Estados Unidos: en Puerto Rico e Islas Vírgenes, los Países Bajos: en Aruba, Curazao, Bonaire, Saba y San Eustaquio, el Reino Unido: en Montserrat, Francia: en Martinica y Guadalupe, República Dominicana, Trinidad y Tobago, San Cristóbal y Nieves, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía y Granada.
 
Límite y frontera no son sinónimos
 
Los territorios nacionales, de todos los países del mundo, están delimitados y separados por fronteras. En determinado momento, de sus respectivas historias, fueron muy imprecisas y se consideraban como el límite hasta donde llegaban los pueblos en sus asentamientos y recorridos.
 
Esta indefinición nos obliga a recordar la diferencia entre Límite y Frontera. En términos aceptados por la Real Academia de la Lengua Española, la historia y las leyes nos explican que el límite es una línea que fija territorios, superficies y extensiones; y se utiliza para dividir y separar Estados.
 
La frontera no es esa línea trazada por gobiernos y técnicos, ni divide Estados. La frontera separa pueblos y no está hecha por ninguna Ley. Es un componente espacial, geográfico y bidimensional, fijado por el nivel de penetración de una cultura nacional sobre otra.
 
Desde 1535 hasta 1810
 
La historia de las fronteras venezolanas comienza el mismo día cuando a nuestra Patria la bautizaron como Venezuela. Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, en 1535 -en su “Historia General y Natural de las Indias”- señala que a los primeros descubridores de Venezuela se les asignó “el terreno desde Maracapana hasta el Cabo de la Vela”.
 
Y esta delimitación, ya erigida Venezuela en Provincia, fueron los límites impuestos a los Welsers ó Belzares, aquellos banqueros alemanes a quienes Carlos V les arrendó nuestra tierra, desde 1528 hasta 1556, apareciendo tales fronteras en sus “Capitulaciones Reales”. A cambio de promesas incumplidas, los Welsers disfrutaron el uso y abuso de nuestros espacios.
 
El intento de definir nuestras fronteras se remonta a cuando ambos éramos colonias de España. Al ser separada la Capitanía General de Venezuela del Virreinato de la Nueva Granada, según Real Cédula del 8 de septiembre de 1777, la definición de sus linderos se hizo de forma imprecisa, tan sólo asignando a una u otra las diferentes provincias que las componían.
 
Históricamente, los problemas limítrofes suelen incluir motivaciones económicas; riquezas naturales que alientan aventureros o espacios con agricultura, cría o pesca, que propician inmigraciones. Ríohacha era de Maracaibo, por lógica del pueblo goajiro, hasta finales del Siglo XVIII cuando es sus costas descubrieron abundancia de perlas. De inmediato la disputa entre Venezuela y la Nueva Granada.
 
Para dirimirla, la Real Cédula del 13 de agosto de 1790 ordena: “Segregar de la provincia de Ríohacha el establecimiento de Sinamaica y agregarlo a la provincia de Maracaibo en la Capitanía General de Venezuela”. Fué el primer conflicto fronterizo entre Colombia y Venezuela motivado por las riquezas de la Guajira.
 
En su obra de 30 tomos: “Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente”, Alexander Von Humbolt fija los límites orientales de la Nueva Granada en el río Calancala y los límites occidentales de Maracaibo en Punta Espada.
 
Al “país intermedio” lo denomina “provincia Goajira’, y afirma que no pertenecía a ninguno de los dos gobiernos limítrofes. El concepto nación y pueblo priva, según el sabio alemán, sobre límites impuesto por reinados y gobiernos.
 
Desde Páez hasta Lusinchi
 
Desde 1832, consagrada la disolución de la Gran Colombia, los gobiernos de cada país se impusieron la tarea de fijar las fronteras.
 
Conocidos son los intentos del General José Antonio Páez cuando envía a Santos Michelena con esa misión. Pero su documento, redactado con Lino de Combo y aprobado por el General Francisco de Paula Santander, es rechazado por Páez al considerarlo lesivo a los intereses de la nación.
 
Igual sucede con el acuerdo entre el General colombiano Joaquín Acosta y el Ministro Plenipotenciario Fermín Toro, en 1846, rechazado por el Presidente General Carlos Soublette, por considerar indigno de nuestra soberanía que: “tal diferendo deba ser sometido a algún arbitraje extranjero”.
 
En 1881, el General Antonio Guzmán Blanco aprueba la propuesta colombiana de consultar a la Corona de España. Les responden diez años más tarde, en 1891, con el Laudo Arbitral de la Reina María Cristina. Pero tal demarcación contenía graves errores, tanto en ubicación de puntos, indefinición de términos y definición de territorios que no pertenecían a ninguno de los dos países.
 
Nos imponen entonces el Laudo Suizo que, en 1922 y sin la presencia de ningún venezolano, basados en el Laudo de la Corona Española y en una Comisión Fronteriza Bilateral dirigida por “expertos suizos”, fija límites tan perjudiciales para nuestra Patria que el General Juan Vicente Gómez evadió su aceptación y el General Eleazar López Contreras lo firmó, en 1941, cuando apenas le quedaban cuatro semanas de gobierno.
 
Ese trágico día perdimos 108.000 kilómetros cuadrados. La riqueza de nuestros hidrocarburos repetía los hechos de Ríohacha. El petróleo y el gas, como antes las perlas, fijaban límites diferentes a la verdadera frontera.
 
Los hechos posteriores son más conocidos: Archipiélago Los Monjes en 1952, reconocido por Colombia 40 años después; Castilletes en 1960, donde el gobierno colombiano otorgó una concesión para la explotación petrolera en aguas territoriales nuestras, rechazada por el gobierno venezolano; el Golfo de Venezuela, en 1980, donde la “Hipótesis de Caraballeda” generó fuertes protestas, y la Corbeta Caldas, en 1987, al ingresar en nuestras aguas territoriales, provocando una fuerte movilización de nuestras fuerzas armadas.
 
Nos quitaron más de 260.000 km2
 
Con Brasil la definición de las fronteras data de 1826. La Gran Colombia intentó negociarlas, porque los portugueses rebasaron la línea estipulada en el Tratado de 1777 para quitarnos las tierras del Río Negro.
 
Brasil, ya independizado, no reconocía el “Uti Possidetis Juris”, figura legal que otorga la propiedad según las Leyes. Sólo aprobaba el “Uti Possidetis Facti”, legitimando el avance territorial por la fuerza de los hechos.
 
Entre 1844 y 1852, tres tratados, sobre relaciones con Brasil, fueron sometidos a consideración del Congreso venezolano: uno de amistad, otro de navegación fluvial y un tercer acuerdo sobre extradición de reos prófugos. El gobierno brasileño declaró que no estaba dispuesto a ratificarlos si no era aprobado uno sobre límites, según su delimitación.
 
El 5 de mayo de 1859 se firmó el “Tratado de Límites y Navegación Fluvial”, donde se establecieron las fronteras actuales entre Venezuela y Brasil, según las cuencas de los grandes ríos. Por Venezuela: Esequibo, Cuyuní y Caroní; y por Brasil: el Branco y sus afluentes.
 
Nuestra frontera con Guyana no se corresponde ni con los hechos históricos, ni con la ocupación de los pueblos, ni con el derecho internacional. Los límites territoriales, desde la Colonia, fijan al Río Esequibo como costa y cuenca venezolana. Hasta 1850, Gran Bretaña lo reconocía pero, en 1887, indujo la penetración de colonos buscando nuestros yacimientos auríferos.
 
En 1899 en París, un Laudo Arbitral, donde Venezuela estuvo representada por dos estadounidenses, despojó a Venezuela de 159.542 kilómetros cuadrados de territorio. En 1962, el gobierno venezolano introdujo una reclamación ante la Organización de las Naciones Unidas. En 1966, firmaron el Acuerdo de Ginebra que estableció a Guyana como beneficiaria de esa ursurpación británica.
 
En 1970, el Protocolo de Puerto España congeló las negociaciones por doce años. En 1984, el caso pasó a manos del Secretario General de las Naciones Unidas.
 
En el Siglo XX, en dos documentos, nos despojaron de más 260.000 kilómetros cuadrados. La ONU reconoce 247 naciones. 169 de ellas, más de las dos terceras partes, poseen menos de esa superficie.
 
Fronteras marítimas
 
Venezuela siempre ha tratado de delimitar sus fronteras marítimas de mutuo acuerdo con los países vecinos, sin necesidad de acudir a instancias jurídicas internacionales.
 
Sin embargo, hay tres sitios donde aún no se han precisado tales límites: el Golfo de Venezuela, por desacuerdos con Colombia sobre el método a utilizar para delimitar aguas; la Isla de Aves, donde algunos estados anglosajones aún cuestionan nuestra soberanía; y Guyana, donde las aguas marinas y sub-marinas no pueden delimitarse sin antes resolver el diferendo sobre la Guayana Esequiba, y su correspondiente mar patrimonial.
 
Nicolás Maduro: “poner orden”
 
Nuestras fronteras delimitan territorios que pueden ser comunes para nuestros respectivos pueblos. Conscientes de tal hecho, los Presidentes Nicolás Maduro y Juan Manuel Santos, el 22 de julio en Puerto Ayacucho, establecieron una Agenda Bilateral que normalice nuestras relaciones.
 
Uno de sus primeros pasos fue la instalación de la Aduana Principal de El Amparo, en Guasdualito, para “impulsar el comercio bilateral y combatir el millonario contrabando en la frontera.”
 
Reunido con la Canciller colombiana, María Angela Holguín, nuestro Ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores, Elías Jaua, enfatizó: “Hay capos del contrabando de gasolina, de alimentos, de cemento.” “Vamos a ir, ambos gobiernos, al centro neurálgico del contrabando”. “Los sectores de la ultraderecha colombiana y venezolana ven con muy malos ojos estas iniciativas de trabajo conjunto”. “Siempre que exista respeto mutuo de las decisiones internas, vamos a seguir trabajando juntos para el bienestar de nuestros pueblos; más allá de las intenciones de quienes quieren ver a Colombia y Venezuela en una guerra."
 
En paralelo, se reunieron los Ministros de Economía: Mauricio Cárdenas de Colombia, y Nelson Merentes de Venezuela, para complementar el combate a los tráficos ilegales fronterizos.
 
El Ministro Cárdenas declaró que: “Hay muchos productos colombianos que podrían llegar a los supermercados de Venezuela.” “Para ese intercambio no tenemos que recurrir exclusivamente al dólar; podemos utilizar nuestras propias monedas”; “Podríamos cobrar en Bolívares.”
 
Nuestro Presidente Nicolás Maduro solicitó a la Asamblea Nacional retomar la discusión de la Ley de Fronteras, y anunció la creación de un Estado Mayor Cívico Militar Fronterizo, a la orden del Mayor General Wilmer Barrientos, para resguardar la zona y enfrentar las irregularidades.
 
 
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