Fuera del blanco

30/11/2005
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Diecisiete mil ¿Un número? Sí, un número que se empequeñece cuando el informe dice que es apenas el diez por ciento del clero brasilero, diecisiete mil ordenados. Pero se agranda cuando nos enteramos del contenido de la noticia. Es un cálculo de las denuncias contra sacerdotes abusadores de menores en Brasil. De los cuales unos cuarenta estarían prófugos y algunos habrían sido arrestados. Además, se han descubierto diarios en que algunos de ellos relataban sus hazañas, el modo de concretarlas y consejos para quienes desearan imitarlos. Se suministran nombres propios. Está incluido un obispo Antonio Sarto de Barra do Garcas. Pero ¿será verdad? Porque si no estamos seguros hay que ocultarlo, sería una difamación de la iglesia. Y si estamos seguros también hay que ocultarlo porque no vale la pena descubrir cosas que escandalizan. No participo de este modo de pensar. Creo que el mejor castigo y esperanza de enmienda contra la hipocresía es mostrar la verdad. La noticia proviene del Corriere della Sera y da cuenta de una investigación de la revista brasilera Istoé. El Papa ha enviado una comisión especial a Brasil para investigar. Y sigue apuntando a la homosexualidad. Creo que la mira está desviada. Que no va a dar en el blanco. El hecho de que la mayoría de los abusados sean niños varones no obedece a una tendencia homosexual sino, como se expresa en algunos relatos de diarios íntimos, a que con varoncitos se puede lograr mayor disimulo y sobre todo si se trata de niños pobres y sin figura paterna en su hogar resultan más fáciles de seducir. Aquí el problema pasa por otro lado. El autoritarismo clerical y la represión con que se observa la castidad (o se clandestiniza) en el ambiente clerical. Un autoritarismo que es propio de una institución que se encierra en el mantenimiento de una disciplina férrea e inclina a dominar sintiéndose dominado. Siempre me llamó la atención cómo los argelinos residentes en Francia cuando Argelia era colonia, eran los más crueles para tratar a sus compatriotas inmigrantes y cómo los de habla hispana que han logrado asimilarse a la sociedad norteamericana son los más exigentes con los refugiados hispanoparlantes. Por otra parte, el mantenimiento del prestigio en base al supuesto de que se observa meticulosamente la abstinencia sexual lleva a un sentido de represión que explota, como es natura, por cualquier lado. El problema no va a remediarse persiguiendo a los homosexuales, hacia lo que parecen apuntadas todas las miras, aumentando así su discriminación y cazándolos antes de que lleguen al sacerdocio. Se hace indispensable un examen más profundo y sincero que lleve a modificar estructuras de dominación y represión. De otro modo van a seguir espantándonos los números y sus contenidos. - José Guillermo Mariani es presbítero.
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