Derechos torcidos

15/08/2005
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No se trata de derechos negados. El fundamentalismo eclesiástico retuerce, no niega los derechos. Frente al reclamo de respetar los derechos humanos, argumenta que los verdaderos derechos son los divinos. Hablando del derecho inalienable que es la libertad, advierte que lo es mientras se sujete a las disposiciones de la Iglesia. Referido al derecho de obrar de acuerdo a la propia conciencia, ampliamente invocado en distintas ocasiones, lo reduce a la normativa oficial de la jerarquía. Benedicto XVI en diálogo con el presidente italiano, habla de que admite la laicidad del Estado, pero siempre que no se oponga a los preceptos éticos establecidos por la religión. Hace unos días el vocero oficial del Arzobispado ha afirmado, "ex cátedra" que la maternidad no es un derecho de la mujer. Dando las espaldas al gran argumento usado constantemente por la Iglesia, la ley natural, ha pasado por alto que el cuerpo y el espíritu de la mujer están plenamente orientados por la naturaleza hacia la maternidad. Podrá argumentar que no se puede acceder a ese derecho de cualquier modo, pero no negar que se trata de un derecho. La cuestión tenía que ver con la inseminación artificial con que una mujer había logrado quedar embarazada. La Iglesia rechaza absolutamente ese procedimiento. Y hasta allí era lógico que la manifestación oficial estuviera en contra. Pero la declaración se refería también al hecho de que la mujer en cuestión era lesbiana y con su pareja, se harían cargo de la educación de su hija o hijo. Aquí el sentido discriminatorio abarcó no sólo a la Iglesia sino a diferentes medios. ¡Cómo van a educar sin la figura paterna! ¡Qué traumas va a cargar la criatura cuando le pregunten en la Escuela quién es su papá o ella misma haga esta pregunta a sus madres! Muchas preguntas, muchos juicios adversos. Simple y rotundamente "discriminación". Desde una cultura machista, desde la inseguridad de identidad sexual personal, desde una psicología barata que ignora cuántos casos hay de hijos que no conocen al padre, de madres que se las arreglan para educar a sus hijos, de hijos de padres violentos o golpeadores . . . Casi la absoluta mayoría de los homosexuales son hijos de parejas heterosexuales. ¿Una pareja homosexual violentará las tendencias naturales procurando educar a su hijo o hija como homosexual? ¿Es contagiosa la homosexualidad? Los argumentos se desmoronan uno a uno. La OMS se ha pronunciado claramente con respecto a este problema. Los fanáticos niegan valor a ese pronunciamiento tachando a la organización de "izquierda". Pero para este Organismo, de los más confiables en el orden internacional, la homosexualidad en muchos casos, es una tendencia minoritaria pero natural que no implica enfermedad, perversión ni desviación alguna. En cuanto a los traumas que pueden acumularse en el hogar, de cualquier índole que ellos sean, la sociedad, la convivencia y el entorno tienen mucho más que ver que lo que puede haberse contagiado de una educación deficiente o incompleta. Creo que si dejamos de lado esta tendencia desde nuestras propias inseguridades que nos hace necesario discriminar para sentirnos bien, el problema estaría en gran parte solucionado.. - José Guillermo Mariani es presbítero
https://www.alainet.org/es/articulo/112745

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