Estados Unidos y su menú de opciones militares

Inseguridad urbana y guerra: un negocio de Washington

29/04/2004
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Desde las olas delictivas en las grandes ciudades latinoamericanas, hasta el Plan Colombia y la privatización de la fuerzas militares. Todo para una estrategia hegemónica Mientras Estados Unidos continúa empantanado en Irak, con una posguerra más feroz y sangrienta que la guerra misma, una mirada de la política estadounidense hacia América Latina permite observar tanto antiguas estrategias como nuevos actores que infieren sobre nuestro continente. Queda claro en el documento Santa Fe II -cuerpo doctrinario de Washington para nuestra región desde las últimas décadas del siglo XX- que dentro del plan global elaborado por Estados Unidos, los Conflictos de Baja Intensidad ocuparon siempre un lugar importante. Este tipo de mecanismo de guerra fue adquiriendo mayor importancia a medida que se alejaba el peligro de una confrontación nuclear con la Unión Soviética y se incrementaba la actividad revolucionaria en el Tercer Mundo. El coronel y estratega brasileño Geraldo Cavagnari, entrevistado días atrás por el diario argentino Página 12, sostuvo que Estados Unidos busca arrastrar a los militares latinoamericanos a tareas policiales. Su dichos refirieron al argumento del jefe del comando sur de los Estados Unidos, James Hill, quien incluyó a la ola delictiva que se registra en las favelas cariocas al hablar de la defensa regional. "Ese argumento -dijo Cavagnari- es viejo, ya fue usado en América latina durante la Guerra Fría, cuando las Fuerzas Armadas fueron adiestradas y armadas para combatir contra la "subversión comunista". Actualmente, Estados Unidos emplea ese discurso para el combate contra el narcotráfico y el crimen, pero si en otro momento esa doctrina tuvo eco ahora no he conseguido identificar ningún militar sintonizado con ese discurso". Cavagnari, quien además es investigador de la Universidad de Campinhas, señaló que "Argentina y Brasil forman una muralla contra la pretensión norteamericana de que los militares se vuelquen a la seguridad interna". Sin embargo, en Brasil el debate está planteado, mientras el gobierno de Río de Janeiro pide cuatro mil militares para asegurar la ciudad, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso proyecta una marcha contra el delito en Copacabana, similar a la ocurrida en Argentina a raíz del asesinato de un joven secuestrado. "El gobierno de Río de Janeiro -apuntó Cavagnari- ha conducido el problema con total incompetencia, por eso quiere militarizar. En el Congreso se discute si las Fuerzas Armadas deben actuar cuando la violencia delictiva altera el orden público. Yo creo –añadió el estratega brasileño- que ellas pueden colaborar en logística e inteligencia pero debe ser muy precisa la delimitación para no cometer errores graves". En Argentina, el padre de Axel Blumberg, un joven asesinado luego de ser secuestrado, encabezó una serie de marchas y actos públicos, junto con un petitorio dirigido a las autoridades del Congreso, para exigir cambios en la justicia. Estos reclamos tuvieron una fuerte repercusión en la sociedad e incluso en los medios de comunicación, especialmente los más conservadores. Ello desembocó en que el gobierno de Néstor Kirchner presentará el denominado Plan Estratégico de Justicia y Seguridad, en el que las Fuerzas Armadas darán asistencia técnica al gobierno de la provincia de Buenos Aires, las más grande del país y la más afectada por las prácticas delictivas, para reforzar las políticas de seguridad. Las Fuerzas Armadas estarían en condiciones de aportar helicópteros con equipos de visión nocturna. Además podrían dotar a la Policía de sistemas de seguimiento de patrulleros para casos de largas persecuciones a delincuentes. Pueden estas coyunturas de Brasil y Argentina ser utilizadas por el gobierno estadounidense como parte de la estrategia de Conflictos de Baja Intensidad? La respuesta puede ser positiva si se tiene en cuenta una larga lista de ejemplos, que, tratados individualmente, pasan inadvertidos, pero observados en forma global adquieren significados relevantes. Más aún si se estudian en el marco del escenario internacional. Entre algunos de esos puntos de conflicto encontramos al Plan Colombia, un presupuesto millonario otorgado desde Estados Unidos para "atacar al narcotráfico" pero que para muchos analistas apunta al establecimiento militar de Estados Unidos en la Entrada Norte de América del Sur. Otro ejemplo estratégico es el de la Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay. Luego del 11 de Septiembre del 2001, el gobierno estadounidense impuso su discurso sobre la existencia de presuntos focos terroristas en esa zona tripartita, con el claro propósito de militarizar la zona enclavada estratégicamente sobre uno de los mares de agua dulce subterráneos más importantes del planeta, el Acuífero Guaraní. Esta semana el departamento de Estado de Estados Unidos insistió en su último informe sobre "terrorismo en el mundo" sobre la nunca probada presencia de celulas armadas de organizaciones islámicas La solicitud de inmunidad para las tropas norteamericanas que desembarcan en esta región del continente es otro punto de conflicto estratégico. Estados Unidos necesita la inmunidad para que sus tropas puedan operar realizando maniobras militares conjuntas con Fuerzas Armadas Latinoamericanas. En Argentina, el Congreso aprobó una ley que reglamenta el ingreso y egreso de tropas y deja abierto el camino al otorgamiento de inmunidad a las tropas extranjeras. Fue ese pedido de inmunidad el que llevó a suspender el ejercicio militar Águila III que estaba previsto para fines de 2003. A esos puntos estratégicos se suma un nuevo fenómeno, el de las compañías paramilitares privadas, cuyos efectivos reemplazan en zonas de conflictos a las tropas tradicionales. La polémica en América Latina se desató cuando Chile envió 124 mercenarios a Irak contratados por la empresa Red Táctica, una prestadora local de apoyo paramilitar de la empresa estadounidenses Blackwater. Estos son los primeros de un total de 800 ex comandos chilenos que planea exportar el país trasandino a Irak en los próximos meses. Las cuatro personas asesinadas, descuartizadas y calcinadas semanas atrás en una emboscada en la ciudad iraquí de Fallujah pertenecían a una unidad de la empresa Blackwater, una de las más importantes. Estados Unidos implementó estas Corporaciones Militares Privadas a raíz de una ley que prohíbe el empleo de militares estadounidenses como guardianes de los intereses de empresas privadas. Según proyecciones de Red Táctica, la demanda alcanzará a los 60 mil hombres. Se calcula que en Irak puede haber hasta 20 mil hombres de este ejército invisible que trabaja para el Pentágono. Inclusive algunos medios señalan que ya han muerto al menos 20 personas contratadas por estas empresas privadas. Según un artículo publicado por el diario argentino La Nación "fue la ocupación de Irak lo que dio a esa industria incipiente un crecimiento meteórico. Hoy existen decenas o quizá cientos de compañías privadas de ex militares en todo el mundo. Una veintena de ellas -hay quienes afirman que son 400- opera en Irak y emplean allí a unos 15 mil agentes". Estas Corporaciones Militares Privadas, según el mismo artículo, "son la segunda fuerza militar, después de Estados Unidos, ya que Gran Bretaña sólo tiene emplazados en Irak a unos 9 mil soldados. Aleccionan en materia de seguridad a diplomáticos, contratistas privados, organizaciones sin fines de lucro y periodistas. Los custodios o guardias privados también protegen campos petrolíferos, bancos, complejos residenciales y edificios de oficinas". Entre las corporaciones más importantes se encuentran Blackwater, DynCorp, MPRI, Executive Outcomes y Global Risk. Blackwater es una empresa cuya sede ocupa más de dos mil hectáreas en Carolina del Norte, Estados Unidos. Allí entrena a sus mercenarios, todos antiguos militares profesionales que reciben alrededor de dos mil dólares diarios además de un seguro de vida que ronda los 250 mil dólares. La empresa funciona además como un holding de cinco compañías: Blackwater Training Center, Blackwater Target Systems, Blackwater Security Consulting, Blackwater Canine y Blackwater Air. El problema de estas Corporaciones Militares Privadas es que si bien son entidades civiles son también empresas militares. Sus empleados no están sometidos al código militar y además no existe agencia de gobierno ni ningún organismo internacional que las vigile. Peter Singer, autor del libro "Corporate Warriors" sostiene que "la guerra es una cosa muy importante como para dejarla en manos de las empresas, necesitamos más transparencia y leyes que pongan coto de alguna manera a estas empresas, que hoy por hoy se mueven en un terreno muy ambiguo y cruzan la frontera con bastante frecuencia". AGENCIA PERIODÍSTICA DEL MERCOSUR (APM). Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP)
https://www.alainet.org/es/articulo/109838
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