Por una mirada diferente: ¿La protesta un anti-valor?

14/02/2006
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  • Opinión
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Con asombro nos hemos enterado por los medios de prensa que un "motivador" invitado a introducir el tema del liderazgo en uno de los foros organizados en el marco del llamado Forum Guateamala, afirmó que la protesta es un anti valor. Quisiéramos creer que esto no ha sido así, que no ha sucedido que guatemaltecos bien intencionados, en busca de buenas noticias, aun dentro de iniciativas tan coloridas como ésta a la que hago referencia, hayan tenido que escuchar una aseveración como la que se nos ha relatado. Sin duda, la sola posibilidad de que sí haya sucedido merece un comentario. Descalificar así, de un plumazo, la actitud fundamental del sistema democrático raya en irresponsabilidad. La protesta, el grito de inconformidad, la articulación de la negación del sistema que oprime es la materia misma de la acción ciudadana que dignifica. Sin esta actitud, no hay democracia real. Es la inconformidad, la no aceptación del estado de cosas lo que produce al sujeto político crítico, único capaz de impulsar la transformación de la sociedad. Se dirá que una cosa es ser crítico y otra, recurrir a la protesta como método. Contestaría a esto que la experiencia en nuestro país nos ha demostrado que no existen condiciones para basar en el diálogo y la negociación las aspiraciones de transformación que por décadas han albergado miles y miles de guatemaltecos y guatemaltecas sufrientes, víctimas de la insensibilidad y la opresión. Diría que a pesar de la posiblemente buena voluntad de países amigos, y de la lógica de la cooperación internacional, los años transcurridos desde el proceso de firma de los Acuerdos de Paz han visto las propuestas caer en los cestos de basura o quedar engavetadas en las oficinas de la burocracia, sin que se haga claridad sobre que aquel estribillo repetido hasta la saciedad de que debía pasarse de la protesta a la propuesta no guarda relación alguna con las verdaderas intenciones de la parte del poder en la mesa de negociación. Los líderes de diversos movimientos populares saben que toda negociación requiere de demostración de capacidad de convocatoria y del megáfono en las calles formulando en el lenguaje que todos entendemos las inconformidades que provoca una sociedad de tantas y tantas injusticias, como la nuestra. El liderazgo que así se ejerce, sin pena de vociferar ese NO al estado de cosas, puede perfectamente ser un liderazgo respetable, de valor, íntegro y capaz. Contrario a lo que parecería haber sido el espíritu de la aseveración que da pie al presente comentario, ese líder o lidereza que es capaz de articular la protesta, que tiene el valor de hacerlo en una sociedad con tan claras tendencias represivas como la nuestra, puede ser constructivo, esperanzador y efectivo. La lidereza capaz de protestar, incluso al interior de su propia organización, y situar en el debate la importancia de las reivindicaciones de las mujeres, por ejemplo, está poniendo el fundamento absolutamente necesario para la construcción de un futuro diferente al hoy. Concluyo diciendo que no es reprimiendo la opción de protestar como obtendremos las mejores posibilidades de cambio en nuestro país, sino que más bien al contrario, la esperanza parecería estar en la capacidad que nuestros líderes y liderezas tengan de articular la insatisfacción, la protesta, el grito de inconformidad. - Artículo de opinión difundido en el Programa "Buenos Días", Radio Universidad Jueves 02 de febrero del 2006.
https://www.alainet.org/es/articulo/114347
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