Dos reuniones casi simultáneas la semana pasada. Washington e Iguazú. Dos lugares símbolo. El de la ambición, el dominio y la rapiña y el de los dominados, indefensos y codiciados. El ALCA vestido con piel de oveja y el MERCOSUR buscando trabajosamente su subsistencia. La ciudad capital del Imperio y del mundo, Washington. Y la ciudad del codiciado acuífero guaraní, Iguazú. El secretario Shanon convocó a los embajadores norteamericanos en los países de latino América. Reunión secreta de información y fijación de tácticas para frenar el efecto "Mar del Plata", en el que todos los empeños de Bush y sus allegados no pudieron vencer la resistencia de los cuatro o cinco países que no se dejaron seducir por las ventajas del ALCA. En Iguazú, los presidentes de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, procuran reforzar el efecto "Mar del Plata". Con un plan de liberación de las tutelas y promesas de los grandes que, con la "libertad" de comercio podrán seguir apropiándose de nuestras riquezas, con la posibilidad de fortalecer el MERCOSUR ampliándolo hacia Venezuela que gracias a sus reservas energéticas y su perspectiva ideológica bolivariana resultarán un aliado sumamente interesante. Las deliberaciones apuntan, quizás por primera vez, a una acción coordinada y eficaz. No es de extrañar que los lobos estén temerosos de los corderos y convoquen reuniones urgentes. El NAFTA (Méjico) y el CAFTA (Chile) son experiencias todavía fuertes, de alianzas bilaterales desde una ideología de dependencia de los grandes. Bolivia está en el equilibrio de los resultados de sus postergadas elecciones presidenciales. Hay una especie de corriente anti Bush en los Estados Unidos, y los países del Sur están inclinándose hacia la izquierda como liberándose de las promesas de ser incluidos entre los primeros si se sometían a la globalización que logró imponerse gracias a la corrupción de varios gobernantes y economistas de la zona. Los peligros de las rivalidades entre países que pueden hacer fracasar otra vez el laudable intento de la reunión de Iguazú, están latentes. Sin embargo los enfoques y ojalá compromisos de acción, manifestados por Kirchner y Lula de que el MERCOSUR tiene que ser una alianza entre iguales, parecen haber neutralizado ese riesgo, que no dejará de ser fomentado por todos los que tienen como táctica "dividir para reinar". Asistimos así a una nueva esperanza. Los que no critican al verdugo de los pueblos que es Bush, se permiten criticar a Chávez, ridiculizándolo por su verborragia populista y su liderazgo antidemocrático. Viejos argumentos de carcamanes trasnochados. Lo cierto es que, entre nubes de tormenta, porque la muerte sigue reinando en los países dominados, se levanta un proyecto y una promesa de vida y liberación que saludamos con alborozo. - José Guillermo Mariani (pbro)